“A
enemigo que huye, puente
de plata”
“Expresión
que resalta la convenencia
de no sólo no poner
obstáculos, sino
de facilitar la marcha del
enemigo o persona que nos
estorbe, para librarse de
ella, sin esfuerzo ni pérdida
de energías.”
Así define el diccionario
el sentido de esta frase
que se atribuye a un famoso
militar y estratega español,
Gonzalo Fernández
de Córdoba (1453-1515),
apodado El Gran Capitán.
En la vida diaria existen
numerosos modos de declarar
que se abandona el combate:
tirar la toalla, por ejemplo,
es en el boxeo la manera
más rápida
y segura de no seguir expuesto
a la demolición total.
Al ajedrecista le basta
con un dedo para derribar
elegantemente su rey. Y
la bandera blanca o manos
en alto son formas de reconocer
la humillación, la
paliza moral que sigue a
la derrota. Renuncian los
políticos, abdican
los monarcas, los oportunistas
se borran. Y el vencedor
con el vencido, ¿qué
actitud debe tomar? Traducido
en términos de hoy
y aplicado a las victorias
domésticas o de oficina:
“si te he visto no
me acuerdo” o “con
buen viento te vayas”.
Dejar el campo libre al
rival que se aleja, abstenerse
de cualquier forma de venganza
por dulce que se pinte,
son conductas que podrían
ser resumidas en un dicho
más actual y terapéutico:
“… del enemigo
y la inquina, ahorrarse
la adrenalina”.
Héctor Zimmerman
Tres mil historias de
frases y palabras que decimos
a cada rato, Editorial
Aguilar, Buenos Aires, 1999.
Revista El Abasto, n°
91, septiembre, 2007.