Sintonizando
Cuando las argumentaciones
más fuertes de la oposición
nacional pasan por los dichos del extraño
Schoklender o del genocida Videla notamos
que la administración de Cristina
Fernández anda muy bien o que anda
muy mal el plano crítico. O tal
vez una mezcla de ambos.
Capitalismo de
rostro bueno. La realidad es
que su política nacional tiene
a favor a los grandes capitales que vienen
siendo bastante cuidados, tanto para la
explotación de la tierra como para
la extracción de los minerales.
Además se cuida la industria y,
sin embargo, también se trabaja
para incluir a los más desclasados.
No sé si siempre con políticas
convenientes, dado que muchas veces son
meros paliativos, pero que hay un claro
discurso de un intento inclusivo es indiscutible.
Cuestión que no refleja la administración
de esta ciudad.
Tensiones internas.
Sin embargo, la política a nivel
nacional tiene baches, tropiezos y cuestiones
pendientes. Y es claro que incluso dentro
de las filas de kirchnerismo hay tendencias
contrapuestas. Por ejemplo, hay quienes
prefieren potenciar indiscriminadamente
el multimedio Spolsky (o el de Hadad)
con dinero de pauta oficial, mientras
que están los que verdaderamente
creen en que con la nueva ley de radiodifusión
se debería apostar a acompañar
a muchos pequeños medios modificando
así realmente el funcionamiento
de las cosas. Están
los que defienden un tren bala para unos
pocos y los que quieren un tren para todos.
Están los convencidos de que el
transporte como los trenes y los aviones
deben contar con subsidio nacional y los
que se preguntarán por qué
un jubilado que nunca viaja debe aportar
para eso.
Están quienes opinan que es bueno
que la Barrick Gold extraiga minerales
para que el mundo tenga materia prima
y los que prefieren no contaminar, y menos
si la ganancia no deja ni para reconstruir
napas y suelos. Tensiones de ese tipo
hay muchísimas, soy un convencido
de que dentro del gobierno nacional –como
dentro de cualquier agrupación
humana que ejecuta– hay tensiones
y tendencias.
Pingüino,
pero no repetidor. En lo personal
no coincido cien por ciento con la presidenta
de la Nación. Y eso es normal.
Para mí, sin cuestionar su rol,
considero que la crítica debe ayudarla.
No combatirla. Hace muchos años
que un primer mandatario argentino, no
me inspira el respeto que lograron ella
y Néstor. Considero que Cristina
tiene una oratoria formidable, está
muy bien informada y transmite desde el
plano intelectual y el emocional a la
vez. Eso la hace extremadamente poderosa.
Pero paradójicamente también
vulnerable en lo personal, porque sufre.
Le deseo salud y paciencia.
Indudablemente el kircherismo nos está
dejando otra Argentina. Falta mucho por
hacer, mucho por recuperar, desde los
trenes a manos del estado hasta las Malvinas.
No creo que sea cuestión de repetir
un capitalismo de rostro bueno, sino más
bien soy un convencido de que se puede
generar algo nuevo, propio, latinoamericano,
innovador, único...
Como punto de partida deberíamos
todos compartir que es hora de descartar
una realidad donde unos pocos estén
bien -pero con un miedo terrible a que
los pobres se los coman- y elegir una
Argentina incluyente. Como reza el mural
de la esquina de Humahuaca y Acuña
de Figueroa: “Para todos el
pan. Para todos la belleza. Para todos
todo”.
Rafael Sabini
[email protected]
Revista El Abasto, n° 141 , marzo 2012.