“Nuestra moral es
tan buena que hagamos lo que hagamos siempre
está bien”
El título alude a
una frase de Tikkanen -en su versión
original está redactada en primera
persona- que por su toque irónico
bien podría pertenecer a Groucho
Marx. Pero mejor vayamos al caso y veamos
una actitud de fanatismo en vano…
Con pruebas contundentes la ONG La Alameda
hizo público, primero a través
del diario Perfil, y luego por otros medios
como su propia página, el hecho de
que el juez de la Corte Suprema de Justicia,
Eugenio Raúl Zaffaroni, tiene seis
de sus quince propiedades alquiladas a prostíbulos.
El juez se deslinda diciendo
que si bien son de su propiedad había
una inmobiliaria de intermediaria y un administrador
a cargo.
Aclaremos que es legal
prostituirse, pero, sin embargo, es ilegal
el proxenetismo, es decir, la explotación
de la prostitución ajena que muchas
veces linda con la trata de personas.
Para el presidente de
La Alameda, Gustavo Vera, el Dr. Zaffaroni
debería denunciar a su apoderado
Ricardo Montivero y a la inmobiliaria donde
supuestamente lo estafaron en su buena fe
(según dijo el juez en algunas notas).
También solicita que “le entregue
a la UFASE y a la fiscalía 7 todos
los datos de los proxenetas que firmaron
los contratos donde funcionarios esos prostíbulos;
que exija a la Procuración por qué
no le informó de los prostíbulos
que La Alameda había denunciado en
el 2009 y que estaban en su propiedad y
que ayude a rescatar y reparar a las víctimas
de los delitos que se cometían en
su propiedad”.
Si bien todo este embrollo
huele a “cama política”
-al mejor estilo caso Schoklender en relación
a Sueños Compartidos o al caso Cromañón-
no es periodísticamente ético
callar el tema, ni culpar al mensajero como
vemos que se está haciendo por varios
lados. Aníbal Ibarra se embarró
por no "quemar los fusibles" que
correspondían. Las Madres tomaron
otro camino, dejando en claro que los Schoklender
las estafaron primero que nada a ellas.
Somos conscientes de que
muchos políticos inescrupulosos -y
medios sin ética- en plena campaña
electoral usaron este tema para intentar
“pegarle” al gobierno nacional,
dado que el juez Zaffaroni llegó
a la Corte Suprema en la época del
presidente Néstor Kirchner.
También hay que
reconocerle la impecable trayectoria al
Dr. Eugenio Zaffaroni como referente lúcido
en criminalística. No dudamos de
que es un excelente penalista y juez. Pero
aclaremos: él mismo reconoce que
es lógico que pidan explicaciones
del caso.
Lo que hace mucho ruido
es esa defensa a ultranza que ejercen en
su apoyo muchísimos periodistas,
intelectuales y personajes públicos,
sosteniendo que por el simple hecho de que
Zaffaroni tiene un currículum impecable
no necesita dar explicaciones. ¿Cuál
habría sido la actitud de estos defensores
a ultranza si el juez en cuestión
hubiese llegado a la Corte Suprema durante
la presidencia de Carlos Menem?
Esa actitud de contraponer
no ayuda. La vida no blanco o negro; por
suerte existen los colores. ¿No ha
demostrado ya la historia que la ignorancia
o el odio no se combaten con lo mismo? ¿No
han descubierto aún el poder sanador
de la verdad y el amor?
Una cosa es apoyarlo y
confiar, otra cosa es pretender que en las
“propias filas” vale todo porque
“somos los buenos”. Un poco
de autocrítica, ¡por favor!
Sigan el ejemplo del mismo juez que dicen
defender y entiendan que es lógico
que se esclarezca el tema. Y sin dudar:
Zaffaroni no sabía nada del tema.
Rafael Sabini
[email protected]
Revista El Abasto, n° 134 , agosto 2011.