Quo vadis?...
arte contemporáneo
La lectura
de la sección de
cultura de un difundido
matutino hizo que me formulara
una serie de interrogantes
con pocas respuestas. Por
dicho informe me entero
de que se remató
una obra del genial Rembrandt
en 25,8 millones de dólares,
y según este informe
es una de las obras más
importantes del pintor que
pertenece a la última
década de su creación.
Por
debajo de esta noticia leo
que Damien Hirst es considerado
una figura central entre
artistas jóvenes
ingleses, que en 1991 presentó
un tiburón flotando
en formol en una gran pecera
y lo vendió en 90.000
dólares. En 2004
un coleccionista pagó
por ella 7,5 millones y
hoy está evaluada
en 12 (casi la mitad de
lo que costó el Rembradt)
y un “pequeño”
detalle, el tiburón
original se empezó
a pudrir y tuvieron que
reemplazarlo por otro. Una
metáfora premonitoria
a mi entender. Hirst es
también el autor
de una obra donde se exhibe
en una vitrina la cabeza,
en proceso de descomposición,
de una vaca, con moscas
y larvas incluidas.
El
arte del siglo XX nos viene
sorprendiendo continuamente
(digo “sorprendiendo”
y no “maravillando”)
porque parece que es ésa
su principal finalidad y
a decir verdad debo reconocer
que lo logra. Hoy por hoy
si recorrés salas
de exposiciones, podés
encontrar objetos y cosas
insólitas que te
harán dudar del lugar
donde estás parado:
¿una galería?
¿un museo? ¿una
pescadería? ¿un
almacén? ¿una
frutería? ¿venta
de sanitarios? etcétera.
Porque el arte contemporáneo
además de sorprendernos
a veces nos confunde y desorienta.
P.C.
Revista El Abasto, n°
85,marzo, 2007.