Entrevista a la pareja ganadora del mundial de tango 2010

Si un año después te vuelvo a encontrar

La vida es un tango, dice el saber popular. Cada tango es una historia llena de sueños, anhelos y vivencias. Los porteños nos enamoramos de aquellos poemas que hicimos propios y cantamos como si fuesen nuestras aquellas penas e ilusiones.
   Una de aquellas innumerables historias que asoma atrás de un tango es la de María Inés Bogado y Sebastián Ariel Jiménez ¿Te acuerdas? Hace justo un año esta joven pareja de baile, ella 30 y él 19, se consagró campeona del último Mundial de baile en la categoría Salón, organizado por el gobierno porteño.
    Para saber qué fue de sus vidas, nos encontramos con esta dupla en un café de San Telmo, a pocas cuadras de Plaza Dorrego, donde bailaban a la gorra antes de este gran reconocimiento.

Del sórdido barrial buscando el cielo
La melodía de fondo que vibra al compás de esta historia es Raza criolla, instrumental que sonó por primera vez en los oídos de Inés y Sebastián cuando estaban en el escenario del Luna Park. Desde ese momento en adelante pasaría a ser un tango fundamental en sus vidas. “Es un tema especial para nosotros”, confiesa Jiménez.
    En este sentido, ambos afirman que haber ganado el certamen implicó “un antes y un después” en sus vidas. Sebastián cuenta: “Yo estaba estudiando, a los 18 vivís con tus viejos, el tango era para mí un hobbie que me apasionó desde el primer momento; cuando termino el mundial todo recién empezaba para nosotros”.
    Inés por su parte agrega: “Me encontré con Sebastián, nos llevábamos bien y después empezamos a formar la pareja de baile, después del mundial seguimos adelante y empezamos a viajar y organizar cosas que jamás las imaginábamos; uno quiere bailar tango y el día de mañana poder conocer nuevos países”.

Tiempos nuevos
Previo a hacer las valijas y recorrer el mundo sacando viruta al piso, llegaron los elogios inesperados. “Mucha gente que nosotros admiramos del entorno del tango se nos acercó y nos dijo que sigamos adelante, que esto recién comienza y nos aconsejaron que siempre busquemos el progreso”, recuerdan con orgullo.
    El cariño del público tampoco se hizo esperar. “El reconocimiento fue muy lindo, muchos querían tomar clases con nosotros, nos hizo muy bien que quienes recién empezaban nos vieran como guías”, destaca Inés.
    La pareja de bailarines nos cuenta que de viaje por Europa, parte de Asia y Norteamérica, además de presentarse en distintas academias, empezaron a ver cómo la gente del exterior “toma como propio al tango”. “Algunos aprenden español a través de las letras y poemas, también muchos se inician mirando videos en internet”, menciona Inés.
    “Hay gente que viene a Buenos Aires a tomar clases, está varios meses y luego regresa a su país de origen, donde tiene escuelas y enseña, es un camino de perfeccionamiento”, relata Bogado sobre los más experimentados.
    En tanto, Sebastián remarca otro costado del tango, el de “baile social”: “Hay casos de gente que no le encontraba un sentido a su vida, pasaba del trabajo a la casa y viceversa; nos han contado muchos amigos que por medio del tango empezaron a relacionarse, encontraron amigos y toman a las milongas como puntos de encuentro”.

A bailarlo
Con el Festival y el Mundial 2011 a punto de iniciar, organizados por el Ministerio de Cultura porteño, Bogado y Jiménez definen a esta iniciativa como “una puerta que se abre” tanto para los tangueros como para el público.
    Por un lado, “es una fuente grande de trabajo para profesores”. Por el otro, “las competencias dan lugar a que grandes bailarines adquieran visibilidad”, considera Sebastián.
    Inés añade que “con el correr de los años la programación de estos eventos se va perfeccionando”. “Lo que más rescatamos es que esté la posibilidad de ir a ver espectáculos gratuitos, asistir a conciertos, clases y milongas abiertas;-reflexiona la joven- le dan al público la posibilidad de saber más acerca del tango”.
    ¿Con estos mega-festivales se puso de moda el tango for export? Ambos dan una mirada profunda a este “resurgimiento”, tal como ellos lo definen. “Siento que no es una moda, las cosas cambian y evolucionan”, evalúa Inés.
    “Estas iniciativas son un aliciente para que la juventud conozca las raíces del dos por cuatro, la aparición de grupos como la Orquesta Típica Fernández Fierro o La Vidú, sirve de trampolín para profundizar y conocer las raíces mismas del tango, el cual tuvo muchos cambios, por lo que hoy estamos viendo un tango nuevo”, expone Inés.

Con ansias constantes de cielos lejanos
Durante la charla, existe un hilo que atraviesa los distintos tópicos. Desde su paso por el exterior hasta sus planes a futuro. “Queremos seguir puliéndonos”, explica Inés al mencionar que, más allá del prestigio obtenido por ser campeones mundiales, continúan tomando clases e intentando nuevos pasos.
    “Siempre decimos que tenemos que tomar clases, ampliar los conocimientos; así en el tango como en la vida te das cuenta de que hay otras cosas y no tenés que dejar pasarlas y aprender de ellas”, añade Sebastián.
    El camino que los sueños prometieron a sus ansias se reparte entre “seguir viajando” y poder tener un sitio propio para enseñar. Ambos coinciden en que les gustaría conocer Japón y Estados Unidos y volver a Canadá.
    Por otra parte, el objetivo está en “seguir trabajando dando clases en Argentina y afuera”. “Ojala tengamos a futuro algo nuestro, una escuela o academia”, cuenta Sebastián.
    Nos despedimos de la pareja. Ellos quedan tomando un café en medio de la tarde gris que asoma por los techos de San Telmo. Queda sonando a lo lejos el compás de Raza Criolla y con este tango la imagen del Luna Park aclamando a los campeones mundiales. La vida es un tango, es cierto, y el que bailan Inés y Sebastián está compuesto por acordes de perseverancia y talento.

Juan Manuel Castro
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