María Elena, ¿dónde
vas?
La noticia de la muerte
de María Elena Walsh, durante los
primeros días de este 2011, nos tomó
a todos por sorpresa. No hubo persona que
no lo lamentara. Aunque, en el fondo, nos
resultaba casi imposible creer esto…
No podía ser cierto que justo ella,
que tanto estuvo presente en nuestra infancia
y tan presente en la vida de nuestros hijos
dejara de estar. Pero es aquí cuando,
me parece, que me tengo que retractar, porque
si algo tiene de fatal la muerte es su enorme
potencia para arrebatarnos físicamente
a todos aquellos que pasamos por esta mundo…
Pero esta fuerza, tan enorme y brutal de
la muerte, no le basta para alcanzar a aquellas
personas que con su arte nos hicieron mejor
la vida a tantos. En suma, que la muerte
jamás podrá, aunque quiera,
quitarnos plenamente a los artistas. Porque
estos nunca se van, nos siguen acompañando
siempre a través de su obra. Y el
legado artístico que nos dejó
María Elena fue tan enorme.
Recordemos, entonces,
que apenas con 17 años edita su primer
libro de poesía, Otoño imperdonable;
y gana con este el Premio Municipal de Poesía
en el año 1947. Libro que, además,
le significó el reconocimiento de
Juan Ramón Jiménez y hasta
una aceptación del mismo Borges.
A los pocos años de esto, se instala
con su compañera, Leda Valladares,
en París; donde crean el dúo
Leda y María recorriendo distintas
ciudades europeas mientras interpretan canciones
folklóricas. Los discos que editan,
de esta etapa europea, son: Chants d'Argentine
y Sous le ciel de l'Argentine. Luego, regresan
al país, internándose en el
noroeste para recorrer sus distintos caminos
mientras siguen componiendo y dando recitales.
Así, nacen de estos viajes: Entre
valles y quebradas I y II.
Pero la escritura seguía estando,
por suerte, presente en el mundo sensible
de María Elena. Publica su primer
libro infantil, en el año 1960; Tutú
Marambá; al que luego rediseña
al formato de canciones; naciendo Canciones
de Tutú Marambá.
La década del sesenta
es pródiga con ella, ya que es en
estos años cuando alcanza su pico
creativo. Durante los primeros años
de esta década crea el espectáculo
musical y teatral Canciones para mirar.
Aún hoy, este espectáculo
es recordado como uno de los grandes acontecimientos
teatrales de la época. Luego,
sigue produciendo espectáculos para
adultos, lo que la lleva a realizar distintas
giras, siempre a sala llena, en diversos
países. Mientras, sigue publicando
los siguientes libros infantiles: El reino
del revés; Zoo loco; Dailan Kifki;
y Cuentopos de Gulubú.
A comienzos de los setenta,
también, sabe incursionar en el cine;
ya que produce, escribe y actúa en
la película Juguemos en el mundo,
que dirige María Herminia Avellaneda.
En apariencia este fue un film para chicos
pero en donde, sutilmente, se hacía
referencia a distintas cuestiones políticas
y coyunturales de la época.
Inolvidable, por supuesto,
es también en aquellos terribles
años de muerte y plomo de la dictadura
su famoso texto Desventuras en el País
Jardín -de- Infantes; donde con inteligencia
y coraje emprende una crítica al
régimen imperante en el país.
Con la vuelta de la democracia,
es honrada como Ciudadana Ilustre de la
Ciudad de Buenos Aires, en una ceremonia
que comandó el mismo presidente de
aquellos tiempos, Raúl Alfonsín.
Y sigue publicando más libros infantiles:
Veo veo; Bisa vuela; y Los Griegos. Además,
de publicar la totalidad de todas su poesías
hasta el momento, bajo el nombre de Los
poemas.
La pulsión expresiva
de María Elena no sabía del
descanso, fue así como siguió
entregándonos una serie de obras,
casi sin parar; durante estos últimos
veinte años, como la publicación
de más textos infantiles, tales como:
La Reina Batata; Manuelita, ¿dónde
vas?; Osías el osito; El Mono Liso;
El gato que pesca; y El show del perro salchicha.
Pero también incursiona en la narrativa
para adultos, publicando las siguientes
novelas: Novios de antaño; y Fantasmas
en el parque; una suerte de continuación
de la primera.
Como pueden apreciar,
queridos lectores, con tamaña obra
que nos ha dejado María Elena es
imposible que deje de estar con nosotros.
Así, una vez más, ella, como
todo artista, pudo ganarle a la fatalidad
misma de la muerte. Puede estar tranquila
por esto. Shh, mientras tanto, hagamos silencio
nosotros, un ratito al menos; que está
descansando María Elena.
Marcelo Saltal
marcelocree@yahoo.com.ar
Revista El Abasto, n° 128 , enero/febrero
2010.