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Reflexiones sobre la reciente
Conferencia de las Partes no.
17 de la Convención Marco
de las Naciones Unidas para el Cambio
Climático
COP 17: se calienta el
planeta,¿a quién le importa?
Se cierra otro cónclave
presuntamente planetario sobre el llamado
calentamiento global, la Conferencia de
las Partes no. 17 de la Convención
Marco de las Naciones Unidas para el Cambio
Climático, llevada a cabo en Durban,
Sudáfrica.
A medida que la efectividad se esfuma,
aumentan los encuentros, inmortalizados
por Quino con aquella secuencia de satisfechos
“delegados” que encaran el
problema del hambre en el mundo; de alegres
“representantes” que enfrentan
los dramas de la guerra, de “enviados”
que vienen a atender la escasez del agua
en el planeta, bien provistos todos ellos,
de funcionarios muy bien pagos que se
juntan para encarar el problema de la
desocupación mundial…
Ese universo, contrastado
por Quino con las vicisitudes en “Villa
Tachito”, es lo que se patentiza,
cada vez más con estos encuentros.
La delegación
de EE.UU. se negó a acompañar
la posición mayoritaria de la OCDE.
Siendo EE.UU. el principal contaminador
a este respecto (y a todos los demás
que se conocen).
En 2012 vence
el plazo para aquel mítico 5%.
No para empezar a tirar manteca al techo
sino para encarar medidas mayores, dado
que el calentamiento global prosigue acentuándose.
En el 2001, la
delegación de EE.UU. encontró
la fórmula maravillosa y poco original
de monetarizar la contaminación
y proponer la actividad bursátil
con aire caliente. Que el país
que por alguna razón emitiera menos
(por ejemplo desindustrializándose,
como entonces Rusia y en su medida Argentina)
vendiera los cupos disponibles, así
otro estado que quisiera contaminar por
encima de sus compromisos, le comprara
ese derecho a contaminar…
Fue una prueba del carácter letal
del sistema de dominio del capital. Que
es como el rey Midas.
La bolsa de comercio
de aire contaminado no anda muy bien puesto
que los técnicos aún no
han podido cuantificar aceptablemente
las emisiones y los llamados bancos de
carbono (bosques y monocultivos forestales,
p. ej.).
Pero el deterioro en el manejo de la cuestión
se acentúa. COP 15, en 2009, Copenhague
no llegó a acuerdo alguno y con
gran escándalo el encuentro terminó
apenas aumentando la frecuencia de encuentros
para simular la falta de soluciones. Once
meses después, el COP 16 en Cancún
mostró igual falta de resolución…
nadie quiere ya un convenio vinculante,
ha ido surgiendo, con EE.UU. a la cabeza,
la idea de que cada sociedad haga lo que
pueda para achicar las emisiones que provocan
el aumento de temperatura planetaria.
Es decir, la administración del
gallinero a cargo del zorro.
Pero el deterioro avanza,
al parecer incontenible. El de las cumbres
y el del planeta, cada uno por su lado.
Para el COP 17
se presentaron dos “novedades”:
1) Instaurar un “fondo
verde” para inversiones en la periferia
planetaria, un fondo de cerca de cien
mil millones de dólares para financiar
medidas vinculadas… con el calentamiento
global. Una financiación para que
las grandes empresas del mundo enriquecido
intervengan más todavía
en el resto de planeta controlándolo,
so pretexto del calentamiento.
El calentamiento global
no se arregla con dólares, con
inversiones en la periferia. Para achicar
las emisiones lo que se necesita lo dijo
Perogrullo… emitir menos. Consumir
menos. Ahorrar más.
Cambiar el estilo
de vida. Pero de eso sí que ni
se habla. Mediante una triste connivencia:
los países enriquecidos quieren
seguir su tren de vida así deshagan
todo el planeta; los países empobrecidos
sueñan con esos dólares
que vendrán como ayuda climática,
aunque actúen en sentido contrario,
porque de esos cientos de miles de millones
algunos por vía de ONGs, algunos
por vía de I+D (“inversión
más desarrollo”), quedarán.
No sueñan
eso todos los habitantes de los países
enriquecidos, pero sí una vasta
mayoría; tampoco lo sueñan
todos los habitantes de los países
empobrecidos, apenas los que están
en los lugares “adecuados”
para “hacer una diferencia”…
Pero esos sectores,
son económica y culturalmente activos
y su peso siempre se hace sentir.
2) El segundo hallazgo”
es, mejor dicho era, dado el estado de
situación, un segundo Kyoto. Ya
que el convenio de Kyoto vence en 2012,
ver cómo continuar.
Y aquí
el panorama es todavía más
sombrío, si cabe. No va a haber
convenio vigente alguno, ni el año
que viene, ni el subsiguiente… a
lo más se ha fijado la fecha de
2015 para iniciar su firma, y ya se ha
planteado, por la presión de países
como EE.UU. y China, que no entre en funciones
antes de 2020.
Y la yapa: que
no se trate de ningún convenio
vinculante, como fuera el de Kyoto.
En Kyoto se establecieron disminuciones
mínimas de emisiones país
por país, pero por carecer de instrumentos
ejecutivos o punitivos ante la violación
de las metas, su carácter vinculante
es muy relativo. A escasos meses o días
de su vencimiento, en 2012, hay muchísimos
países, firmantes, que no han cumplido
con el bendito 5%. Canadá, por
ejemplo, no sólo no redujo sus
emisiones de 1990 (fecha que se tomó
como base) a 2012, sino que, hasta 2011,
las ha aumentado alrededor de un 30%.
De todos modos la tendencia
es ahora a que sea algo apenas exhortativo.
Establecer de
hecho un período de “viva
la pepa”, de más
viva la pepa que hasta ahora cubierto
con la hoja de parra de la bolsa de aire
caliente, establecer una “licencia
de conciencia ecológica”
desde 2011 a 2020, ¿no es novedoso?
Y perfectamente esperable dado el tratamiento
hasta ahora.
La industrialización
no parece detenerse ante nada. Por eso
China aprieta el acelerador.
Y los países
enriquecidos, crecientemente conscientes
de los límites planetarios están
encarando cómo esquilmarlo prescindiendo
de toda consideración ambiental,
es decir de la supervivencia del planeta
como hogar común. Lo vemos entrecasa.
Por eso, en Durban muchos manifestantes
exhortaban “No maten al África”.
Consigna por demás acertada, como
bien manifestara la delegación
boliviana cuando en la COP 16, el año
pasado, se negó a acompañar
medidas que no ponían un freno
expreso al calentamiento promedio de más
de un grado y medio centígrado
para el planeta.
Promedio que implica
para el África ecuatorial más
de 5 o 6 grados, es decir la ruina de
cultivos, vertientes, humedales…
Como para darle
más razón a Quino, la presidenta
de este cónclave, la sudafricana
Maite Nkoana-Mashabane, se ha quejado
de que haya quienes critican 'todo lo
que trabajan'.
Sin comentarios.
Luis E. Sabini Fernández
[email protected]
Y
nos quejábamos de Kyoto...
El tan meneado Acuerdo de Kyoto, de 1997,
había logrado aunar a casi toda la
OCDE entonces, es decir el “club”
de los países enriquecidos o industrializados,
para que redujeran las emisiones de gases
de efecto invernadero un 5% en 15 años.
Ya entonces la mayoría de los climatólogos
sugerían que para frenar verdaderamente
el calentamiento global había que
reducir un 60% las emisiones, no un 5%.
Petróleo
supercontaminante
EE.UU. y Canadá acaban de firmar
un convenio a largo plazo para la extracción
de arenas bituminosas de Alberta en el norte
canadiense para volcar al consumo de petróleo
de EE.UU. mediante un oleoducto de unos
3 mil km. Este convenio le asegura a EE.UU.
“su” consumo de petróleo
por décadas por venir. El detalle:
el tratamiento de tales arenas es un 80%
o 100% más caro que los costos petrolíferos
tradicionales. Y las emisiones de ese tipo
de petróleo son también mucho
más gravosas; se estiman “apenas”
un 50% más contaminantes.
Con razón James Hanson, director
de la NASA, declaró que si tal oleoducto
se construye “será el golpe
de gracia al equilibrio climático
planetario”. Aunque no sabemos de
qué equilibrio habla, puesto que
muchas mediciones de las últimas
décadas hablan de un desequilibrio
creciente y aunque tampoco sepamos si las
declaraciones del Sr. Hanson son de mera
verificación con prescindencia de
juicio de valor, lo cierto es que su evaluación
parece preocupante.
Descubierto
nuevo planeta habitable
Hace un tiempito nos enteramos que un equipo
de astrónomos de la Institución
Carnegie y la Universidad de California
descubieron un nuevo planeta fuera de nuestro
Sistema Solar que tiene un tamaño
similar a la Tierra y que se encuentra en
una zona que podría ser habitable.
Se trata del Gliese 581g, y está
a unos 20 años luz (moco de pavo),
según se publica en la revista 'Astrophysical
Journal'. Para los astrónomos se
encuentra a una distancia de su estrella
que le permite tener una temperatura adecuada
-entre menos 31º y menos 12º centígrados-
para que haya agua líquida en su
superficie, o a escasa profundidad. El planeta
a su vez tiene gravedad, su periodo orbital
es de poco más de 36 días,
su masa es entre 3,1 y 4,3 masas terrestres
y, además, la atracción de
la estrella Gliese 581 hace que siempre
tenga una cara con luz y otra oscura y fría.
Uno de sus “descubridores”,
mediante un gran telescopio, Steven Vogt,
sostiene (www.nuevoplaneta.es) que “Si
uno toma el número de estrellas de
nuestra galaxia -unos pocos cientos de miles
de millones- y lo multiplica por el 10 o
el 20%, termina con entre 20 y 40.000 millones
de planetas potencialmente habitables allí
afuera -dijo Vogt-. Es un número
muy grande.”
Ya sin dudar que los del COP 17 posean empatía
hacia el género humano uno se pregunta
si no tienen ya adquiridas sus propias parcelas
en algún otro planeta.
Revista El Abasto, n° 138 , diciembre
2011.
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