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Dúo abastense integrado
por Tomás Chaves y Alfredo Cuéllar
Cucarachas Radiactivas:
una metamorfosis sensorial
El dúo integrado por Tomás
Chaves y Alfredo Cuéllar apuesta
por la creación de un mundo propio
para narrar y cantar en clave de obra
conceptual desde los escenarios emergentes
porteños.
El living de
esa casa, ubicada a metros del ex mercado,
ahora hace las veces de sala de ensayo.
Unas lámparas tenues quedan en
segundo plano ante una luz negra que torna
el ambiente críptico. Como en una
espiral, desperdigados por todos lados
hay instrumentos de todas las gamas y
sonidos. Un violín, unas cuantas
guitarras, un xilofón, hasta un
teremín (caja con hierros a los
costados que emite sonidos al acercar
las manos); hay melodías para todos
y todas.
De eso se trata. El
dúo Cucarachas Radiactivas surge
como una “intervención experimental
que busca formar un cuerpo, contar una
historia, transmitir sensaciones”.
Así lo definen sus integrantes,
Tomás Chaves y Alfredo Cuéllar,
quienes se conocieron este verano, de
viaje en Purmamarca (sur de Jujuy) y volvieron
a la Capital con las valijas llenas de
entusiasmo para desarrollar este proyecto
escénico y musical.
Desde entonces, los
ensayos de Cucarachas tuvo como estaciones
cabecera a la zona de Abasto, donde vive
Chaves, y Caseros, residencia de Cuéllar.
En el medio, han hecho escala en gran
parte de las salas y espacios culturales
emergentes de la ciudad.
“Allá en
el norte cuando nos poníamos a
improvisar frente al río, empezó
todo. Después armamos un guión,
inventamos un mundo a través de
la música y la poesía. Hoy
está condensado en la obra Acá
no se fía”, señala
Chaves y la define como un trabajo “visceral”.
Cuéllar lo releva y
cuenta que es un recorrido musical que
tiene una introducción y cinco
“movimientos o momentos musicales
diversos”, que van de la “sensualidad
del blues hasta el rock en crudo”.
Conforman “una experiencia, la historia
de una cucaracha —en guiño
y homenaje a la inmortal Metamorfosis
de Kafka— que se hace hombre y descubre
la crueldad el mundo”.
Ambos resaltan “el
misterio” de ver la obra en vivo,
“que no se limita a lo musical”,
sino está en “diálogo
e interacción” con la intervención
visual que se hace en cada una de las
salas donde presentan Acá no se
fía.
Aún así,
el clima revoltoso que se respira en la
sala de ensayo de Cucarachas los lleva
a más. “Tocamos, estamos
en la investigación constante de
nuevos sonidos. Empezamos, hay un diálogo
mutuo entre los instrumentos que tocamos,
buscamos melodías que nos suenen
nuevas. También hay caminos que
ya estructuramos, una forma personal de
desenvolvernos nota a nota”, suma
Cuéllar, quien junto a Chaves coincide
sobre el hecho de que el dúo, tras
la experiencia de los vivos y las horas
de práctica, “está
más metódico”.
El trabajo de Cucarachas
no queda sólo en su proyecto de
performance musical, sino que también
apunta a “congeniar con manifestaciones
artísticas que estén en
nuestra sintonía”. De esta
necesidad surgió lo que dieron
en llamar “El Primer Laboratorio
de Arte Imaginario”. Se trata de
un ciclo de encuentros, hecho por primera
vez en el Club Premier y que retomarán
en octubre, donde “tocan bandas,
hay exposición de libros, junto
a todas aquellas manifestaciones culturales
que se quieran sumar”.
De Caseros al Abasto,
con un ojo puesto en su meca y musa Purmamarca,
Cucarachas Radiactivas disfruta hacer
del caos la arcilla con la que edifica
sonidos y mística. Se trata de
hacer poesía e improvisar melodías
nuevas desde las márgenes de lo
ya probado para transmitir al público
una radiactiva realidad, una metamorfosis
sensorial.
Juan Manuel Castro
[email protected]
Una
noche emergente
El viernes 23 de agosto pasada la medianoche
Cucarachas Radiactivas se presentó
en el flamante escenario B del Bar Emergente
(Gallo 333). Allí ejecutaron Acá
no se fía, su obra conceptual. Para
ello intervinieron el espacio con ilustraciones,
luces negras y rojas a fin de darle un complemento
a su música y poesía. La historia
de la cucaracha que se vuelve hombre se
hizo a través de los cinco temas
o movimientos en compañía
de varios artistas, body painting y danza,
que complementaron la presentación
del dúo. Desde lo estético,
hubo momentos muy logrados como la metamorfosis
del hombre de vuelta a la cucaracha, lograda
simplemente con bolsas de residuos, un anteojo
con luces, realzada con el carisma de Chaves
a la hora de recitar en vivo. En lo musical,
Cuéllar se vale de un variopinto
arsenal de instrumentos para darle textura
y profundidad a cada ritmo. Ese fue uno
de los aciertos de la presentación:
crear un clima con la mayor cantidad de
elementos a su alcance y no empalagar en
el intento. El público acompañó
y se vivió una noche de encuentro
donde la sensación que quedó
en el aire para los presentes fue que Cucarachas
gesta algo nuevo, experimental, que arriesgan
nuevos rumbos; algo digno de ser visto en
la cultura emergente porteña.
Revista El Abasto, n°
159, septiembre 2013
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