A las cosas por su nombre
Bajo el prometedor título
de “Vamos a mejorar la seguridad
y a desterrar la actividad de las mafias”,
como frase del Mauricio Macri, se anuncia
en el portal del gobierno porteño
el pedido de reforma del Código Contravencional
que impulsa su ejecutivo.
Es interesante la definición
semántica de la palabra “mafia”
que utiliza el alcalde cuando se arma una
policía que lleva ya unos cuantos
jerarcas removidos por prácticas
ilegales…
“Queremos que
la gente pueda circular libremente por la
ciudad y que no se sienta invadida o amedrentada”
ilusiona Macri. Para eso presentaron un
conjunto de reformas que incluye la “prohibición
absoluta” de prácticas
como las de los “trapitos”,
los “cuidacoches”
y los “limpiavidrios”
y nada dicen, cuando intentan desterrar
la inseguridad, de la violencia policial
que según parece va en aumento*.
Ni siquiera se ha presentado un estudio
serio donde expliciten que las actividades
que pretenden prohibir son verdaderas fuentes
de “inseguridad”.
La iniciativa del Poder
Ejecutivo comunal también prohíbe
el uso de palos y capuchas en las protestas
callejeras. “Estas medidas apuntan
a contribuir para que tengamos más
seguridad y forman parte del plan integral
que incluye la creación de la Policía
Metropolitana, que por suerte ya
está en la calle ayudando a la Federal
a combatir el delito”, dijo Macri
en la presentación, secundado por
toda la plana mayor del PRO. Sin embargo,
no es novedad que ya pasaron varios jefes
de la Metropolitana, así como otros
jerarcas, que han tenido que abandonar sus
cargos, incluso alguno se encuentra encarcelado
justamente por practicar métodos
ilegales. Por eso el Observatorio
de Derechos Humanos que durante
el año pasado realizó denuncias
por el accionar de la Unidad de Control
del Espacio Público (UCEP) contra
personas en situación de calle y
durante desalojos, declaró en un
documento que la modificación del
Código es “violatoria de
los derechos a la igualdad y libertad, ineficaz
para resolver los problemas de seguridad
en la ciudad, por estar sustentada en reclamos
infundados y por desviar la verdadera atención
que merece hoy la política de seguridad
en la ciudad: la puesta en funcionamiento
de la Policía Metropolitana”.
Encima prevén endurecer
las penas por ensuciar los edificios y los
bienes públicos. E insisten en “darle
un marco normativo específico al
uso de las pistolas disuasivas Taser
X26 por parte de la Policía Metropolitana”
según el portal oficial pese al amparo
que las prohibió. Otra medida opresiva
es la insistencia del gobierno con la crear
el registro de ADN para violadores
y el muy ambiguo “otros
delitos”.
En el portal Red
Eco opinan llanamente que
“Se pretende dar más herramientas
a las fuerzas policiales, legalizando más
detenciones arbitrarias en la ciudad, que
se sumarán a las que se producen
por averiguación de antecedentes
y las faltas que ya existen en el código
contravencional”.
Desde el macrismo insisten
en seguir instalándose como un partido
sin ideología. Y eso es un lindo
y naiv engaño. Cualquiera, con dos
dedos de frente, sabe que toda decisión
política, así como todo signo
lingüístico tiene su trasfondo
ideológico. No existe la política
sin ideología. Se podrá hacer
política siguiendo ideologías
contrapuestas, sin coherencia, pero detrás
de toda acción política se
puede leer una ideología.
Y acá está
clara la ideología macrista: se promueve
el desarrollo de las mafias estatales -otra
muestra es el reciente proyecto que propone
una nómina de profesionales del derecho
(integrada por un abogado de “el Fino”,
un camarista que excarceló a dos
represores de la dictadura y el que patrocina
a Marcela y Felipe Noble en la investigación
judicial que definirá si son hijos
de desaparecidos) para evaluar a los candidatos
a ocupar los juzgados porteños- mientras
se busca culpar por la inseguridad a los
que tienen trabajos informales y a los que
protestan con miedo desviando así
el foco de atención.
Si no es un caso de amnesia
por nuestra reciente historia y sus 30 mil
desaparecidos por el terrorismo de estado,
es un caso consciente de intentar volver
a implementar la misma lógica gorila
vendepatria. Como fuere, por mala memoria
o por hijoputez, es lo que es.
* Un reciente informe de la Defensoría
del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires
revela que “durante los dos últimos
años se incrementaron las denuncias
por abusos policiales. En veinte casos que
analizó el organismo se constataron
-entre otras irregularidades pasibles de
sanción penal- el uso desmesurado
de la fuerza, la utilización de armas
de fuego en situaciones que no lo requerían,
la recurrencia de comportamientos discriminatorios
y el ocultamiento o la modificación
de hechos con el propósito de inculpar
a quienes fueron víctimas o exculpar
a los uniformados”.
Rafael Sabini
[email protected]
Revista El Abasto, n°
119, abril 2010.