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Casa popular Vientos del Pueblo

Aires de solidaridad para un barrio entero


Del activismo estudiantil al trabajo social en una zona como Balvanera, este espacio cultural coordinado por jóvenes le cambió la cara a la esquina de Yrigoyen y Saavedra. Talleres, apoyo escolar y capacitación para oficios son la apuesta de esta casa popular para ayudar a los vecinos.
   El local ubicado en el 2587 de Hipólito Yrigoyen estuvo cerrado casi dos décadas. Desde mayo sus persianas abren todos los días para recibir a las familias del lugar. “No queremos imponer algo sino charlarlo con la gente y a partir de ahí construir lazos”, sintetizan Georgina Carluccio y Mauro Remax, integrantes de la casa popular.
    Este proyecto es la unión del frente cultural y territorial La Trifulca, a la que pertenecen ambos, la Corriente Universitaria La Mella, el grupo secundario Lobo Suelto. Entre todos conforman el colectivo Juventud Rebelde 20 de Diciembre.

Llegar al barrio
“Cuando abrimos en mayo vino un montón de gente. Los vecinos vivieron la previa en que arreglamos. Esto estuvo 20 años cerrado. La gente rescataba que seamos pibes los que trabajamos y generamos el movimiento zonal. Para nosotros es una experiencia muy fuerte porque pasamos de hacer militancia estudiantil, que marca una cierta mecánica, a entablar un trabajo de campo vinculado a lo social y cultural con las necesidades puntuales del lugar”, reflexionan.
   Sobre este punto señalan que aquí “hay desde edificios de clase media hasta casas tomadas y familias que viven hacinadas”. También resaltan la gran cantidad de gente en situación de calle. “Es una población heterogénea. Lleno de problemáticas. Hay inmigrantes en situación de explotación. En un mismo lugar se resumen tantas cosas, es una zona de muchos contrastes”, describen.
   Son muchas las definiciones y cualidades que le dan ambos a Balvanera, y en especial a la zona de Once. Sin embargo, el mejor panorama que obtuvieron fue el de tratar con la gente de la zona: “das dos cuadras y hay casas tomadas o gente hacinada, hay grandes carencias, lo vimos cuando abrimos apoyo escolar, se llenó de chicos; por eso es tan necesario apuntar a lo participativo y escuchar sus necesidades”.
   La apuesta de crear un vinculo donde la conexión con el de al lado sea constante llevó a abrir este espacio de “forma inclusiva más allá del centro cultural”, de ahí el nombre de “Casa Popular”. “Buscamos que los vecinos se sientan parte de este proyecto, que sumen sus ideas e inquietudes”, indican.
     “Hay familias habitúes con las que compartimos gran cantidad de actividades”, comenta Mauro. El ejemplo más destacado de este objetivo es “uno de los vecinos que empezará a dar clases de tango”. En otras palabras, “ése es el dialogo” que buscan, no un monólogo de cosas impuestas”, tal como sostiene Mauro. “Tratamos de interpretar lo que la gente nos dice, lo que nos pide”, añade Georgina.
   A la hora de responder a por qué pusieron Vientos del Pueblo, acotan que es el nombre de una canción de Víctor Jara, un músico, teatrista y militante del Partido Comunista chileno, quien fue referente de la lucha y la resistencia. Fue asesinado bajo el gobierno de facto de Augusto Pinochet.

Nuevos vecinos en la cuadra
Dentro de este lazo que de a poco se forja en la esquina de Once, Mauro destaca que lo que más le conmueve son los pequeños gestos: “que vengan los chicos y te saluden, que se aprendan tu nombre o que algún papá se quede hasta tarde para cocinarnos es gratificante; valoramos mucho los gestos concretos, éste es el cambio al que apostamos”.
   “Mientas nos vamos haciendo conocidos, analizamos la situación de la zona: sabemos que en sólo tres meses no vamos a desarmar las redes de trata de personas porque va a venir el puntero a “visitarnos”; sin embargo, tener a los chicos jugando a la tarde, que reciban apoyo escolar y que sus familias compartan una merienda o una proyección para nosotros es un paso importantísimo y reivindica todo el trabajo que hacemos”, asegura Carluccio.

¿Qué hay para hacer?
En cuanto a propuestas, en Vientos del Pueblo, además de ayuda a los estudiantes, se dictan clases de teatro, guitarra, malabares, dibujo, plástica y tango. Además, este mes comienzan los talleres de oficio: “Aparte de lo cultural, queremos colaborar en algo práctico y concreto para ayudar”.
   Se darán clases de electricidad y cocina de comida nutritiva. También está la iniciativa de enseñar Radio y periodismo. “Esto viene a cuento de que trabajamos con otras organizaciones del barrio y colaboramos con la radio comunitaria Semillas, que recién comienza”, adelanta Mauro.
   Al orientarse más a lo recreativo y formativo, Mauro comenta que se hacen charlas debate y lectura de poesía. “Una vez vino Pablo Llonto a hablar de sus libros. También la gente de la revista Sudestada participará de un encuentro en esta casa popular. El sábado hay cine debate. “Hay un elenco estable de vecinos que siempre viene”, destacan más que conformes con las repercusiones de sus actividades.

El empuje de una generación
“La gente grande de la cuadra nos felicita”, se enorgullecen. “Esto implica derribar ese fantasma de que los jóvenes sólo saben emborracharse y cagarse a piñas, acá hay una realidad distinta”, señala Georgina mientas afirma que como militante pone “muchas fichas” en que este grado de compromiso en los más chicos persista de cara al futuro.
   Junto a Mauro coinciden en que desde muchos medios se busca imponer imágenes de pibes “que se sacan fotos todo el día o que se emborrachan y nada más”. “Nosotros mostramos que hay experiencias concretas, tal vez aisladas, pero emergentes y que muestran gente comprometida con su realidad, jóvenes que ven injusticias y hacen algo para cambiarla”, retrucan. A su vez, advierten que cuando los chicos se organizan “los estigmatizan” y los acusan “de hacer política”, sin darles el espacio para “manifestar sus ganas de construir”.
   “Somos estudiantes que trabajamos, coordinamos entre nosotros los horarios para que esta casa esté siempre abierta para el barrio -remata Georgina-, por eso, para nosotros esta militancia que hacemos con la gente de Balvanera es nuestro orgullo”.

J.M.C.


Revista El Abasto n°125, octubre 2010.


 

 

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