Todos los días,
un escenario ¿nuevo?
Trabajo en una oficina durante
la semana, donde veo a más de 120
personas. Luego, voy a dar clases y más
tarde a la facultad a seguir estudiando.
A lo largo de las 24 horas del día
interpreto diferentes papeles. Primero soy
“Responsable de un área”,
y actúo como tal, escuchando reclamos,
arreglando problemas, negociando beneficios.
Cuando doy clases, me pongo el traje de
profesora. Intento que
todos me escuchen, que presten atención,
que tomen apunte y que, sobre todo, se interesen
por la materia y se lleven un conocimiento.
En la facultad, soy alumna, tal vez el papel
mas simple que me toca interpretar durante
el día. Es sencillo, me siento, escucho,
tomo apunte, y después lucho contra
los nervios para poder rendir parciales
y finales.
Pero esto no es todo,
al terminar con todas estas obligaciones
y responsa-bilidades, llego a casa. En mi
familia soy novia, hija, prima, amiga, sobrina,
siempre Catalina, ¿no?
Y si bien siempre mantengo
mi personalidad y mi manera de ser, observo
que no le pasa lo mismo a todos. En la milonga
conocí gente que tenía doble
personalidad, si hablabas afuera de la pista
se desarmaban y me mostraban como eran,
pero dentro de la pista se subían
a sus zapatos acharolados y era imposible
tratarlos. En la oficina pasa igual, quien
te ayuda, de golpe lo hace sólo para
obtener cierta informa-ción que lo
lleve a su real objetivo.
La vida parece una obra
de teatro, donde los escenarios varían
continuamente, y donde el final nunca es
del todo previsible. No todo es lo que parece,
aunque a veces podemos sorprendernos y cruzarnos
con gente transpa-rente y honesta, de ésas
que no usan caretas.
Catalina Cabana
[email protected]
Revista El Abasto, n° 124
, septiembre 2010.