Lo que tenía adentro
no era un aliens, era un policía
Monedas
de chocolate falsas
Además de las organizaciones de buenas
intenciones y direcciones, hay algunas de
las otras, con otras intenciones y direcciones.
Entre ellas están
las organizaciones represivas, que derivan
de instituciones, que vendrían a
ser como sus satélites, a punto de
chocar con la Tierra. Como la policía
infantil que organizó recientemente
un capellán de la policía
de Esquel, con niños de 9 a 14 años,
para que saquen “El policía
que cada niño tiene adentro”.
Terrible frase por la que el propio Saint
Exupery, se inmolaría atacándolos
a granadas y explotando con él la
policía infantil, que uno se imagina
entre las funciones que podría cumplir
(uno no se imagina que podría cumplir
funciones, pero si hace un esfuerzo grande)
podría investigar si las monedas
de chocolate son falsas o verdaderas. Si
alguno de los niños sabe demasiado,
por ejemplo si sabe quien es Papa Noel,
de donde vienen los niños. Y detectar
si son subversivos los niños que
en los juegos de la guerra hacen ganar a
los indiecitos; o solamente incapacitados
para vivir en esta sociedad.
Un superhéroe
sin súper pero con diesel
También
hay instituciones satélites de la
policía, son especies de policías
previas que son como pre-policías,
como la prepizza es la previa de la pizza.
Son una fachada. Le faltan
cinco para el peso de ser policías.
Son más que nada puestas de policía,
actores más que agentes de seguridad,
como las estatuas vivientes de la policía,
son como las policías vivientes,
una mezcla del arte y el espíritu
represivo. Esa bisagra donde se dan la mano
dos sectores históricamente enfrentados,
la policía y el arte.
Son las organizaciones
de seguridad vecinales, la seguridad privada
sin armas, las brigadas que armaron los
supermercados chinos para pelear contra
la mafia china, la policía urbana
que armaron en la capital federal y en otras
ciudades, y otras.
En medio de un maremoto
con un salvavidas de plomo policías
previas que sirven para su función
en la superficie, a un primer vistazo, a
vuelo de pájaro, pero si la persona
o el supuesto infractor en cuestión
se pone a profundizar, se encuentra en el
medio de un maremoto con un salvavidas de
plomo. No tienen placa, armas ni legislación,
solamente traje. Son como súper héroes
sin fuerza. Si la persona
en cuestión, el comensal de esa papita
para el loro, digámosle, pasa el
nivel, del relleno, si supera el canapé
y quiere el plato, tiene que llegar al policía.
Al momento de ir a los bifes, digamos, no
traen la plancha.
Y no es que uno pida que
sean policías, la idea es que haya
menos fuerzas de seguridad, que ya no son
la seguridad de la fuerza, sino algo aun
más complicado que, lo que su nombre
indica, seguridad a la fuerza. Y bien sabe
todo el mundo, no se puede resolver un problema
concentrándose en las consecuencias
y profundizando las causas.
Alejandro Miguel
[email protected]
Revista El Abasto n°125,
octubre 2010.