Abracadabra…
¡Basura Cero! II
Caro lector:
Cerramos la nota anterior con una pregunta
ominosa; si tanta liberalidad en el volcado
de los desechos cotidianos a la flotilla
de contenedorcitos, donde, como en el
tango Cambalache, vemos bolsas en putrefacción
junto con puñados de diarios, ramas
de jardín y, como en el que tengo
frente a donde vivo, un vidrio de más
de un metro cuadrado de superficie totalmente
astillado y volcado en diagonal adentro
del recipiente, que cuando vuelque su
contenido lo estallará en mil pedazos,
no precisamente para contento de ningún
hurgador ni siquiera de ningún
operario incluso de topadora…
Mauricio
Macri debería ser procesado por
el delito de atentado ambiental.
En lugar de encarar la pesada tarea de
separar basura –que es trabajo,
sin duda para nosotros, los que la “producimos”-
adopta la alegre tarea de escamotearla.
El gobierno K no le va en zaga:
hace apenas un año vimos al vicepresidente
Boudou festejando la adquisición
de camiones compactadores, que van precisamente
en contra de todo principio de discriminación
y separación.
Los servicios de recolección tienen
previstas recogidas especiales para follaje
de jardín. Que junto con el del
arbolado público –CABA tiene
medio millón de árboles,
tuvo hace décadas un millón-
podrían constituir un magnífica
biomasa, generadora de energía,
limpia. Pero llamar al 147, que es la
última disposición para
acceder a tales pasadas, es tarea ímproba,
con lo cual el follaje suele engrosar
el entrevero de desechos del contenedor…
Vamos retrocediendo
¡y a pie firme!
Examinemos dos variantes
para el destino de nuestros desechos sólidos
cotidianos de las tantas que encaran las
autoridades en Argentina, dos que ya mencionamos
a la pasada en el número anterior:
la recuperación energética
y el compostado.
1. Recuperación
de desechos mediante su transformación
en energía. Empecemos
por su denominación; se habla de
biomasa.
La biomasa es
una extraordinaria fuente de energía.
En países como Suecia, muchos poblados
reciben toda la energía que usan
de biomasa; aserrín, lo que va
quedando de toda la actividad de aserraderos,
el ramaje que también proviene
tanto del arbolado urbano como de la forestación,
generan un tipo de energía considerada
de las más limpias y renovables
que existe.
Con un juego de
prestidigitación semántica,
nuestras autoridades han procedido a denominar
“biomasa” a otra entidad,
negativa o residual: todo lo que queda
de “la basura” luego de la
merma buscada de los áridos; papel,
plásticos, vidrios, metales. Esta
“neobiomasa” no es la misma
de la que venimos hablando cuando, por
ejemplo, se tipifican las distintas fuentes
de energía, como petróleo,
represas, energía nuclear, solar,
biomasa.
Este concepto
residual de biomasa encierra muchísimos
ingredientes que NO son bio. Por lo tanto,
su tratamiento para generar energía
va a procesar y resultar en algo distinto
a que si tratáramos con la biomasa
tradicional, algo ominosamente distinto.
Hay algo de escamoteo
en esta designación, un engalanarse
con plumas ajenas, para hacer aceptable,
y hasta atractiva, la “solución”
a la cuestión de los desechos que
se ofrece.
Toda política,
pública o empresaria, que confunda
bajo el rubro “biomasa” estas
dos vertientes está constituyendo
parte del problema que tenemos, y no de
su solución, “maravillosa”
como se nos quiere hacer creer, por ejemplo,
con el proyecto CARE (Centro Ambiental
de Reconversión Energética),
en La Matanza.
Porque además,
no estamos hablando de desechos que la
sociedad ha aprendido a deglutir y separar
en ocho, diez o catorce destinos diferenciados,
como en Suecia o Alemania, lo que permite
que tales países denuncien un sobrante
no aprovechable de un 4% del total de
desechos cotidianos… sino de “la
bolsa de basura” o “la bolsa
de consorcio” que impera en Buenos
Aires, que es una mezcla inmunda de restos
de verduras, cáscaras de banana,
potes plásticos de yogur, hilos
rotos, pilas gastadas, grasa y bordes
del plato del mediodía, medias
rotas, sonajero que ya no suena, diskette
arruinado, pelo del perro, camiseta gastada,
papeles de envolver, sobres de las facturas
a pagar, restos de arroz hervido, sobres
de té, cáscaras de queso,
bolsas de todo lo imaginable, bandejas
de telgopor, películas plásticas
de todo tipo de alimentos, plásticos
duros de protección de cartuchos,
cubeteras averiadas, lamparitas quemadas,
otros restos de comida, panes viejos,
volantes, jirones de lo que se te ocurra,
mezclados con mugre, biromes gastadas
o rotas, restos de carnes, de verdura,
ramas y flores ajadas, vasos rotos, agendas
y almanaques viejos, agujas hipodérmicas
descuidadamente arrojadas al tacho, potes
de cremas o desodorantes gastados, cortinas
desvencijadas, ropa en desuso, folletería
de propaganda, diarios viejos, tubos plásticos
de varios productos alimentarios procesados
(mostaza, salsa, mayonesa), muebles rotos
y viejos, herramientas ídem, mangueras
agujereadas, llaves obsoletas, frascos
de mermelada o de cera para muebles, enchufes
descompuestos, pañales descartables,
flores de plástico, etiquetas de
fiambre o frutas, herrajes rotos, pasajes
caducos, algodones usados, cuadernos en
desuso, electrodomésticos inutilizados
de todo tipo y tamaño (secadores
de pelo, procesadoras de cocina, relojes
a pila), botellas de vidrio o de plástico
de cerveza, agua, vino, aceite, vinagre,
bebidas alcohólicas fuertes, refrescos,
y un larguísimo etcétera.
A lo que hay que agregar lo que uno tira
en el lugar de trabajo; vasitos plásticos
para café, cucharas o “palitos”
para revolver café o té,
toallas de papel, papelería diversa,
o desde el auto: envases varios, cubiertas,
baterías gastadas, o desde el jardín…
La combustión de todo ese revoltijo
es fuente de una contaminación
que dudamos se logre frenar con los filtros
y controles disponibles.
2. Algo similar
a lo que vimos con el concepto de “biomasa”
sobreviene con el de compostado.
El compostado es una antiquísima
técnica de recuperación
de nutrientes. Junto con el estiércol,
los desechos de la granja y la cocina
se convierten aérobicamente en
humus tras un proceso de putrefacción
de la materia orgánica que va evolucionando
y dando “el nicho ecológico”
a fauna diversa, de gusanos, lombrices
“californianas” y nuestras
conocidas lombrices de tierra.
La presencia de
nutrientes provenientes del compostado
y/o el estiércol hace prescindible
los fertilizantes químicos con
sus secuelas y por eso se los suele asignar
a cultivos de alimentos orgánicos
(hay también técnicas para
el aprovechamiento del metano proveniente
de la putrefacción, como combustible
mediante el compostado anaeróbico;
los digestores que muchos agricultores
orgánicos emplean consiguen un
compostado apto para cultivos y metano
como combustible muy aprovechable en zona
rural).
Pero citemos a
ACUMAR (“Plan Maestro de Gestión
Integral de Residuos Sólidos Urbanos”,
del área Matanza-Riachuelo):
«Los digestores
aeróbicos son sistemas cerrados,
donde la fracción orgánica
de los residuos domiciliarios (restos
de comida y jardín) y la poda,
son degradados mediante un proceso aeróbico,
natural, que permite su transformación
en compost, un producto de altísima
carga orgánica, utilizable como
recuperador de suelos degradados e incluso
como cobertor de relleno sanitario o para
saneamiento de basurales (no lo recomendamos
en cambio, para su utilización
en la producción de alimentos,
dado que no hay garantías de que
el residuo nunca estuvo en contacto con
pilas u otro contaminante, si bien se
realizan análisis y mediciones
del producto obtenido).» La cita
es clarísima, aunque nosotros,
tal vez innecesariamente destacamos el
pasaje, la “patada en el hígado”.
Sólo me permitiría una corrección:
que donde dice “u otro contaminante”
diga “u otros contaminantes”.
Porque la misma formación de este
tipo de “compostado”, no permite
un proceso limpio, todo lo contrario.
En realidad, nadie sabe qué puede
ser “compostado” junto con
residuos de comida y jardín; todo
o parte del “pequeño”
listado que repasamos en biomasa.
En resumen, como lo aclara el mismo ACUMAR,
estamos elaborando un compostado no orgánico
en términos de agricultura. Con
muy limitado uso, cuando en el planeta
estamos urgenciados por restablecer las
fuentes nutricias de la tierra que se
están desgastando a un ritmo preocupante
mediante contaminación, desertificación,
aumento del nivel de los mares y un largo
y penoso etcétera.
A las autoridades
les podríamos pedir que no aclaren,
que oscurecen…
Luis E. Sabini
Fernández
[email protected]

Se habla de dividir la basura
al menos en tres tipos: COMPOSTABLES -
RECICLABLES - NO RECICLABLES. En algunos
lugares se separan en origen los reciclables
(una cosa, por ejemplo, es vidrio, otra
ciertos plásticos y otra papeles
y cartones). Lo mismo con los no reciclables
(remedios por un lado, pilas por otro,
etcétera).