Pasó el mundial
Hubo una época en
que el fútbol era una fiesta dominguera
y asistían a las canchas las hinchadas
y muchas familias para alentar a su equipo
favorito, los jugadores defendían
con orgullo los colores de su camiseta y
todo era alegría y festejo.
Todo fue cambiando con el
tiempo. Hoy se admiten (y hasta se aplauden)
maniobras tácticas y artimañas
impensables en aquellos tiempos.
Ya no asombran las tramoyas
que personajes enquistados en clubes e instituciones
sospechados de corrupción, realizan
descaradamente y sin disimulo alguno.
Tampoco asombra demasiado
el accionar de barrabravas asesinas apañadas
y solventadas por los clubes. Como tampoco
impresiona que jugadores de este deporte
cobren millonadas de dólares.
El análisis del por
qué un simple juego genera este descalabro,
escapa a mi capacidad de razonamiento. En
un país donde el hambre, la falta
de techo y la inseguridad acucian a la gente,
esto es una obscenidad inadmisible.
“La pelota no se mancha”.
La frase maradoniana ha quedado reducida
a una simple expresión de deseo.
Pasó el mundial, Argentina fue derrotada.
Todo sigue igual.
Mi sentido común
me dice que no será por el fútbol
precisamente que podremos desarrollarnos
como país; libre, justo y soberano.
P.C.
Revista El Abasto, n°122,
julio 2010.