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Las varas y las crisis

Desde hace un tiempo a esta parte venimos siendo testigos de una serie, sin éxito, de intentos desestabilizadores hacia el gobierno nacional. Últimamente: la investigación a Boudou por una presunta amistad que podría llegar a derivar en corrupción, el control a la compra de dólares, el control aduanero y encima, ahora, la suba de impuestos a los grandes productores agropecuarios de la Provincia de Buenos Aires. Todo esto, sumado a la constante inseguridad -que siempre acarrea cualquier sistema de competencia económica- volvió a atraer a las cacerolas de las Essen que sonaron en el 2008. Todo, claro está, promovido por los grandes medios hegemónicos que vienen acostumbrados a manejar el país desde hace muchos años, incluso en sociedad con regímenes totalitarios. Medios que, mientras agrandan y dedican grandes espacios y tapas al tema de una imputación informal al vicepresidente de la Nación, no le dan tal espacio al procesamiento judicial que cae sobre el jefe de gobierno porteño por las escuchas telefónicas. Agradaría ver que la vara que mide sea menos interesada...
Por el otro lado los medios (”K”) del contradiscurso se encargan de mostrar estas interpretaciones, mostrar la otra realidad, pero sin cuestionar al gobierno que defienden a ultranza. Porque el sentido común dejó de ser el más común de los sentidos, ahora parece que hay que embarcarse en alguno de los dos bandos, incluso para una profesión que durante años pregonó, tal vez de modo manipulativo, la objetividad como bandera. Si bien somos conscientes de que semejante valor es inalcanzable para el ser humano, aún creemos en la autocrítica y la ética que indudablemente están a nuestro alcance. Y ahí entra en juego -de modo muy liberador- el intento del gobierno nacional de promover una nueva ley de servicios audiovisuales. Y debería entrar en juego un más justo reparto de la pauta oficial permitiendo que medios pequeños y culturales, que pueden brindar otra mirada sin vender su línea editorial, también se vean favorecidos con el reparto de dinero a través de la publicidad oficial.
Mientras, vemos el ping-pong de los dos discursos... Sentimos asco y no podemos tomar partido al 100%. Más que por la verdad y la justicia. Sabiendo que no estamos con la Pando y sus caceroleros vip, entendiendo a la memoria como un componente indispensable para convivir y apoyando al gobernador por la suba del impuesto a los que más tienen. Sin embargo, como a todos los trabajadores y emprendedores, nos da miedo confiar en el peso, especialmente cuando vivimos una inflación del 25 al 30 por ciento anual y entendemos que el dólar es un simple refugio para resguardar lo que logramos en los momentos en que se puede llegar a guardar algo. Pero también entendemos que esa moneda es la del imperio, que históricamente se dedicó -y se dedica- a colonizar y atacar países, incluso los nuestros. Y que además, analizándolo desde la conveniencia económica, ¡es una moneda en decadencia con otra gigantesca devaluación! Y tal vez hoy nos falte una moneda de cambio del Mercosur o Unasur. Solo parece que nos queda confiar en el peso.
Por otro lado también sabemos que desde el gobierno nacional se “bajan” planes prometedores que muchas veces no se concretan, dejandonos así una sensación que oscila entre el intento fallido y la demagogia.
A pesar de todo preferimos pensar que es momento de nuevas oportunidades y en esos casos siempre el camino es arriesgar y confiar. Como no tenemos la bola de cristal solo resta decir una cosa: hay quienes están interesados en que nos vaya mal, hay quienes ganan con nuestras sucesivas crisis. Cuando los llamen con sus cánticos de sirenas, no se confundan. Podrán ser dueños de casi todo, pero no son nuestros dueños. Esta es una democracia y como tal deberá favorecernos a todos. A pesar de todo no nos comamos todo el contradictorio contradiscurso del poder político. Intentemos visualizar a distancia, utilicemos nuestro razonamiento crítico y empleemos nuestra moral ante cada acto.
Mientras tanto, “vermouth con papas fritas y good show”.

Rafael Sabini
[email protected]


Revista El Abasto, n° 144 , junio 2012.


 

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