CRAM

La existencia es un dolor que se puede bailar

Los martes a las 20.30 el Grupo Kambras se presenta en el Teatro Del Abasto y uno se puede dar el lujo de navegar en una zona donde lo ondulante y cálido, como el ser, pero también la danza y el vínculo, es atravesado por la dureza del límite y las formas impuestas por los otros.
    ¿Qué es Cram? Ellos dicen que es el interjuego entre la noción de “atiborrarse” habitando espacios reducidos que achican las posibilidades del ser; “mercachifle” vendiendo el propio arte y “abrazo”.
    Cram te propone habitar lo distinto dentro de lo cotidiano: ir al teatro en Buenos Aires, que te hablen en inglés y no traduzcan, es tan sólo el comienzo de una obra que plantea mostrar el límite entre lo que es y lo que parece. El que chapurrea un francés salpicado de porteño inventa un idioma que nos hace sonreir reconociéndonos en nuestras máscaras. Los idiomas sirven de excusa para constatar una vez más que las palabras no alcanzan para entenderse: que no hacemos lo mismo que los demás, o lo hacemos a destiempo; que la soledad es incomensurable aún a los cuatro años, que la comunicación a veces es imposible y el dolor del rechazo, inevitable.
   Los bailarines son bailarines, pero también arrastran sogas, iluminan, recitan. El arte es lo que es, la creación sin etiquetas.
   Son bailarines, pero también músicos, actores, tramoyistas, y todo lo que pasa en el escenario te involucra, desde el arrastre de las sogas para acercarlo o cambiarle el frente, hasta el tango que, explicado, es solamente una gimnasia y en cambio, cuando no se piensa tanto, cuando los cuerpos están presentes en el roce, una puede sentir que también, desde la butaca, baila. ¿Quiénes somos? Es una pregunta que aparece al final de la obra y ellos la contestan diciendo que somos el resultado de nuestras elecciones, lo que pudimos…
   Como dice Sartre: “Somos lo que hacemos con lo que nos pasa”.

Liliana Fijtman