Nueva sede de la Usina
Cultural del Sur
Casa nueva, el espíritu
de siempre
Apenas terminas
las refacciones del lugar, la gente de
la Usina Cultural del Sur arrancó
talleres y cursos en su nueva sede, ubicada
en Humahuaca 4247 para nutrir la vida
cultural de Almagro. Visita y charla con
sus referentes sobre comunas, participación
ciudadana y el reconocimiento a los espacios
sociales porteños.
Viernes a la noche.
El frente de la nueva Usina es verde y
tiene unos amplios ventanales. Sobre la
vereda se levanta un hilo de humo y las
brasas terminan de tostar los choris.
La parrilla en el cordón es la
antesala de un cálido festejo por
tres: Editorial Pánico el Pánico
presenta los libros Todos los bosques,
de Belén Iannuzzi; Intenciones
de hablarte, de Luciana Ravazzani; y El
idioma que usan todos, de Ignacio Molina
presentan. Hay música de Los Primos
y Sofía Galarce. Es una noche agradable.
Por dentro, la
casa se extiende en un amplio pasillo
de techos altos. Donde hace añares
funcionó un conventillo en pleno
Almagro, ahora se convierte, paso a paso,
en “una herramienta cultural territorial
en el barrio”, tal como nos define
luego una de sus integrantes, Florencia
Minici.
Atravesando unas cuantas
mesas y la barra, el fondo del lugar se
acomoda como el espacio para las presentaciones
y la música. Luces tenues, un puesto
con los libros de Pánico el Pánico.
Un clima acústico es la constante
de este viernes.
Y en todo el ambiente
hay una clave con la que la Usina viene
afianzándose desde su estadía
a media cuadra de Plaza Almagro, allá
a lejos en 2008. Minici afirma que esta
consolidación del espacio “desde
lo cultural” es el trampolín
para que hoy, en su nueva sede de Humahuaca,
afronten “un año territorial”,
sintetiza y arremete de vuelta: “Es
un lugar más grande con más
posibilidades de desarrollo de lo institucional.
Hay gente nueva, nos da pilas a los que
la remamos desde el inicio. Es un desafío,
subir la apuesta”.
Desde su apertura, celebrada
el 5 de abril y 12 de mayo, la vida cotidiana
en el norte de Almagro se nutre de las
propuestas que brinda este espacio cultural:
guitarra, fotografía, pintura para
chicos, historia y filosofía argentina,
teatro para principiantes, armado de módulos
analógicos de sonido, eco-arte
para chicos, historia, composición
de la canción y clases de box.
Mientras los presentes
aplauden y festejan a cada uno de los
escritores y poetas en su noche de presentación,
Florencia repasa que la actividad del
centro cultural, más allá
de los talleres, implicó articular
con otros espacios del barrio y la comuna.
De esta experiencia surgieron movidas
como la marcha en repudio a la muerte
de Jon Camafreitas y diversos festivales
por la descentralización porteña.
En esta línea, nos adelanta que
“ante la situación de cierre
de cursos” varias organizaciones
harán un “festival en defensa
de la educación pública”,
repudiando las “políticas
privatistas”, pero a la vez tejiendo
lazos cada vez más fuertes con
agrupaciones zonales.
Con respecto al
panorama social y político que
se desprende de las comunas y los Consejos
Consultivos, Minici resalta que Usina
está registrada en el CCC de la
Comuna 5 (Almago y Boedo) “acompañando
desde su formación, aquel que peleaba
por la salida de comunas”. “Vamos
a acompañar con propuesta concretas”,
sostiene y puntualiza la iniciativa de
trabajar “sobre el rescate del patrimonio
histórico del barrio”. “Es
un barrio con mucho patrimonio, pero poco
fue relevado”, lamenta Florencia,
quien resume que “la idea es convocar
a los vecinos y relevar el barrio para
que los edificios valiosos no sean demolidos”.
Con respecto a
la participación de los vecinos
e instituciones de la zona, Florencia
indica que se debe a “un rasgo de
época, es la intervención
en cuestiones de la vida cotidiana, independiente
de cualquier afiliación política”.
“Por distintos
motivos, demoras en la implementación
de lo establecido en la reforma de la
constitución de 1994, la aparición
de los consejos representa una nueva vida
de las viejas asambleas del 2001”,
resume Florencia.
Cerrando la charla, Minici cuenta que
tanto Usina como otros espacios culturales
porteños continúan “peleando
por la ley de centros culturales a través
del Movimiento de Espacios de Cultura
y Arte en la Ciudad de Buenos Aires (MECA)”.
La situación
concreta que atraviesan estos centros
es que “no son teatros, ni boliches
y no hay un marco legal, por lo que se
corre siempre con el riesgo de clausuras”.
“En estos espacios se realizan actividades
sin fines de lucro, se necesita de la
regulación del Estado que nos permita
funcionar y a su vez acceder a subsidios”,
señala como parte de la propuesta
de MECA.
A su vez, resalta
la existencia de un proyecto presentado
en la Legislatura porteña: “Está
en comisiones de Cultura, Desarrollo Económico
y Planeamiento Urbano, falta decisión
política para meterlo en el temario
de comisiones”, explica. Sin
desanimarse remata: “Este año
va a ser de mucha lucha”. Y también
de mucha construcción barrial.
Y de mucha cultura en Almagro. Vecinos
inquietos, que le dicen. Por fortuna,
las sedes cambian, pero el espíritu
es el de siempre.