¡Unos vivos bárbaros!
Desde que tengo conciencia
siempre observé perplejo demostraciones
descaradas de avivados y chantas. Te pueden
vender el Obelisco y buzones, casimires
nacionales por ingleses, jarrones de vidrio
por cristales de Murano.
Muchos colectiveros, taximetristas y motociclistas
obedecen a la consigna “la calle
es para mí” y realizan peligrosas
maniobras al conducir en pleno centro.
Estos ejemplos parecen darme la razón
cuando pienso que tenemos que superar
la etapa de la adolescencia y asumir como
adultos las responsabilidades que debemos
acatar al vivir en una sociedad, supuestamente,
organizada.
Rastreando en el tiempo encontré
un personaje que representa al avivado
diplomado.
ISIDORO CAÑONES.
P.C.
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