Encuentro
con Alicia Unzali,
coordinadora de los talleres culturales del
IMPA
IMPA, la fábrica de cultura
Industrias Metalúrgicas
y Plásticas Argentina (IMPA), es
una referente en cuanto a recuperadas porteñas.
Tuvo un papel trascendente en la conformación
y desarrollo del Movimiento Nacional de
Empresas Recuperadas. Es la segunda empresa
de aluminio del país, procesando
y comercializando aluminio en sus diversas
fases de producción.
Fundada originalmente
en 1910 por capitales alemanes y luego,
nacionalizada en 1945, en 1961 se transformó
en cooperativa de trabajo. Décadas
después, ante “la burocratización
y el vaciamiento”, los obreros decidieron
conformar el IMPA como empresa recuperada,
en mayo de 1998. Ante la incertidumbre,
se llegó a un acuerdo en concurso
preventivo de acreedores con una deuda de
8 millones de dólares y se acordó
con los acreedores. No sólo eso,
sino que, según contaron a este medio
en 2002 referentes de la fábrica,
habían logrado duplicar la cantidad
de trabajadores, desde los sesenta que comenzaron
el proceso de recuperación en el
´98.
El año pasado,
un juez ordenó el desalojo del IMPA
ante un supuesto incumplimiento del plazo
de comodato. Las voces obreras asegura que
había interesas inmobiliarios. Los
trabajadores fueron reprimidos, pero resistieron
a través de vigilias culturales y
el gran apoyo de organizaciones. En una
conferencia de prensa a propósito
de las intenciones de desalojarlos el 10
de agosto del 2009 (lo tomamos de Barricadatv)
Eduardo Murúa dijo entre otras cosas:
“En IMPA hoy trabajan 63 compañeros
nucleados en la Cooperativa 22 de Mayo,
estudian 150 adultos en el bachillerato
para adultos, funciona el centro de salud
gratis que brinda servicios a los vecinos
del barrio Almagro, funciona el centro cultural
que nuclea a cientos de jóvenes.
IMPA no es solo una empresa recuperada.
IMPA es un espacio ganado por nuestro pueblo”.
La recuperación
fabril de IMPA también significó
el comienzo de un importante centro de la
vida barrial, en su interior funciona un
centro cultural, un centro de salud y un
centro educativo, así como otras
cooperativas.
La
fábrica de cultura
IMPA, emblema de Almagro, luego de atravesar
momentos complicados ante la amenaza de
desalojo, vuelve a apostar y genera propuestas
en el barrio. En esta ocasión, la
Fábrica Ciudad Cultural, se las trae
con nuevos talleres y propuestas.
Para interiorizarnos sobre las buenas nuevas
que asoman desde la Ciudad Cultural, como
la llaman sus organizadores, hablamos con
Alicia Unzali, coordinadora de los talleres.
“Tenemos una obra
que es Kotidiana. El Teatro Sanitario de
Operaciones (TSO) que se da viernes y sábados
a las 21.30. Después, estamos los
lunes, miércoles y viernes con los
talleres. Danza folclórica, danza
boliviana, canto con caja, candombe, murga,
sikuri, espacio de exploración, dedicado
a artistas de diferentes disciplinas. Tienen
encuentros, tele trapecio, clown y yoga.
Se suma que hay grupos de teatro ensayando
en IMPA”, nos comenta Alicia.
Este relanzamiento
se debe a dos grandes problemas que atravesó
el lugar. “Entre la gripe porcina
y el intento de desalojo que tuvimos, las
cosas quedaron muy frenadas; ahora estamos
retomando”, cuenta Unzali. El parate
generó “algo muy raro para
talleristas y centros culturales”.
“Recién ahora, casi fin de
año, estamos lanzándonos a
difundir las actividades”, reconoce
la coordinadora.
No todos los talleres son arancelados. Por
ejemplo, yoga es a la gorra. Sikuri y murga
son gratuitos. De todos modos, los aranceles
llevan precios populares. “El más
importante es el de TSO, que es un curso
trimestral, que hace ya tiempo se hace y
los cupos siempre se llenan”, relata
Alicia.
Con respecto al espacio
físico del IMPA, la coordinadora
apuesta a que se arreglen y recuperen espacios.
El objetivo, “armar una performance
de los talleres para que la gente pueda
ver las cosas que hay”.
El colectivo del centro
cultural está compuesto por veinticinco
personas, entre talleristas y colaboradores.
“Lo interesante de este relanzamiento
es que está conducido por sus propios
trabajadores. Junto a cuatro compañeros
de la fábrica, organizamos”,
enumera Unzali.
Con respecto a los vecinos,
Alicia rescata que les “han dado una
muestra de mucho apoyo y afecto”.
“Durante los quince días que
duró el conflicto por el desalojo,
se hicieron “de lunes a lunes vigilias
culturales que duraban hasta tarde”.
Pero, no hubo una “sola denuncia de
los vecinos”. “Saben por lo
que estamos peleando”, afirma Alicia.
“Nosotros desde IMPA cuidamos esa
relación, no volvimos a hacer fiestas,
cuidamos de no molestar con ruidos. Queremos
dar espacio para bandas sin que eso signifique
una molestia en el barrio. Esta fábrica
se sostuvo siempre con la solidaridad del
pueblo, el centro cultural es una forma
de agradecer esto”, afirma la coordinadora.
“Creo que
la gente prefiere estos incordios que nos
generan a veces (por la amenaza de desalojo)
a tener instalado en la esquina de su casa,
en un barrio tranquilo, un shopping”,
reflexiona al final de la charla.
J.M.C.
Revista El Abasto, n°
114, octubre, 2009