Alta posicionamiento en buscadores y directorios Abasto

            

Agregar a Favoritos | Buscar | Preguntas | Mapa del sitio | Contactar |

INICIO GUIABASTO HEMEROTECA CARTELERA LINKS CONTACTO BUSCAR

 


   


 

El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.
Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible.
Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos,
que la victoria con los extraños o los indeseables.

Alejandro Dolina


Club Abasto Juniors
En la esquina de Agüero y Humahuaca supo estar el potrero que dio lugar al glorioso Club Abasto Juniors. Tulio Savastano –recordado presidente de la institución– instaló la sede social en el Edificio Amianto de Avenida Corrientes y Pasteur. Por el Club, pasaron figuras como Zarlenga, Parodi, Renovales, Musante y el deslumbrante delantero Limardo. Nada ha quedado de aquellos días, ninguna calle los recuerda. Estas historias desconocidas y otras más son las que traemos en esta oportunidad para delicia de los lectores.

Escoceses
El 3 de noviembre de 1934 la sigla AFA daba cuenta de que por estos territorios el football ya tenía mayoría de edad. Recién en 1946, denominaríamos “fútbol” a nuestro deporte más popular. Ya era la tercera liga más antigua del mundo porque en 1891 el escocés Alejandro Watson Hutton fundó la Argentine Association Football League. Si fuésemos injustos, diríamos que el fútbol argentino cumple este mes sus 78 años; pero hay en realidad 121 años desde que el Saint Andrews School se consagrara primer campeón argentino. Y a fuerza de justicia histórica, debemos señalar que el legado de este deporte no se lo debemos a los ingleses sino a los escoceses, que no es lo mismo ni es igual, ya que no hay peor insulto que decirle inglés a un escocés.
Y como sería realmente imposible dar cuenta de más de un siglo de historia en estas páginas, nos permitiremos contar algunas anécdotas de la –según Eduardo Galeano- “única religión que no tiene ateos”.

Dios es redondo y argentino
En los años '20, todos los jugadores usaban boina, pero no se trataba de moda o coquetería, sino una prudente protección. Cada vez que un jugador cabeceaba se hacía un tajo en la frente porque con el sol y la humedad, el tiento de la pelota se afilaba como un cuchillo. Y si en medio del partido se desataba una lluvia, la pelota terminaba pesando varios kilos, cabecearla era suicida o atajarla un hecho digno de un héroe. Por otro lado, el tiento hacía que fuera extremadamente caprichosa en sus rebotes y terminara su recorrido en cualquier parte. Todo eso cambiaría radicalmente en 1931 por obra de tres argentinos.
En Bell Ville (Córdoba), Luis Polo, Antonio Tossolini y Juan Valbonesi crearon la primera pelota del fútbol moderno, al cerrar completamente la cobertura de cuero que protegía la cámara interna de la pelota con un nuevo dispositivo de válvula y costura invisible con lo cual, el maldito tiento desapareció. La bautizaron “superball”. Con esa pelota, hubo un antes y un después en el fútbol mundial y en todos los deportes de pelota. La FIFA les solicitó a los inventores de la Superball una docena de pelotas para jugar en el Segundo Campeonato Mundial de Fútbol de Italia, en 1934, luego para los mundiales de Francia y Brasil de 1938 y 1950 respectivamente. Primero fue adoptada oficialmente en las ligas de España, después en Inglaterra, Francia, Brasil, Colombia y por último oficialmente en el campeonato de 1937 en la Argentina (por aquello de que nadie es profeta en su tierra). Se generó una industria que llegó a emplear miles de costureros y a producir un millón de pelotas por año. Si se visita la ciudad de Bell Ville, uno se explica por qué la llaman la “Capital Mundial de la Pelota de Fútbol”, con su respectivo monumento y fiesta nacional. Con semejantes laureles, uno también entiende que allí haya nacido Mario Alberto Kempes.

Argentina “Olímpica”
Argentina y Uruguay en 1902 habían protagonizado el primer partido entre países sudamericanos donde Argentina batió en Montevideo a “la celeste” por 6 a 0 hace 110 años. Nacía una eterna rivalidad. Corría el año 1924. Uruguay venía de consagrarse Campeón Olímpico en los Juegos de París. El 2 de octubre, se enfrentaron en el campo del Sportivo Barracas las selecciones de Argentina y Uruguay ante 30.000 espectadores. A los quince minutos, acomoda la pelota el wing izquierdo Cesáreo Onzari (Atlético Huracán) para ejecutar un tiro de esquina desde la izquierda favorable al equipo nacional. La pelota da un giro perfecto y se clava contra el primer palo del arquero Antonio Mazzali. Un argentino había anotado el primer “gol olímpico” hace 88 años. Recibió ese apelativo porque a los uruguayos les decían “los olímpicos”.
El primer partido amistoso contra los flamantes “olímpicos” se realizó en Montevideo el 21 de septiembre que finalizó empatado en un tanto por bando. El segundo encuentro de revancha se disputó –como dijimos- en Buenos Aires. La cancha de Sportivo Barracas tenía capacidad para 40.000 espectadores. Pero la expectativa del encuentro superó todos los cálculos: se vendieron 42.000 entradas y sumando invitados, socios y colados, ese día hubo 52.000 personas para La Nación y casi 60.000 para La Razón. El partido se inició con el público al borde del campo de juego. Los organizadores pidieron a los uruguayos que dieran una vuelta por toda la cancha para recibir el aplauso de la afición. Desde ese día, esa vuelta dada por un equipo consagrado campeón, se llama “vuelta olímpica”.
Apenas iban cuatro minutos cuando el árbitro uruguayo Ricardo Vallarino decidió suspender el partido por graves incidentes. Sportivo Barracas tomó precauciones para el 2 de octubre, cercando el campo con una alambrada de metro y medio de alto. Desde ese día se lo conoce como “alambrado olímpico”.
Horacio Martínez Seeber (un inquieto radioaficionado y periodista) y Atilio Casime (jefe de Deportes del mítico diario Crítica) ese mismo día inauguraban por LOR Radio Argentina –sin saberlo- la primera transmisión radial de un partido de fútbol en la historia y daban inicio a una profesión maravillosa: la del relator. Abrieron el camino que luego transitarían el maestro Fioravanti, el tristemente célebre Muñoz y finalmente el poeta Víctor Hugo Morales que llorando rebautizó a Diego como “barrilete cósmico”.

Clásicos
“El mortero de Rufino”, “La catapulta de Tigre”, “La fiera” o “Pies de dinamita” fueron los apodos por los que se lo conoció a Bernabé Ferreira, que había aprendido a jugar descalzo y entrenaba pateando sandías y zapallos. River pagó a Tigre $35.000 (la cifra más alta abonada hasta ese momento por el pase de un jugador en el fútbol mundial) y allí le nació el mote de “millonarios”. En el clásico de 1932 (a un año del primero) Bernabé logró un gol para River pateando un pelotazo que fue a dar en el estómago del arquero xeneize Arico Suárez que cayó desmayado. Contra un equipo peruano, Bernabé desmayó al arquero de un pelotazo y cuando pasó a visitarlo al hospital, éste le pidió: "Si nos volvemos a enfrentar, avíseme antes de patear". Siguió la gira y a la vuelta volvieron a pasar por Perú para la revancha. Bernabé le avisó que iba a patear y le hizo el gol igual. Fernando Bello, arquero de Independiente, le atajó un penal el 15 de abril de 1934 pero por la potencia del remate, se quebró las 2 muñecas y con una sonrisa se desplomó desvanecido. Un día de 1935, Bernabé fue saludado por un hombre trajeado y con sombrero que le dijo “¿así que usted es La Fiera?”, a lo que Ferreira contestó…” No, maestro. La Fiera es usted cuando canta”, era Carlos Gardel.

Argentina Campeón 2012
Si vos pensabas que el fútbol es ese que ahora vemos todos, te equivocaste, porque el fútbol es tan enorme como el planeta que nos alberga. No sólo lo juegan los ricos sino –es más- sobre todo lo juegan los pobres. El 3 de noviembre [de este año], se jugó la final del V Encuentro Latinoamericano de Fútbol Callejero entre Defensores del Chaco (Argentina) y Punta Gol (Chile). Participaron 300 chicos de Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con problemas de exclusión, discriminación y violencia. El equipo argentino empato a dos goles contra el chileno y se consagró campeón luego de que ambos equipos pasaran a la “mediación”, en la que los jugadores intercambiaron opiniones y decidieron cuál fue el equipo que más respetó las reglas preestablecidas antes del partido.
El reglamento dice que se ganan puntos por los goles convertidos pero no necesariamente ganará el partido aquel equipo que más goles haya hecho. También, honrar las reglas suma puntos y es así como se deciden los resultados finales. Además, acá no hay árbitros que fallen durante el juego ni distinción de sexos (juegan varones y mujeres juntos). El ganador se decide entre todos, y será quien le sea más fiel al deporte. En la inauguración, el Pepe Mujica en la Plaza Independencia de Montevideo les dijo “No se embalen jamás para conseguir el triunfo fácil, porque todo triunfo significa laburo y sudor. No hay ningún triunfo a la vuelta de la esquina… ¿saben una cosa? La vida es hermosa. Y en la etapa en la que están ustedes, no la pueden dejar escapar. Es hermosa, no pierdan el tiempo de su juventud. Gracias gurises”.
Decir que el fútbol es cultura ya es cliché hace rato. En todo caso, también es negociado, es violencia, es corrupción. La camiseta de un equipo mexicano puede tener hasta doce anuncios publicitarios, montar un observatorio espacial en Marte cuesta trescientos millones de euros, lo mismo que paga el Real Madrid por cuatro jugadores como Zidane. El V Latinoamericano de Fútbol Callejero disputado en Uruguay demostró también que hay otro fútbol, sin millones, ni estrellas, ni TV, ni dirigentes mafiosos, como en la Argentina donde este año cumplió 33 años de mandato.

La pelota no se mancha
La Argentina fue designada para organizar el Mundial de 1978 durante la dictadura que encabezaba Lanusse. Luego, en 1974, el gobierno peronista designó la primera “Comisión de Apoyo al Mundial” mediante un decreto de López Rega. En esa época, en medio de una lucha de intereses, se designaron las cuatro subsedes: Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza. Tiempo después, el mismo día del golpe clérico-cívico-militar, la Junta Militar comprendió el provecho que podía sacar del evento y aceptó la idea del jefe de la Armada, Eduardo Massera, que consistía en poner en marcha el "Operativo Copa del Mundo 1978". La misión tenía una sola premisa: cualquier recurso podía ser útil. Por ello, hubo toda una serie de maniobras mafiosas que incluyeron asesinatos, fraudes, estafas y sobornos.
Mientras en la Argentina se suspendían todos los espectáculos públicos y artísticos, un comunicado –el número 23– informaba que sería transmitido por cadena nacional el partido amistoso programado entre Argentina y Polonia previo al Mundial. Fue así que el mismo día del golpe en la ciudad polaca de Chorzow, el equipo conducido por César Luis Menotti descansaba para el amistoso cuando José María Muñoz se comunicó con el presidente de la delegación Pedro Orgambide para transmitirle la noticia del golpe militar. Al interior de la Selección, los relatos se tropiezan, chocan y confunden. Sin embargo, hay una imagen en la que todos los recuerdos coinciden: el llanto desconsolado de Mario Alberto Kempes que puso sobre aviso a la Selección de la gravedad de los acontecimientos. Fue en ese contexto que jugadores como Héctor Scotta y el propio Kempes, expresaron su intención de volver a la Argentina. Estas palabras provocaron la conmoción suficiente como para realizar una reunión donde la mayoría decidió que había que seguir adelante.
Era evidente que la tarea de desmantelamiento para luego concretar el control total de un espacio tan intenso y controvertido como la AFA, debía hacerse en sincronía con el plan propuesto en el ideario del llamado “Proceso de Reorganización Nacional”. En este marco el 31 de marzo del '76 la Asociación del Fútbol Argentino se quedó sin dirigencia. Ernesto Alfredo Wiedrich la condujo hasta el 3 de mayo cuando se designó al abogado –hincha de Vélez, socio del Universitario de Buenos Aires y el Jockey Club- Alfredo Cantilo.
Entre tanto, la situación del país difundida en el extranjero, había puesto en riesgo el reconocimiento de la Argentina como sede del Campeonato Mundial 78. El periodista Pablo Llonto en su libro “La vergüenza de todos” sostiene que ante esta complicación el régimen canjeó con el presidente de la FIFA la organización del torneo por la liberación de Paulo Antonio Paranaguá, hijo de un diplomático brasileño detenido por el Ejército en 1977 junto a su novia.
Así se entretejían los acontecimientos en esos días oscuros. En Argentina la Dictadura ya se había puesto manos a la obra creando el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM), para cuya presidencia designó primero al general Actis. Éste sostenía como suficiente la suma de 70 millones de dólares para realizar el torneo, pero chocaba contra la mafia de la armada. Lacoste (primo político de Massera) queda a cargo del EAM cuando en un curioso y conveniente atentado –luego adjudicado a Montoneros– Actis es eliminado. Lo que estaba en juego, eran obviamente los 700 millones de dólares que se malversarían para enriquecimiento de la línea naval de la Junta. Massera pacta personalmente una “tregua” con Firmenich en la embajada de Francia; lo que luego dará lugar al asesinato de la diplomática Elena Holmberg (testigo directa de dicha “cumbre”). La revista Todo es Historia en su Nº 347 de junio 1996 lo relata así: “Antes del Mundial de Fútbol de 1978, los Montoneros propusieron a las FF.AA. una tregua; nunca recibieron respuesta. Asimismo produjeron agitación política y algunos atentados no sangrientos que, por lo tanto, no trascendieron a los medios. Propusieron a las masas la consigna "Argentina campeón, Videla al paredón", la que, por obvias razones, no fue entonada por nadie en público. Tendrían mejor presencia un año después en Suiza, cuando Argentina concediera a Holanda una revancha de la final de la Copa: detrás de un arco apareció un enorme cartelón que decía "Videla asesino", cartel que la TV argentina registró y demoró un rato en tapar.”
Como se recordará, el EAM 78 tenía plena y libre disposición sobre los fondos bajo la protección del decreto 1261/77 que permitía que el ente mantuviera “reserva en la difusión de sus actos”. Tanto es así que jamás se hizo público el balance del dinero utilizado y sus destinos. El despilfarro incluyó hasta la participación de "azafatas de periodistas extranjeros" (léase escorts hermosas, bilingües y muy solícitas), que acompañaron a los periodistas para hacerles más placentera la estadía y más íntimo su control. Como muestra se conoce el acontecimiento sucedido en Rosario donde a un periodista cuyas crónicas "deformaban la realidad" le mandaron una señorita. Y cuando se quedó dormido la dama se llevó su credencial, sin la cual no pudo seguir trabajando y debió volver a su país. Tal era el escandaloso accionar del EAM que en pleno desarrollo del partido entre Argentina y Perú, una bomba de kilo y medio de trotyl destruye la casa de Juan Alemann (secretario de Hacienda de Martínez de Hoz) luego que aquel denunciara en los días previos al partido a Lacoste ante Videla por los gastos ya inconcebibles del EAM 78.


Lo que le falta a esta verdad para ser dicha es que el contexto de dicha gestión sólo puede compararse con las aplicadas para el Mundial de la Italia fascista de 1934 y los Juegos Olímpicos de la Alemania Nazi del '36.
El entramado organizado por la dictadura de este modo se sellaba día a día. Se había cerrado el Hospital Rawson, Adolfo Pérez Esquivel era liberado un día antes de la final ante Holanda y así se llegó al 25 de Junio donde en el estadio de River Argentina ganaba el Mundial ante Holanda.
En otro orden de cosas, respecto de la actuación de Menotti, existirá siempre un manto de dudas e intrigas. Quien ha hablado sobre esto fue Valdano en el libro César Luis Menotti, dejar correr la pelota y al contrario del periodista austríaco Harald Irnberger editado por Eichbauer Verlag en Viena. Dice Valdano: “El comenzó a hacerse conocer como de izquierda cuando la dictadura entró en problemas. En esa situación Menotti comenzó a hablar y a exigir el regreso de los intelectuales exiliados así como declaró que la dictadura había perseguido a la cultura. Pero, claro, en tiempos de los militares, Menotti –en su calidad de entrenador de la Selección nacional– se encontraba en una situación esquizofrénica, a la cual no se puede describir en forma abstracta… En defensa de Menotti debo decir que yo oí las palabras que él dirigió a los jugadores antes de la final. El dijo: 'Nosotros somos el pueblo, pertenecemos a las clases perjudicadas, nosotros somos las víctimas y nosotros representamos lo único legítimo en este país: el fútbol. Nosotros no jugamos para las tribunas oficiales llenas de militares sino que jugamos para la gente. Nosotros no defendemos la dictadura sino la Libertad'”.
Los papelitos inundaban la cancha de River; el "Tigre" Acosta –represor de la ESMA– gritaba ¡Ganamos! ¡Ganamos! en el tercer piso anoticiando a los torturados el final de juego; y el Gráfico, abrió su edición del 4 de junio con una entrevista exclusiva al general Videla considerado por los editores como la figura de la Copa.
Sin embargo, una luz titiló débil e incipiente aquel día. Eduardo Galeano nos recuerda que “A la hora de recibir los trofeos, los jugadores holandeses se negaron a saludar a los jefes de la dictadura argentina”.

Recuerdos del futuro
Casi. Nos faltó muy poco. Vivíamos el sueño del pibe, era el año 2010. Habíamos clasificado con lo justo, con el milagro de Palermo que no es cualquier milagro. En todo caso, ese gol en medio del diluvio fue la contracara perfecta de ese otro despreciable de Francia ante Irlanda. A pesar de tener a Dios como DT y por si fuera poco al mejor del mundo como 10, no fuimos arrogantes. Entusiastas, sí y a mucha honra. Acaso jugábamos con poco brillo, pero nunca fuimos opacos.
En algún momento surgió en nuestra subjetividad adormecida la vivencia de sentirnos parte de un colectivo. Había muchas luces individuales pero también un resplandor: el equipo. Luchaban, trastabillaban, triunfaban. Pero todos juntos. Y nosotros, junto a ellos.
No es en vano recordar cuando partieron a Sudáfrica. La cancha de River Plate el 24 de mayo, el himno de Los Piojos y toda la Corpo contra Cristina, toda la intelectualidad PROgre contra el Bicentenario, Macri con la crem de la crem en el Colón, la mesa de enlace en la cima, Cobos futuro presidente, Clarín, La Nación y TN llamando a no ir a Nuestra Fiesta del 25 y el Diego vomitando “que la sigan chupando”.
Ahora está mucho más claro frente a quienes se estaba enfrentando. Como dijo Alejandro Apo, “no le perdonaron ni su origen, ni su orgullo, ni ese privilegio (que mantiene) de mover muchedumbres, sin pasarse al bando de los que a todos humillan para ser uno de ellos (como siempre es costumbre): los burócratas grises de aceitadas bisagras o el chantún cholulaje de amigotes en rueda o los caretas impúdicos conocidos de siempre o los escribas que restan por las 30 monedas”. Toda esa calaña sentenció que la selección que partía a Sudáfrica lo hacía hacia un destino de rotundo fracaso. Esa selección fue catalogada como otro artilugio del populismo K.
Si hablamos de juego, claro que hubo sufrimiento, errores y tropiezos. Pero nuestra Selección hizo el mejor mundial desde 1990 y el quinto mejor de su historia. Maradona como DT de la Selección, consiguió en menos tiempo, mejores resultados que Bielsa, Passarella, Basile y Pekerman. Seguramente él conoce las palabras de Eduardo Galeano al hablar del mejor negocio del planeta: “Al sur del mundo, éste es el itinerario del jugador con buenas piernas y buena suerte: de su pueblo pasa a una ciudad del interior; de la ciudad del interior pasa a un club chico de la capital del país; en la capital, el club chico no tiene más remedio que venderlo a un club grande; el club grande, asfixiado por las deudas, lo vende a otro club más grande de un país más grande; y finalmente el jugador corona su carrera en Europa.” Quizás por eso cuenta la leyenda que reunía a los jugadores y les hacía cantar el himno para que Messi lo aprendiera. Ese muchachito al que se lo honró como capitán de la selección argentina y que el negocio del fútbol lo arrancó de su tierra natal siendo muy pequeño e hizo que culminara socializado por otras significaciones ajenas a la argentinidad. Hasta en eso pensaba el Diego.
Mientras tanto, el 25 de mayo, ya nosotros habíamos reventado Buenos Aires. Imposible negarlo, éramos millones. La gente (nosotros) nos habíamos hecho presentes justo ahí, para comenzar a reescribir la historia. El entusiasmo seguía creciendo. Ya era un combate menos desigual. Pudimos encontrarnos en nuestras diferencias y conjugar poco a poco las pertenencias. Ya había un nosotros versus ellos. Nosotros versus ellos que con los años, hoy 2012, muestra su cara más atroz en las injurias y calumnias que cada tanto se permiten los cacerolos torpemente inclinados hacia el bando de las corporaciones y la derecha más repulsiva y recalcitrante. En aquel momento, estaba más que claro que la selección que estaba en Sudáfrica era más de nosotros que de ellos, mostrando –en pequeña escala– que los indignos del 8N no estuvieron allí ni estarán jamás porque la argentinidad no los marca.
Y así llegó el domingo 4 de julio de 2010. Casi de noche, con frío invernal tras la eliminación contundente por 4 a 0 ante Alemania. Aquel día regresaban los 23 jugadores y el cuerpo técnico. Mientras tanto la Federación Francesa de Fútbol (FFF) tuvo que padecer a todo un país asqueado por su equipo nacional. Brasil -la selección favorita de los medios concentrados argentinos- regresaba en medio de insultos y protegidos por guardaespaldas. Lo mismo sucedía en Italia: jugadores regresando humillados, llenos de vergüenza y frustración. Pero aquí no. ¡NO!
Para la corporación mediática fue incomprensible. Los comentaristas no entendían un carajo. Hasta decían que era grotesco ver a tanto tonto vivar a esos perdedores. Miles de argentinos con banderas, bombos y camisetas; miles donde se podía ver desde chicos hasta abuelas, miles que le dieron a ese regreso un clima inesperado de auténtica gratitud, lealtad y orgullo. Muchos pero muchos más que los que los despidieron antes de partir a Sudáfrica. Una demostración colectiva de agradecido consuelo a todos esos tipos que hasta unas horas antes habían representado a nuestro país.
Miles que se autoconvocaron –verdaderamente convocados de modo autónomo y libre– señalando que había nacido algo nuevo en Argentina. Algo nuevo y nada menos que desde el fútbol: una ética de la derrota.
Aún hoy, hay silencio mediático. Insoportable ver a tanta gente (nosotros) bancando a esos tipos. Y si es solo fútbol… por qué perder el tiempo en reflexionar sobre algo tan banal. Los medios solo hablaron de la derrota de la Selección como derrota del gobierno. Y luego, la estocada final. La mafia de la AFA dijo basta, borrón y cuenta nueva. Nos arrebataron el tiempo del duelo, de poder elaborar quizás el paso más grande de un pueblo hacia su dignidad. Después, el silencio. Después, ninguna lectura que pasara el umbral del picadito del domingo. Se ocultó lo político, se obturó la reflexión, se enmascararon las especulaciones y las tranzas internas del fútbol, los medios y las corporaciones. Porque sabemos que donde no hay política, hay violencia, donde no hay política, no hay ciudadanía. Hay pura naturaleza sometida a la inclemencia del mundo.
Es a la intelectualidad a quienes les recordamos que no hay objetos privilegiados para la reflexión. Es detrás de estas escenas invisibilizadas (tanto sea por el ocultamiento como por la minimización de su significado) donde se esconden poderosas disputas que hoy -debido a la brutalidad con que las corporaciones han expuesto su embestida hacia el campo popular– podemos advertir la magnitud de su potencia liberadora.
Fue por eso que Diego, es decir aquello que él encarnó, fue quizás el perdedor ético de esas películas que siempre nos enamoran. El típico antihéroe de nuestro tiempo, que asume la derrota como un triunfo ético-político en la confianza de su pertenencia a “un grupo superior de triunfadores: el de los que han resistido y fundan su victoria en la orgullosa aceptación de la derrota”. Justamente porque se es consciente de la resistencia y la entrega.
De todos modos, sabemos que quisieron y quieren arrebatarnos todo. Pero no pudieron ni podrán. Porque siempre habrá alguien cuya mirada no se perderá en aquello que la pantalla pretende vendernos como la realidad y hará lo posible por devolvernos la magia del acontecimiento: “Es mi alegría su risa, es mi ilusión la que grita, es mi bronca su rabia, y su llanto mi peor desgracia”.

Viviana Demaría y José Figueroa
[email protected]


My Great Web page

Revista El Abasto, n° 149, noviembre 2012.

 

 

Webstats4U - Web site estadísticas gratuito El contador para sitios web particulares
Contador gratuito

 

Copyright www.revistaelabasto.com.ar - Mientras mencione la fuente permitimos su reproducción.