Lo que la toma nos dejó
Hace varias semanas que las medidas de fuerza
en los secundarios porteños cesaron.
Más de dos meses de movilizaciones
estudiantiles pusieron por momentos a la
cúpula del gobierno porteño
contra las cuerdas y reavivaron el debate
por la ecuación pública en
la cuidad. Con la mente en frío,
sus protagonistas cuentan qué les
dejó esta experiencia, que para muchos
aún continúa en cada aula.
Hombro
a hombro
“Algo que dejaron estos dos meses
fue la organización interna que se
forjó”, afirma Sofía,
estudiante del 2° año de la tecnicatura
de la Escuela de Cerámica n°
1, ubicada en Bulnes y Rivadavia. “Se
afianzó una sólida comunidad
educativa”, define sobre la “unión”
que se generó con los docentes durante
las tomas.
Lo más gráfico
de este conflicto para esta alumna fue la
marcha del 16 de septiembre, por la “gran
cantidad de sectores presentes”. “Está
bueno ver que pueden confluir diversas realidades
dentro de un plan concreto”, reflexiona
con respecto a las acciones conjuntas entre
estudiantes de diversos colegios.
En consonancia, Iván,
del Centro de Estudiantes del Mariano Acosta,
el secundario de Urquiza y Moreno que tuvo
un rol destacado durante las medidas de
fuerza, indicó que aunque “la
bandera” de su colegio es la definitiva
puesta en valor del centenario establecimiento,
adhiere “a la lucha de los demás
secundarios que se manifestaron durante
este tiempo en defensa de la educación
pública”.
La organización
es el camino
“Quedó expuesta la situación
de los establecimientos: están en
malas condiciones, se caen a pedazos y hay
poca inversión. También quedó
en evidencia la intención de esta
gestión, cuya cara visible es el
jefe comunal Mauricio Macri”, expresa
Cristian Jurado, Presidente Centro de Estudiantes
del Profesorado Joaquín V. González,
Ayacucho y Viamonte.
“Fue importante
que en este proceso hubo mecanismos democráticos,
tales como las asambleas participativas
de base”, destaca el estudiante. Además
afirma que “se tomaron las decisiones
correctas”, cuyo mayor ejemplo fue
que “hubo prudencia a la hora de levantar
las tomas para no desgastar la lucha, tal
como apostó el gobierno”.
“Se terminó
de ver ante la sociedad, una planificación
de políticas antieducativas, los
números de inversión que se
mostraron durante el conflicto evidencian
la gravedad de la situación”,
rememora. Ante esta “inacción”,
para Jurado se mostró que “la
organización entre estudiantes es
el camino para hacerse escuchar”.
Un antes y un después
“El reclamo edilicio “tiene
mas de 10 años”, es decir que
son varias las promociones que lucharon
durante varias gestiones. Por un lado nos
entristece tener que renovar cada año
este pedido a las autoridades, pero por
el otro nos da orgullo saber que somos varias
promociones las que reclamamos por nuestro
derecho a estudiar en condiciones dignas”,
enuncia Iván sobre la situación
del Acosta.
“Este año
la lucha fue más coordinada, incluyó
a más sectores. Esta toma marca un
antes y un después. A partir del
año que viene va a ser una referencia
de lo que se puede hacer en conjunto, abrió
camino a nuevas oleadas de estudiantes comprometidos
con su realidad”, anticipa Sofía.
En este sentido, a la
hora de pensar el futuro de este conflicto,
Cristian Jurado señala que “la
modalidad de las tomas en establecimientos
tal vez no seguirá, pero el reclamo
está vigente por lo que las protestas
pueden volver a través de diversas
manifestaciones”.
J.M.C.
Revista El Abasto n°125,
octubre 2010.