El sucio curro del agua
embotellada
Una nueva batalla del
agua

De: http://es.paperblog.com/historia-del-agua-embotellada-672596/
¡Recomendamos el video!
Uno escucha las vocecitas de infantes
en un cumpleaños y no puede menos
que regocijarse en un punto.
No por cierto en que todos los locales
-que ahora proliferan como asientos de
cumpleaños puesto que las viviendas,
los hogares, han ido dejando la función
de anfitriones de tales acontecimientos-
tengan en la mesa chizitos y panchos o
que el premio de toda prueba sean caramelos
que únicamente dan trabajo a dentistas.
Pero sí que la mayoría de
los pibes, que despliegan sus energías
en camas voladoras, en castillos para
trepar o persiguiendo una pelota, pidan,
sedientos, agua (aunque también
se oiga el reclamo por bebidas colas).
Un signo de los tiempos. No comemos (todavía)
mejor pero bebemos mejor. El agua es probadamente
mejor que la ristra de bebidas gasificadas
con que intoxicaron nuestra infancia quienes
hoy somos adultos, digamos los de la segunda
mitad del siglo XX.
Tuvimos que aprender que los aditivos,
emulsionantes, endulzantes, gasificantes,
estabilizadores, aromas (cada vez más,
sintéticos), conservantes, no son
precisamente saludables, salvo para los
bolsillos de las compañías
que procesan esas bebidas.
Aprender a ingerir agua
en lugar de “bebidas refrescantes”
puede ser un gran adelanto alimentario,
dietario.
Pero nada sería más pueril
que imaginar que esto significa un retroceso
de las grandes empresas que durante décadas,
mediante propaganda, lograron adueñarse
de nuestros estómagos, de nuestros
sabores…. y de nuestros bolsillos.
Porque el agua, a su vez, ha sufrido una
significativa metamorfosis. Nos referimos
al agua potable, sobre todo urbana, aunque
cada vez más implantada en todos
los centros poblacionales del planeta,
aunque se trate de los pueblos más
pequeñines…
Hagamos un pequeño
racconto, que nos permitirá percibir
tres grandes momentos en nuestro “estilo”
de tomar agua.
1. Hasta hace cien años,
el agua potable provenía fundamentalmente
de dos vertientes: el agua proveniente
de perforaciones y la de lluvia. El agua
de los aljibes, de que disponían
casi todas las viviendas asentadas en
terrenos.
El avance de la urbanización, con
el consiguiente aumento de edificios plurifamiliares
fue haciendo cada vez más necesaria
la instalación de agua corriente.
Sus redes son consustanciales a toda ciudad
de cierto porte, como lo prueba la existencia
de redes de agua corriente en ciudades
hace miles de años, como Roma,
e incluso en ciudades menores, como Pompeya.
El arquitecto romano Vitruvio, encargado
de proveer de agua a las ciudades romanas,
se negó, hace más de dos
mil años -observe el lector cuándo-
a usar plomo para las cañerías
de agua potable (porque ya se conocía
de enfermedades como el saturnismo entre
quienes extraían el metal de las
minas de plomo), y optó por piedra,
cerámica, etcétera.
2. Los primeros entubamientos
de agua potable en el Occidente moderno
tienen apenas dos siglos: en los albores
del siglo XIX, en Escocia, se inicia la
instalación de agua corriente…
mediante caños de plomo.
La modernidad, brindaba un prístino
ejemplo de su pérdida de sentido
de lo saludable, anunciando el divorcio
siempre creciente entre industrialización
y naturaleza.
Es trágico darnos cuentas del retroceso
cultural habido en relación con
una sustancia tan vital como el agua en
dos milenios… nada menos.
Y eso, con ser grave, no es nada. Hace
cien años, las mejoras técnicas
de las viviendas urbanas occidentales
permitieron una proeza más: disponer
de agua caliente… corriente. Y ¿cómo?...
con los mismísimos caños
de plomo. Si Vitruvio vio con solvencia
y perspicacia los graves inconvenientes
del plomo para el traslado de agua,* imagine
el lector, lo que ha significado el último
siglo de “adelantos” técnicos…
El agua caliente se come literalmente
al plomo. Pero, inevitablemente, como
resultado, lo que el agua caliente incorpora
nos lo cede “gentilmente”
en cada tallarinada, en cada puchero,
en cada té, a quienes ingerimos
alimentos o bebidas procesadas con esa
agua…
3. La acumulación
de conocimiento y conciencia sobre las
limitaciones y secuelas impensadas de
la instalación de agua potable
corriente en las sociedades occidentales,
basadas en las cañerías
de plomo dispararon dos tipos de “solución”:
a) sustituir los materiales de las redes
de agua corriente; b) otra sustituir directamente
las redes.
a) En realidad, la sustitución
de materiales provino más de la
creciente escasez del plomo, cada vez
más insuficiente para el ensanche
permanente de las redes de agua corriente.
La prueba de que esta sustitución
no respondió a criterios sanitarios
sino crudamente materiales es que la primera
gran oleada de sustitución fue
llevada a cabo con caños de PVC,
un termoplástico tampoco confiable
desde el punto de vista sanitario, pues
es igualmente tóxico para la sustancia
que pasa por su interior, agua, en este
caso, y sobre todo si es caliente.
Más cerca del fin del siglo XX
aparecieron otros materiales, más
confiables, para el pasaje del agua corriente,
tanto plásticos como metálicos.
b) Aquí llegamos
al punto en que reaparecen nuestros grandes
pulpos promotores y productores de “las
bebidas sin alcohol”. Las compañías
que en algunos países arrasaban
con el agua escasa para elaborar sus bebidas
e higienizar sus envases, dejando a las
poblaciones locales con grandes déficit
de agua. Estas luchas por el agua se hicieron
patéticamente intensas en países
como la India, enfrentando pobladores
a Coca-Cola.
Pero, como vimos, ha habido un avance
de conciencia dietaria que nos ha alejado
de las bebidas gasificadas y endulzadas
(con ingredientes problemáticos
o directamente tóxicos) y nos ha
acercado al agua.
Y las grandes compañías
que mencionábamos, entonces, han
empezado a envasar… agua. Usando
el recurso persuasivo de brindárnosla
en “cómodos” envasecitos…
Estas compañías han perdido
su renglón estrella (más
bien ha decaído), pero no su apropiación
de las necesidades de la gente.
Cuando la población podría
beber agua mediante las redes de agua
potable ya instaladas (eventualmente con
bebederos en las calles y plazas, con
el viejo recurso del vaso de agua en cualquier
sitio), haciendo un uso racional de los
bienes comunes y socializados, somos reintroducidos
en el uso privado, esta vez del agua.
Pero con un costo ambiental y sanitario
altísimo, aunque invisibilizado
de esta nueva “red” de agua
en botellitas. Porque tales botellitas
son el principal desecho hoy “producido”
por “la gente”, absolutamente
nocivo (no biodegradable), y porque la
provisión de agua caliente mediante
los botellones plásticos nos “provee”
de micropartículas de policarbonato…
tampoco saludables, exactamente. Remito
al lector a los informes sobre tales “migraciones”.
Luis E. Sabini
Fernández
[email protected]
* No sabemos si el agua
corriente romana era fría o también
caliente, proveniente de termas, pero
aun concediendo el traslado de agua caliente,
estimamos que jamás habría
alcanzado las temperaturas que el agua
caliente puede alcanzar en las ciudades
contemporáneas.

Si bien desde hace miles de años
el hombre ha construido acueductos, en
zonas áridas, algunos formidables
todavía en pie, como el de Segovia
en España (véase foto del
2011), la urbanización exigió
avanzar un paso más con el entubamiento
del agua potable, preservándola
así un poco más de las contingencias
naturales.