Encuentro con Otilia Da
Veiga, vicepresidenta de la Academia Porteña
del Lunfardo
Palabras viajeras
El tango; el Obelisco; Carlos Gardel;
La Boca, son símbolos que representan
a la ciudad de Buenos Aires ¿Pero
acaso son los únicos? ¿Y
el lunfardo? Muchos se olvidan de las
palabras, y menos que hablar de sus orígenes.
El lunfardo es bien porteño, nació
aquí. Sin darnos cuenta lo hablamos
todos los días y en todas partes,
nos identifica como porteños y
cobran un propio significado en un espacio
determinado que es Buenos Aires.
La Academia Porteña
del Lunfardo es una organización
no gubernametal (ONG) sin fines de lucro
que se fundó el 21 de diciembre
de 1962. Durante sus primeros años
la Academia se situó en un departamento
de la calle Lavalle, pero en 1987, tras
donaciones de diferentes personas, se
mudó a la calle Estados Unidos
1379 donde actualmente se encuentra.
La iniciativa fue ideada
por José Gobello, acompañado
por Luis Soler Cañas y León
Benarós, convocando a un grupo
de escritores y periodistas para considerar
la creación de un instituto destinado
al estudio del habla popular. “Ellos
pensaban que había que sacar al
lunfardo de ese limbo idiomático
en que se hallaban, porque en realidad
esas palabras circulaban en el habla popular”,
cuenta Otilia Da Veiga, vicepresidenta
de la Academia.
Otilia Da Veiga tiene
77 años, y está conectada
con la Academia desde el año 1992
“Me acerque porque yo soy poeta
que cultivo la vena lunfardezca”,
cuenta y agrega: “Con el tiempo
me eligieron académica de la casa,
y ahora estoy desde hace dos períodos
como vicepresidenta en ejercicio”.
La academia actualmente
cuenta con un reservorio bibliográfico
de 5400 libros; 800 mil partituras; 28
académico de nombres; y 40 académicos
corresponsales en el mundo, y en algunas
provincias de la Argentina. “Arturo
Perez Reverte, escritor y periodista Español,
miembro de la Real Academia Española,
estuvo de visita por el país y
nosotros le preguntamos si quería
ser académico corresponsal de su
país, y se volvió loco de
alegría”, comenta Da Veiga.
A pesar de que en el
año 2012 la Academia Porteña
del Lunfardo se declaró de interés
cultural de la Ciudad de Buenos Aires,
nunca recibieron una placa en homenaje.
La Academia, siendo una ONG sin fines
de lucro, no contó, ni cuenta con
subsidio del Gobierno de la Ciudad, ni
tampoco de la Nación. “Nosotros
tenemos patrocinantes, una cantidad de
personas que colaboran con nosotros con
un aporte anual de $150, y el que puede
más también. De esa manera
solventamos”, explica Otilia.
Actualmente la Academia
tiene firmado un convenio con el Ministerio
de Educación de la Nación.
Se trata de digitalizar el material que
tienen guardado. “El convenio sirve
para abrir una ventana al mundo con nuestra
bibliografía. Estamos trabajando
con la Biblioteca Nacional de Maestros,
quienes envían tres especialistas”,
comenta Da Veiga.
Con sus 43 años
de vida la Academia tiene como objetivo
rescatar las palabras que circulan en
el habla popular para ir incorporándolas,
mediante la Academia Argentina de Letras,
al diccionario de la Real Academia Española,
como ya fueron incorporadas las palabras
“pibe” y “banquina”.
El lunfardo es un fenómeno
social que traspasó todo status
social, y hasta llega a circular en los
medios de comunicaciones que consumimos
todos los días. Las palabras viajan,
se transforman, pero nunca se detienen.
Vivamos el lunfardo y aprendamos más
de nuestras palabras, porque como reza
el lema de la Academia “El pueblo
agranda el idioma”.
Federico Aizen