Nuevamente desestabilizando

Naomi Klein describe, en La doctrina del shock, como se implementan las políticas neoliberales, en perjuicio de casi todo el pueblo, a partir de algún desastre, natural o gestado por el propio hombre.
    Según la intelectual canadiense sería imposible imponer mediante elecciones algo que perjudica a gran parte del pueblo. Salvo que éste esté en estado de chock. La imposición viene desde luego desde grupos de poder que se benefician con este tipo de políticas. Hoy y aquí todo apunta a que la derecha está trabajando duro para que este modelo incluyente llegue a su fin, y en lo posible en términos desastrosos.
    Con esa meta se están desplegando varias estrategias. Una es la instalación del nulo valor de nuestra moneda. Estrategia que se palanquea mediante la suba indiscriminada de los precios. Tengamos en cuenta la concentración en pocas empresas de casi todo lo que consumimos. El gobierno intenta frenar la escalda con el control de precios. Y más importante aún es que el estado realmente controle a las grandes compañías que concesionan bienes del estado: las ferroviarias, las telefónicas, ¡las proveedoras de luz!, de gas, etcétera. Los recientes cortes de luz que vulneran las vidas de los ciudadanos en su cuasi totalidad -porque es como una ruleta rusa, no sabés cuándo te puede tocar- no pueden solo solucionarse con multas. Se han vulnerado derechos fundamentales y uno sospecha de que no se hayan realizado las inversiones que corresponden al manejo de algo tan importante como la electricidad. De ahí uno puede desprender fácilmente dos lecturas: las empresas son cómplices en la generación de caos y/o el estado no ha hecho lo correspondiente para controlarlas.
    Los grandes consorcios ya han recurrido a golpes económicos, generando inflación, estimulando saqueos, generando corridas cambiarias que resultan en megadevaluaciones donde los más afectados son los ingresos de los trabajadores (incluso inactivos). Mientras, claro está, los potentados tienen en oferta a todo un país. No es casual que se almacenen cosechas, reduciendo la oferta del dólar, a la vez que los medios de desinformación masiva incentivan la demanda, y diría la “necesidad” (por nuestra memoria) del dólar “blue”.
    Hace muy poco fue el paro policial y sus consecuentes y orquestados saqueos. Luego los cortes de luz. El dólar por las nubes, las subas de precios (que puede llevar, por ejemplo, la lechuga en algún lugar a $50 el kilo, cuando otro la mantiene a $14). Y ante una población con cierta memoria; y con la presentación mediática de un gobierno débil (Cristina recién operada y bastante sola), corrupto (casos, Boudou, Madres y todo lo que presente Lanata), sin futuro (no hay re-re elección y no hay candidato del Frente Para la Victoria aceptado por los medios masivos), inútil (no funcionan los entes de control), más el odio irracional (y machista) que se viene oliendo desde hace años contra “la yegua montonera” (similar al “Viva el cáncer” contra Evita) se viene gestando la posibilidad concreta de que la derecha vuelva a tomar el timón del país para instalar nuevamente políticas neoliberales.
    Esta situación nos obliga a estar atentos. Buscar precios, pensar en los orígenes de cada problema. No engancharnos en la salida fácil que se huele hasta sin leer massmedia.
    Hay una tendencia a mostrar que el gobierno nacional ya “no sabe qué hacer” y se demanda la presencia de la presidenta (que hace muy poco a muchos les irritaba cuando salía a hablar por cadena nacional).
    En mi opinión se está orquestando un intento claro de desestabilizar al gobierno nacional en una jugada donde perdemos todos (menos los que tienen “la sartén por el mango”). El gobierno nacional se pasa metiendo la pata, estoy seguro de eso. Tal vez no era momento de “olvidar” al dólar “pesificando todo”. Tal vez no funcionaron bien los entes de control. Puede que todo no esté todo de maravilla. Pero una cosa es clara. La desestabilización nos perjudica a nosotros. Queda defender, pero con sentido crítico.

Rafael Sabini