La mujer, alma de tango
En la historia del tango,
la mujer ocupa un lugar central, en el cual
es indirectamente protagonista de todas
las escenas. Si bien, se suele decir que
es un ambiente machista, yo diría
que es necesario rever esa percepción.
Resulta que en la danza,
el hombre propone y la mujer dispone. Cuando
vamos a clases, nos dicen que debemos seguir
las indicaciones del compañero para
poder bailar. Sin embargo, si nosotras no
queremos, no lo hacemos. Si el compañero
es lento o aburrido, nosotras tenemos la
opción de hacer adornos y juegos
con los pies, de manera tal que quede claro
que sabemos lucirnos y pavonearnos. Es muy
importante, que el hombre sepa que la mujer
tiene sus tiempos también al bailar.
Existen bailarines que desean hacer del
baile toda una demostración propia,
pero tarde o temprano se toparan con una
milonguera que les enseñará
a saber esperar la elegancia de su compañera.
“El tango es un
baile que se aprendía entre varones”,
otra falsa afirmación que solemos
escuchar. El tango se practicaba entre varones,
y se bailaba con mujeres. Simplemente, que
al ser un baile prostibulario, debían
practicar antes de llegar al prostíbulo,
y luego mas adelante, antes de llegar al
salón de baile. De esta manera, podrían
lucirse con sus mujeres.
En las letras de tango,
la mujer es un tema más que recurrente.
Existen tangos que le cantan a misteriosas
y míticas mujeres, como a Malena,
Grisel, Malvón, la rubia Mireya,
o Margot. Todas ellas de trágicas
vidas y finales poco felices. Hasta incluso
hay un tango, donde una Catalina muere a
manos de su marido de 34 puñaladas.
Mujeres, a lustrar sus
zapatitos y a lucirse en las pistas que
el tango está escrito para que brillemos
con él.
Catalina Cabana
[email protected]
Revista El Abasto, n° 129 ,marzo 2011.