“En un mismo lodo
todos manoseaos”
De pronto pasó
el mes y queda al descubierto la necesidad
de haber escrito una reflexión
relacionada al número o a la actualidad.
Y no sé por qué misterio
pero la creación suele caer por
sí misma. Hay tanto temas que no
es difícil tomar una puntita y
desarrollarlo con sentido común
y con cierta lógica para un editorial.
Sin embargo, este mes
estoy aturdido. Sin duda me apabulla el
tránsito y los quilombos de la
ciudad. Pero más me satura que
muchísimos periodistas
de los medios de los grandes consorcios
manejan la información a su antojo.
“Miente, miente, miente,
que algo quedará” decía
el perverso de Goebbels. Y pareciera que
funciona como manual para muchos hoy y
aquí. Y dado que la tensión
es tan grande, y las neuronas activas
de mucha gente tan pocas, parece que debés
elegir bando: o todo el combo “Nac
& Pop” o la “Opo”,
que todos sabemos es una bolsa de gatos
que patea para la derecha. Pero a ver,
¡muchachos! ¡Somos el cuarto
poder, podemos cuestionar a todos los
políticos y criticar sus gestiones
desmenuzando todo! Sin lugar a duda ayudaría
que hayan leyes que colaboren con la equitativa
distribución de las pautas. Y frenos
para que un consorcio periodístico
no pueda además ser monopolio en
otras áreas. De todos modos: no
da mentir. Eso no es ético.
Esto no es un River –
Boca. Se trata de contar la realidad.
Y en una de esas cuestionar cómo
se administran los recursos que aportamos
entre todos para que la sociedad funcione
lo mejor posible. Pero no da tirar leña
al fuego por el raiting, nomás.
Tampoco se trata
de difundir que a una pibita que matan
la violaron cuando luego la autopsia demuestra
que no fue así. ¿Por qué
ese desprestigio, esa saña, esa
perversión? Sí, ¡a
vos periodista te hablo. Es que al sacar
tan rápidamente esas conclusiones
estimo que el morbo te acompaña!
O la necesidad de que te escuchen. A mí
me duele que hagan eso. Por el ángel
difunto, por la gente que la quiere y
por todos los que aún tenemos sentimientos
de amor hacia la humanidad. ¿Con
qué intención generar ese
miedo a padres de pibas adolescentes?
Por otro lado, y ahora
me refiero a los consumidores
de esos periodistas, me dan muy
fea sensación los comentarios que
piden “mano dura” y “pena
de muerte”. ¿Pena de muerte
a quién?... ¡ni había
habían hallado aún culpable
alguno cuando parte de nuestros conciudadanos
pedía muerte! Pero si todos sabemos
que los castigos más duros los
cargan los más pobres... Encima:
¿quién la imparte? ¿Como
en EE.UU. que se equivocan cada dos por
tres? ¿Que nuestros prestigiosos
uniformados investiguen impolutamente
y entreguen al verdugo luego de un juicio
(cuando aún ni decidimos quienes
serán nuestros jueces mayores)?
Por favor, ¡pedir ésto en
este país es dejar la cabeza de
media población al plato!
Primero preocupémonos
por resolver los casos. Y por purgar las
fuerzas. Y que en las cárceles
estén quienes deban estar... y
que no maten a cualquiera solo por hablar
de sus condiciones con un vicegobernador...
Se necesita una buena investigación
y ¡que se haga justicia! Y que cada
vez más, entre todos, aprendamos
a cuidarnos unos a otros para que estas
cosas no se repitan. Y eso se hace con
lazos sociales y vecinales, no con penas
de muerte...
Escuché por ahí
al pasar que “los políticos
K”, “están robando
muchísimo”, pero “por
lo menos hacen para que la gente esté
mejor”. ¡No! ¡Ningún
“por lo menos”! Si se descubre
fehacientemente que roban: ¡castigo!
Y si un funcionario no roba y lo acusan
de eso: ¡habrá que encontrar
una consecuencia por desprestigiar sin
pruebas a quien lo acusa!
Los valores nos hacen
humanos. Tenemos que cuidarlos. No podemos
tolerar cualquier cosa porque son “de
los nuestros”. Si bien el ser humano
no puede ser objetivo tiene la obligación
social de ser ético. La perversión
y el materialismo reinante van de la mano,
porque ambas cosifican al sujeto. Necesitamos
reencontrarnos como personas, como sujetos
con derechos, con vidas y sin tanta ambición
material desmedida. Necesitamos que se
vuelva a valorar, valga la redundancia,
los valores. La ética.
Rafael Sabini
[email protected]