“La
Alegría no es solo
brasilera…”
Llega febrero
y el barrio se llena de
banderines y colores, qué
es lo que pasa? Ni más,
ni menos que el carnaval.
Fiesta alegre por demás
que se festeja todos los
años con bombitas
de agua, espuma y disfraces.
Hacia
fines del siglo XIX, y principios
del XX, los barrios tenían
sus propios corsos y comparsas,
cada una tenía su
propio estilo y fiesta.
Se competía entre
los barrios, para ver quién
tenía el mejor baile,
y el más frecuentado.
Los bailes de máscaras
eran para la alta sociedad,
y se llevaban a cabo en
las salas de los teatros
y en grandes salones. Las
clases medias y bajas, solían
celebrar en las calles.
En
la época peronista,
el carnaval era parte del
discurso del general Perón.
Tomaban la festividad, y
hacían bailes y desfiles.
Se le entregaba un premio
a la Señorita del
Trabajo, no se trataba de
un concurso de belleza,
sino que buscaban a quien
mejor representara a la
mujer trabajadora.
En
la década del ´70,
como en la época
rosista, los carnavales
fueron suspendidos. Hasta
hace unos años, en
los que volvieron a surgir
las murgas en las calles
de la ciudad.
Si
bien el tango es sumamente
característico de
la ciudad, las murgas también
tienen lo suyo. Cada barrio
tiene su propia murga, con
sus colores, brillos y saltos.
Los sábados por la
tarde, se pueden encontrar
a todos los grupos ensayando
en las plazas barriales,
para luego verlos lucirse
con sus brillantes casacas,
y ruidosos redoblantes.
Murga
y carnaval, van de la mano,
y ya lo decía el
tango “Carnaval de
mi barrio”: la
murga de purretes, desafinando
un tango, / machuca los
oídos con destemplada
voz...(…) carnaval
de mi barrio / donde todo
es amor, / cascabeles de
risas / matizando el dolor...,
/ carnaval de mi barrio,
/ pedacito de sol, / con
nostalgias de luna / y canción
de farol.
El
carnaval es ese momento,
en el que la fiesta tapa
las miserias, cuando las
famosas mascaras muestran
solo sonrisas. ¡Y
viva el carnaval! / Vos
ves siempre lucecitas. /
Sos la eterna mascarita
/ que gozas con engañar.
/ Y cuando en tu disfraz
/ la careta queda ausente
/ en tu cara de inocente,
/ todo el año es
carnaval/. Decían
los Fresedo,
en el tango “Siempre
es carnaval”.
Dejando
de lado las miserias y malarias,
aprovechemos los sábados
que nos quedan, para inflar
unas cuantas bombitas de
agua, y festejar en el corso
del Abasto, que seguro le
gana a todos…
Catalina
Cabana
[email protected]
Revista
El Abasto, n° 106, enero/febrero,
2009.