Recorrimos la nueva sala
barrial
Otro extranjero abastense
Levantar un teatro es una tarea que lleva
tiempo. Sin embargo, el Abasto es de calles
abiertas para la creación. Las puertas
del teatro El Extranjero,
Valentín Gómez 3378, desde
junio ven el ir y venir de los vecinos.
Antes fue un taller mecánico,
más tarde un negocio que vendía
plantas. Hoy nos encontramos una sala del
circuito off y un bar literario para la
gente de la zona.
Mariano Stolkiner, quien
junto a su hermana Luciana son los mentores
de este proyecto, nos recibe en la puerta
del teatro, cuyo lema es “de contemplación
activa”, para recorrerlo.
“Este es un espacio
para que la gente venga y se distienda,
que lea, tenemos una gran cantidad de textos
teatrales junto a títulos para todos
los gustos”, cuenta Mariano mientras
señala la biblioteca del hall central.
El bar, a la derecha de
la sala de estar, es amplio y luminoso.
El gran ventanal que da a la calle nos devuelve
la vereda tranquila de Valentín Gómez.
Entre el silencio y la tranquilidad, asoman
las mesas de madera que lucen orgullosas
varios libros.
La comida, aclara, es
de elaboración casera. “Queremos
que en este lugar pueda descansar y relajarse
quien no vive en la zona y está de
pasada. Para el vecino, buscamos que sienta
a este lugar como un ambiente más
de su casa”, desea Stolkiner.
Mientras nos dirigimos
a la sala, Mariano repasa su historia en
los escenarios. “Hace 20 años
que hago teatro. Los últimos años
trabajé en los galpones de Retiro
del artista plástico Carlos Regazzoni”.
Este relato es la prehistoria
de El Extranjero, que toma su nombre de
una novela del escritor Albert Camus. “Trabajamos
5 años en lo de Regazzoni. Como queríamos
tener un lugar para trabajar más
cerca de la gente, empezamos a ver lugares.
De todos modos, ya teníamos decidido
que queríamos estar en esta zona”,
asegura.
Dentro de la sala, Mariano
nos muestra el trabajo hecho en cada rincón.
El lugar es amplio, con un techo alto. Los
espectadores se ubican en una platea para
casi cincuenta personas. Un dato de color:
se conserva la puerta en el piso que lleva
al subsuelo: “Es de la época
del taller”.
“El Abasto se ganó
el mote de ciudad cultural para los teatros
del mundo. Las salas independientes han
hecho pie”, define. Mariano también
reflexiona que en la zona late “el
encanto de la pluriculturalidad, las diferentes
formas de vivir están presentes en
la zona”. Mariano asegura que a los
teatristas les “interesa convivir
con esa mixtura”.
En este sentido, desde
su punto de vista, el Abasto “resiste”,
mantiene “su encanto de barrio”
a “lo ajeno a los vecinos como ocurre
en otros puntos de la ciudad.
“Las cosas
se hacen al andar, te ponés a pensar
con lo difícil que es todo y no te
dan ganas pero es un deseo tan fuerte el
que nos lleva a seguir adelante que dejamos
de lado las complicaciones”, se sincera.
Tener un teatro propio es “el punto
de partida”, asegura, “el sueño
está en trabajar el día a
día”.
Un dato para irse,
y volver, con una sonrisa: “Tenemos
descuentos para vecinos, así como
las salas tienen la cortesía de otorgar
rebajas a estudiantes y jubilados, nosotros
queremos que la gente de la zona se acerque.
Por eso, con mostrar que residen en el Abasto,
hacemos descuentos para las obras y para
los talleres que vamos a lanzar”.
J.M.C.
Revista El Abasto, n° 126 , noviembre
2010.