La batalla por transmitir
las ideas
Sin meternos en la interna
de las 22 mil fojas que deberá analizar
la justicia para ver la culpabilidad que
le caben a Clarín y La Nación
en su adueñamiento de Papel Prensa
hay que confesar que la intención
del ejecutivo nacional de declarar esta
producción de papel de interés
público sería un enorme beneficio
para la democratización de la palabra
y está íntimamente ligado
a la nueva ley de servicios audiovisuales.
No es necesario
ser de izquierda para entender que un monopolio
es antidemocrático. El argumento
de que en el sistema capitalista debe reinar
la libre competencia es de los liberales
y por algo los yanquis, lejos de ser zurditos,
han multado y limitado, por ejemplo, a Microsoft.
Es que si se permite la concentración
ilimitada de capitales en una sola empresa
las injusticias pueden ser terribles y la
democracia pasaría luego solamente
a ser una palabra más para denotar
un modo de utopía.
El periodismo no
puede quedar en manos de una o dos empresas
amigas que -fijando una agenda de las temáticas
que se deben y pueden abordar- transmitan
todo acorde con sus propios intereses empresariales.
El periodismo es una herramienta que debería
servir para informar, ayudar a reflexionar
y así encontrar juntos la mejor manera
de salir adelante como sociedad. En lugar
de una herramienta de sometimiento podría
ser una herramienta de liberación.
Lamentablemente
esta lucha implica que los que hoy tienen
la sartén por el mango y no la quieren
largar, utilicen de forma cada vez más
descarada y grotesca sus medios para intentar
convencer a los lectores/oyentes/videntes
que tener una empresa sin papeles para proveer
Internet es legítimo o que los testimonios
de la familia Graiver y Papaleo son falaces.
No les da calor cuestionar lo que cuenten
los que sufrieron tormentos en la dictadura
demostrando de ese modo abiertamente su
complicidad con aquel régimen. Por
ejemplo, Carrió no solamente entregó
en esa época oscura, cuando estaba
en la justicia del Chaco, los hijos adoptivos
de Magnetto sino que ahora también
tiene el tupé de decir que estos
medios son la “última muralla”
para la democracia y que “son la Argentina”,
demostrando claramente que aboga por esta
concentración de voces en su oscura
y delirada complicidad mostrándose
ella misma como una jineta del Apocalipsis…
Intentan presentarnos
esta lucha como la que enfrentan “los
democráticos” contra el “kirchnerismo
autoritario”. Sin embargo, sólo
basta ver las tapas de esos diarios de aquella
época para entender cuán democráticos
son los primeros y alcanza con ver las de
hoy para saber que el kirchnernismo no es
tan autoritario como dicen.
Esta lucha es parte
de las batallas contra el resabio que debemos
seguir encarando para que de una vez por
todas nos paremos como sociedad democrática
contra las estructuras antipopulares que
ha dejado la última dictadura. Y
esa lucha incluye batallar contra otros
resabios… como, por ejemplo, los estudiantes
secundarios que han demostrado su hartazgo
en contra de las pésimas condiciones
de infraestructura que el neoliberalismo
impuesto por los milicos y profundizado
por el menemismo le ha dejado a la educación
pública.
En este preciso momento histórico
se están dando las condiciones de
que muchas cosas de esta índole salgan
a la luz. Está en nosotros posicionarnos
y tener bien en claro de qué lado
estamos y qué apoyamos al ponernos
de uno u otro lado.
Rafael Sabini
[email protected]
Revista El Abasto, n° 124
, septiembre 2010.