Entrevista
al grupo José Miel
Bajar los decibeles para
subir la potencia musical
De su Tucumán natal,
José Miel mudó hace tres años
su música a Buenos Aires. Los hermanos
Sebastián Díaz Romero (guitarra
y voz) y Leandro Díaz Romero, bajo
y programaciones, más el aporte de
Joaquín Franco en batería conforman
el trío. En 2006 salió su primer
disco, José Miel y desde entonces recorrieron
la escena porteña; dieron conciertos
en salas del barrio como el Archibrazo. Con
la mirada puesta en sus presentaciones y su
próximo disco los músicos repasan
sus comienzos.
“Queremos hacer una
extensa gira por el país presentando
nuestro nuevo disco que estará a mediados
de año. La idea es también ir
por Latinoamérica”, adelanta
Sebastián Díaz Romero para esta
entrevista con El Abasto. En tanto, nos introduce
en el género de la banda: “El
disco podría ser catalogado dentro
del universo del rock nacional en sus diferentes
épocas. Luego de grabar alrededor de
5 o 6 canciones empezamos a componer específicamente
para darle un concepto, ahí encontramos
también en el pop nuestro lugar”.
¿Cómo
fue el comienzo de José Miel?
Sebastián: “Con mi hermano Leandro
(bajo, teclados, coros) empezamos a aprender
guitarra de chicos. Al tiempo, hicimos nuestros
primeros grupos en la secundaria. Alrededor
de 2005, tuve la idea de grabar algunas canciones
con Leandro de diversos proyectos que había
tenido, para que no se pierdan en el tiempo.
Después, comenzó a cobrar forma
de disco. Se sumó Peka Vallejo y grabó
baterías acústicas sobre bases
pregrabadas electrónicamente”.
¿En qué
se inspiran sus melodías y letras?
Sebastián: “Desde chico los Beatles
estuvieron muy presentes, la forma de manejar
los intervalos armónicos de Paul Mc
Cartney me influyó mucho. Con respecto
a las letras, establezco un equilibrio entre
una búsqueda conceptual y el juego
inteligente”.
¿Cuál
fue la sensación al llegar a Buenos
Aires?
Sebastián: “Vine a estudiar producción
musical. Mientras tanto iba a recitales. Pensé
que iba a encontrar un nivel artístico
altísimo, no fue así en lo que
respecta a lo musical; sí a nivel estético.
En Buenos Aires hay grandes músicos,
pero no proyectos ambiciosos en cuanto a la
unidad conceptual de lo estético y
lo musical; aunque siempre hay salvedades.
De estos tres años vividos en la ciudad
se extraña el verde, los árboles
y el silencio de Tucumán. Acá
se disfruta de la gente que tiene inquietudes
artísticas”.
A partir de su experiencia
de estar en Bolivia y otros sitos, ¿Qué
diferencia encuentran en tocar en la ciudad
y en otros lugares?
Sebastián: “Hace un par de años
empezamos a tocar en un formato muy acústico,
cambiamos por el piano y guitarra acústica.
En la ciudad veo que es muy necesario lo que
estamos haciendo porque ayuda a bajar decibeles”.
¿Qué
fue los que más les gustó de
haber participado del tributo a Miguel Abuelo?
Sebastián: “La posibilidad de
establecer un pequeño dialogo cósmico
con él. Sentí que Miguel se
quedó con las ganas de explotar su
veta folklórica. Cuentan que cantaba
bagualas en La Cueva (sótano ubicado
en Pueyrredón 1723, donde se reunían
artistas en los comienzos del rock nacional).
Elegimos un tema de su disco Et Nada (grabado
en Francia) que se llama «El largo día
de vivir». Forma parte del compilado
Quiero ser Abuelo, emprendimiento de Under
Pop”.
¿Cuál
es la escena pop en la ciudad que ustedes
pueden apreciar?
“Vemos una escena muy bonita que, a
veces, no crece más por la imposibilidad
de lugares para tocar y la falta de legislaciones
que respeten a los músicos y dignifiquen
su trabajo. Hay mucha música dando
vueltas que, sin llegar a ser una escena,
es un ámbito de expresión. Del
pop me gusta Rosal, Coifeur, Lucas Marti y
Posavasos”.
¿En qué
sala o lugar de la ciudad les gustaría
tocar?
Sebastián: “Siempre que sea en
un teatro estaremos cómodos. Eso es
porque son lugares pensados acústicamente
para sonar bien. Supongo que en cualquier
teatro de los que Macri todavía no
haya cerrado”.
J.M.C.
Revista El Abasto, n°
120, mayo 2010.
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