Parar
la olla
“No
tener cómo o con qué
parar la olla” resume
la imposibilidad de llevar
al hogar el alimento indispensable.
La olla es el símbolo
de la comida: ya sea la elemental,
la más pobre, adonde
van a parar todas las sobras
e ingredientes baratos con
que una familia sin recursos
se las arregla para cocinar.
O bien la que a pesar de su
nombre de “olla podrida”
compone una antología
de los sabores más
diversos. Los franceses emplean
una frase que aplican con
sentido irónico: “la
olla está boca abajo”
(la marmita est renversée),
que se endilga a las casas
donde no se convida nunca
a nadie. La pregunta es por
qué tanto los franceses
como otros pueblos como el
español y el argentino
hablan de ollas volcadas boca
abajo y ollas paradas o boca
arriba. La razón obvia
es que cuando se usan a diario
lo común es verlas
en la cocina “en pie”,
apoyadas en la base; cuando
eso no ocurre, permanecen
arrinconadas a la espera de
que venga quien las pare para
llenarlas y ponerlas al fuego.
La frase se oye más
que nunca en las épocas
de sequía monetaria.
Eso explica que en la década
del treinta inspirase a Celedonio
Flores que por esos años
sufría en persona los
efectos de la crisis la famosa
letra de Margot, que en dos
por cuatro recuerda amargamente
el dicho: ”… y
tu vieja, pobre vieja/laburaba
toda la semana/ pa´poder
parar la olla/con pobreza
franciscana”.
Héctor Zimmerman
Tres mil historias
de frases y palabras que decimos
a cada rato,
Editorial Aguilar, Buenos
Aires, 1999.
Revista
El Abasto, n° 81,
octubre 2006.
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