¿Una cuestión
de género?
Recuerdo cuando estudiaba
Letras, en Puán, que se insistía
mucho en que no existen géneros literarios
menores como se venía planteando
anteriormente la literatura desde ciertos
sectores. Por ejemplo, el policial, no es
un género menor, es un género,
bueno dos más bien (de enigma y negro)
y punto. Lo que si pueden haber son mejores
o peores escritores. El otro día
en televisión le consultaban a unas
divas sobre si el teatro de revista era
un género menor con respecto al teatro
clásico. Las actrices contestaron
que no, que no hay géneros mayores,
ni menores, que puede cambiar la puesta,
el elenco, la inversión, pero que
el teatro de revista no es un género
menor. Y no dudo que entre taparrabos y
pezoneras no puedan incluir temas trascendentales
o críticas interesantes. Pienso que
tal como en la literatura pasa lo mismo:
la calidad es un don en sí, por dedicación
y profesionalismo, no un tema genérico.
Ahora, ante
la nueva ley de medios audiovisuales basada
en la guerra descarnada por la interpretación
de la realidad, según intereses corporativos
o la mirada de los políticos de turno,
el periodismo entra a ser cuestionado y/o
analizado. Personalmente me llama poderosamente
la atención que dos personas de la
vida pública que respeto: la defensora
Alicia Pierini y el presidente de Télam,
Martín García, cuando entran
con sus propuestas de intercambio de información
de ida y vuelta con los medios barriales-cada
cual desde la institución que preside-
y abren el abanico ante el cambio que a
su vez podría generar la conformación
de las comunas comienzan, cada uno por su
lado, alabando al periodismo vecinal ¡por
su publicidad zonal! No por sus contenidos
periodísticos, que luego mencionan,
sino comienzan rescatando los avisos barriales.
Por un lado los entiendo porque a través
de nuestras páginas tienen acceso
económico los comercios del barrio
y eso abre otra mirada, otro mapa de la
zona. Pero que pongan nuestra producción
periodística en segundo plano no
es algo que me alegre.
Porque tampoco creo
que en el periodismo haya géneros
de segunda. Todo lo contrario, somos el
referente de cualquier medio grande que
pretende encarar un tema por la zona. Y
sin nosotros, muchas veces, las noticias
salen torcidas, mal.
Los medios periodísticos
barriales tienden a confundirse con guías,
especialmente por anunciantes que solo pretenden
ver su aviso y no les interesa la lectura.
Pero una guía es otro producto. Un
medio periodístico barrial trabaja
el contenido desde la óptica de los
vecinos. Como consuelo ególatra puedo
mencionar que mientras Pierini hablaba de
periodismo vecinal no dejó casi por
un instante de ojear la revista El Abasto
que tenía sobre la mesa, delante
de una treintena de editores, al punto tal
que llegó a mencionar una nota sobre
el IMPA.
Como autocrítica,
y hablo acá por la revista El Abasto,
podría sí reconocer que las
cosas podrían mejorar aún
más. Estoy convencido de que si el
medio tuviera la posibilidad material de
contratar todos los aportes y tiempos de
dedicación que realmente se necesitan
para hacer bien las cosas posiblemente ganaríamos
calidad. Por otro lado podríamos
hacer crecer el medio a tal punto que su
llegada podría influenciar aún
más en la vida social y política
de los barrios que abarcamos. Para eso,
además de cables de noticias gratuitos
(gracias Télam) y agencias de ida
y vuelta, nuestra tarea requiere de pautas
fuertes. Y esa es una decisión política
que discursivamente se viene expresando.
Sin embargo, en la práctica “el
gran enemigo” del estado nacional,
Clarín, continúa recibiendo
publicidad estatal mientras los medios vecinales
aún no accedemos. Anhelo el momento
en que los discursos de mejor distribución
de la pauta se hagan realidad y permitan
un mayor desarrollo del periodismo barrial.
Y esto lo digo sin mala onda y con mucha
fe.
Rafael Sabini
[email protected]
Revista El Abasto, n° 132 , junio 2011.