La importancia del billete
El reconocido, y talentoso, actor, director
y escritor Rafael Spregelburd desembarcó,
hace un tiempo a esta parte, con dos nuevos
espectáculos suyos en cartel, los
que, ambos, están en el barrio del
Abasto. Pero en esta ocasión, me
referiré sólo a uno de ellos:
Todo.
Esta obra fue escrita
a pedido por el Teatro Schaubuhne de Berlín
para el Festival Digging Deep and Getting
Dirty con motivos de la conmemoración
por los 20 años de la caía
del Muro. Lo que se proponía en esta
convocatoria que se le hizo a Spregelburd,
junto a otros dramaturgos del mundo, fue
que se creara una obra que conjugara la
identidad colectiva y la ideología.
Así devino este Todo; la que partió
de estas tres premisas: ¿Por qué
todo estado deviene en burocracia? ¿Por
qué todo arte deviene en negocio?
y ¿Por qué toda religión
deviene en superstición? De este
modo, la obra se divide en tres episodios:
el primero es “Burocracia”:
aquí vemos a un grupo de empleados
públicos en sus rutinas laborales,
no muy aquejados por la actividad, por cierto,
mientras tratan de matar el tiempo hablando
de todo aquello que atañe a ese,
su micromundo laboral.
Hay un empleado
perdido que va y viene tratando de llevar
algo y que nunca encuentra adonde ir, como
si fuera un personaje de Kafka. Otro que
trata de poner orden, en el extra escena,
sacando las cosas de su lugar; como si al
desarmar ese espacio estuviera rompiendo
con vaya a saber qué orden microimpuesto.
Pero es que la burocracia, probablemente,
funcione así, imponiéndose
respetar un cierto orden, impuesto por aquellos
mismos engranajes que la integran. En esta
primera parte del espectáculo los
actores manipulan objetos invisibles, mientras,
los vemos hablar de trivialidades hasta
llegar al momento, quizá, uno de
los más elevados de esta parte, como
lo es toda la secuencia de la campera que
cuenta la empleada nueva. Lo que derivará,
luego, en prender fuego a distintos billetes.
Debo de reconocer que, tanto aquí,
como en los otros episodios de Todo sus
personajes son sumamente reconocibles y
que hay distintos paralelos entre cada una
de las partes que componen este todo. Como,
por ejemplo, en algunos de sus personajes
que están presentes en otros episodios,
pero con otro contexto, y atravesando otras
situaciones.
El segundo episodio,
“Negocio”: nos muestra a una
de las oficinistas del episodio anterior,
en su casa, a punto de celebrar una Noche
Buena, con su jefe como invitado; más
su hijo adolescente, el que nunca sale de
su cuarto; su ex marido, profesor de filosofía
en colegios secundarios, y el hermano de
la dueña de casa, un exitoso artista,
radicado en el exterior, junto a su novia
coreana. Aquí no se queman billetes.
Pero, sí, comentan cuando en una
muestra artística del hermano, para
la Bienal de Arte Joven, posterior a la
llegada de la democracia, este prendía
fuego a unos libros de filosofía,
que había escrito el profesor, para
los alumnos de educación media. Todo
esto sirve para entablar una discusión
acerca de la naturaleza del arte y de cómo
este se conecta con el dinero. De cómo
el arte se transforma en un objeto de mercado.
Así podemos ver como Spregelburd
le da una prioridad temática, de
peso, al dinero como tal. La importancia
del billete, y no de llamarse Ernesto, parafraseando
a Wilde, si me lo permiten.
Y en el tercer episodio,
“Superstición”: vemos
como una madre que no llama a su hijo por
su nombre, por temor a que este se muera,
se preocupa en extremo ante una descompensación
de su bebé primerizo y llama, en
una noche torrencial, a un médico
a domicilio; al tiempo, que regresa, al
hogar, el padre, autor de libros infantiles,
con su editora y un tercero.
Si algo transmite
esta obra es una mirada irónica sobre
todas las convenciones y el snobismo social.
Tampoco puedo omitir la enorme presencia
de la voz en off, que circunda a estos tres
episodios, la que funciona como otro personaje,
narrador de aquello que ve. Y que va apuntándonos
en esta narración, mientras lo vincula
con lo que sucede en escena, desde los Dioses
menores del Olimpo hasta el relato de las
diez plagas que azotaron a Egipto.
La puesta en escena
de Todo es austera, despojada; apenas si
hay un pequeño espacio audiovisual
(apenas un rectángulo), que completa
la escenografía y, más de
una vez, complementa el relato.
Para ver.
Marcelo Saltal
[email protected]
Ficha Técnica. Obra:
Todo.
Autor: Rafael Spregulburd. Elenco: Rafael
Spregelburd; Andrea Garrote; Mónica
Raiola; Mariano Sayavedra; Alberto Suárez.
Grupo El Patrón Vázquez. Producción:
Corina Cruciani. Asistencia de dirección:
Ignacio Bozzolo – Lalo Rotavería.
Dirección: Rafael Spregelburd. Sala:
Becket Teatro, Guardia Vieja 3556. Tel.: 4867-5185.
Revista El Abasto, n° 134 , agosto 2011.