Salimos a la calle a hablar
con nuestros vecinos del Abasto...
Laburar el barrio
A Eduardo Raúl
González se lo puede ver
todos los días en su taller de la
calle San Luís. Un pintoresco frente
que nos invita a dar una mirada a los miles
de repuestos que yacen sobre la mesa de
trabajo de este vecino.

Durante una tarde
soleada, hace un parate para charlar con
nosotros. “Mirá que soy de
otra época”, se ataja con una
sonrisa entre dientes. Sin embargo, su opinión
nos deja gratas reflexiones para apreciar
la actualidad. Además, nos cuenta
la anécdota de cómo un grupo
de artistas callejeros pintaron el frente
de su taller. Para finalizar, un consejo
digno de aplicar en el barrio.
Eduardo hace más
de veinte años que está en
esta parte del Abasto. “Legué
en 1984- hace memoria-, cinco años
después pusimos el local. Desde esa
fecha estamos trabajando en el arreglo de
lavarropas, heladeras y otros electrodomésticos”.
“En un par
de meses me estoy por jubilar, pero no voy
a dejar de laburar”, añade
al instante. Al igual que para nuestro colega
PC, la jubilación representa un paradigma
de los tiempos modernos: “todos los
de canas tenemos que seguir en la lucha,
menos los políticos…”,
ironiza.
Al hablar sobre
cómo ve al país, lo primero
que señala es que “se perdió
la cultura del trabajo”. “Hoy
ves una gran degradación, lógico
que hay gente que no. En mi caso, acá
tuve empleados que en 6 meses no aprendieron
nada. En el gremio mío están
todos los de pelo blanco, hay pibes que
no agarran ningún oficio. Es una
cuestión de educación”.
Dentro de este tópico,
Eduardo nos acerca una reflexión:
“Hay personas que en el exterior lavan
copas o cosas similares ¿Por qué
no lo hacen acá? Hay que ponerse
las pilas en el país de uno”.
“Trabajé
en la Embajada Soviética, ahí
el Estado proveía todo, ¿Qué
podés esperar de tipos a los que
siempre le dieron todo? Cuando la URSS desapareció
se quedaron mirando para arriba”,
da como ejemplo para su planteo.
“Para que
estemos mejor hay que crear riqueza. El
tema es que todo el mundo reclama, la mentalidad
del argentino es que si le das un empleo
piensa que lo estás cagando en algo.
Si no cambiamos estamos en el horno”,
es la conclusión que nos regala este
laburante de toda la vida.
Al pensar en el aspecto
macro, no le tiembla el pulso para decir
que “la globalización nos hizo
pelota, no somos competitivos en nada”.
“Todo esto que arreglo-señalando
su mesa de trabajo- antes se fabricaba acá.
Ahora es made in China. Andá a competir
con eso. Son piezas buenas, bien hechas”.
“Claro, los chinos no tienen a Moyano.
Andá a cortar una calle ahí”,
ironiza.
“A mí me gusta
el orden, estar tranquilo. Acá hay
gente que para reclamar hace un fuego en
la calle, que revienta el pavimento. Como
también pasa que a veces rompen los
subtes o queman los vagones del tren porque
no llegan a tiempo. Eso es de todos, no
se debe dañar”.
En cuanto a política,
Eduardo afirma que “necesitamos gente
nueva”. “Hay toda una generación
de tipos que hablaron mucho pero en todos
estos años que estuvieron en el poder
no realizaron todo eso que pregonaban”,
asiente. En la zona se “hicieron muchas
cosas”. “Macri quiere avanzar,
pero le tiran todo en contra”, observa.
Cerca del final de la
conversación, nos cuenta la historia
de los muros intervenidos de su taller.
“Unos mexicanos hace un tiempo me
pidieron permiso para restaurar el frente.
Después comimos un asado. Lo que
sí, les pedí que me hagan
a Gardel”, se ríe con orgullo.
“Cuando es con respeto uno se prende.
Salí siendo amigo de los pibes”,
recuerda.
Para cerrar, nos despedimos
de Eduardo con la pregunta de cómo
se siente en el barrio. “En el día
a día, lo vivo con mis vecinos, saludo,
hablo, chusmeo- algo que corroboramos en
varios pasajes de la conversación-.
Hago de cuenta que soy de la provincia,
me manejo con otro ritmo”.
J.M.C.
Revista El Abasto, n° 117, verano,
2010.