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Sonia Sánchez

“Ninguna mujer nace para puta”

Encontramos a Sonia Sánchez en la inauguración de la muestra "Prostitución... campo de concentración" que realizó en el marco del café Franca Matina en la Casona Humahuaca (Humahuaca 3508). En ese momento* presidió una charla–debate y además tuvimos acceso al libro que escribió con María Galindo (de Mujeres Creando, Bolivia). Sonia conoce la problemática en carne propia y no duda al enunciar que “Ninguna mujer nace para puta”, tal como titularon dicho libro, y sostiene que nunca, pero nunca, la prostitución deberá justificarse, porque para ella, nunca, pero nunca es un trabajo sino que, sostiene, es explotación.


    Ella habla con fuerza, con razones. Habla bien, se expresa claramente: dice las cosas por su nombre. Dice “puta”, “fiolo”, “violación”, “poder corrupto”, “estado proxeneta”, “libreta sanitaria”, “pobreza”... en relación a la prostitución actual. Explica que no hay clientes sino “prostituyentes”. Frente al auditorio sostiene que invisibilizamos diariamente este flagelo.

Paneo de su pasado
Sonia cuenta que vino del Chaco a trabajar en servicio doméstico y cuando renunció, la plata le alcanzó para comer quince días. Vivió cinco meses en Plaza Miserere del Once y un día, luego de su pedido de ayuda, una prostituta le dio dinero para lavarse y la invitó a sentarse en uno de los bancos. “¿Qué tengo que hacer?”, le preguntó Sonia. “Nada”, le dijo la puta, “vos sentate que los hombres harán el resto”. Y ella se sentó...
    Nos contó de los abortos en las comisarías cuando estaba vigente el código contravencional, época en que vivían más detenidas que afuera. Nos comentó de los desfiles a que eran obligadas a realizar para que los policías pudieran identificarlas, de cómo la ayuda de un plan del gobierno las deja presas de un rol que no quieren.
    Nos contó también de la vez que contestó un aviso de camarera engañoso para trabajar en el sur y terminó atrapada en un prostíbulo que figuraba como restaurante. Le dieron un “bautismo”, así se llama a la violación en cadena de decenas de tipos relacionados a “la casa” que es lo que recibe cada mujer que comienza a ser explotada en uno de estos sitios. Le costó una semana de internación hospitalaria. Nos contó también que dicha “casa” continúa explotando mujeres.


“Sentía que si seguía con los códigos de la prostitución, eso me sostenía ahí en la esquina”.

Resistiendo agrupadas
En 1999 un grupo de mujeres prostituidas, entre las que está Sonia, arrancan con AMMAR Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. Encontraron un espacio en la CTA donde pronto descubrirá, sostiene, un “sindicalismo con manejo fiolo”, porque, sostiene en el libro, “no nos organizamos para prostituirnos mejor”.
    En AMMAR CTA “ni pudimos discutir si aceptábamos ser o no `trabajadoras sexuales`”. “Es que siempre nos vieron como putas y a la puta no se le consulta nada”.
    Luego arman AMMAR Capital que también abandonará luego de haberlo presidido por estar ocupado por “una serie de parásitos, empezando por la iglesia, expertos y expertas de todas las calañas y organismo que ven en nosotras trabajadoras baratas para repartir forros y cajas de alimentos”.
    Sostiene que el discurso del “orgullo de ser puta” es un engaño. Maquillan con palabras como “trabajadoras sexuales” y por ende reconocen a la prostitución como un trabajo. Hace más de diez años que circula ese discurso y “¿quién consiguió jubilación, derechos, seguridad social?” interroga. “Salvo un grupo de dirigentes que viven bien gracias a este discurso y lo explotan en su propio provecho, ninguna mujer prostituida puede acceder a ningún beneficio por esta vía. Lo único que le dan son forros. La vergüenza y el dolor que sienten no se los quitan maquillando las palabras. Hay que enfrentar la verdad. Y la verdad es que la prostitución es violencia. No es trabajo.”
    Para ella ese mecanismo legaliza la práctica del fiolo: “Porque si la prostitución es un trabajo `yo paso a ser una trabajadora sexual, el burdel, una fábrica y el fiolo un empresario del sexo`. Y entonces se hace un sindicato, que les cobra cuotas y recolecta información que en definitiva le sirve a los proxenetas.”

Objeto y mercancía
Explica que “la puta” no tiene decisión sobre su propio cuerpo. Es una “mujer-máquina de hacer dinero” para otros. Sin embargo, “La puta es la cara oculta de esta sociedad y de este Estado hipócrita y machista”. Según Sonia la omisión que se hace de “la puta” posibilita que suceda lo que sucede. “Existencia no solo sin contenido y sin valor para la sociedad, sino sobre todo en una existencia que no afecta, no interpela ninguna de las estructuras sociales”.
“La puta no significa, ni expresa nada”, explica. Solo mueve dinero y hay toda una industria montada en torno a la entrega de su cuerpo: desde casitas y casinos, hasta zonas de paraíso tropical...


“Todo prostituyente es responsable del lugar de consumo de prostitución en el que se coloca.”

Mujeres cómplices
Revela que le duele en lo más íntimo el abandono de quienes podrían estar en su lugar, porque “todas tenemos cara de puta”: “Es indignante y doloroso que otras mujeres no te vean, no te sientan, no te escuchen; que reproduzcan el lenguaje y la actitud del patriarcado reforzándolo”.

Modo de dominación
A la prostitución llegas “muda” dice, “la mudez y el silencio están construidos de muchos pedazos de violencia que no son todos iguales y que taponan y bloquean, no solo tu posibilidad de hablar, sino también de pensar y de respirar”.
    “Un fiolo está vigente sobre cómo te vas a dirigir a él y también el contenido de lo que puedes o no decir. Es una relación amo-esclava por tu mudez.” El que no respondas a la violencia psicológica, tu mudez, garantiza que no llegará a ser física. “Por eso el miedo hace de candado y asegura tu silencio”.
    La culpa... “al principio, cuando venía la policía y nos subía con brutalidad al patrullero, nosotras pensábamos que éramos culpables”. “Hemos sido criminalizadas con un discurso que hemos introyectado y se ha hecho carne en nosotras”.
    Por eso, explica, es tan importante interpelar a la sociedad. “No diciendo que soy inocente, sino haciendo responsable a la sociedad de forma directa”.
Encima hay métodos que dicen ayudar, como el asistencialismo y la caridad que, sostiene, “solo sirven para mantenerte donde estás...”

Autojustificativos
Explica que muchas prostitutas no son plenamente conscientes de su situación de explotación. “Poner la maternidad como un escudo que dignifica la prostitución es apelar a una falsa dignidad en la prostitución (...) Es el miedo de ver y pronunciar la realidad”.
    El fiolo suele camuflar su oficio bajo un vínculo amoroso. “En la base del papel del fiolo está siempre el príncipe azul”. Pretty Woman. “La puta puede identificar el fiolo de la otra, pero no el suyo propio”.

Estado proxeneta
“Pedir, como pedíamos antes `inclusión social` hoy me da risa... Cuando ves que el estado es proxeneta tu relación con el estado cambia.”
    Para ella los programas de inclusión social son de sostener las cosas como están. La caja de alimentos (2001), luego las tarjetas, o los forros que les dan para usar, son maneras de decir: “seguí trabajando”.
    “El estado proxeneta convierte a la organización en una de las cadenas de proxenetismo respecto de la mujer en situación de prostitución.”
    “Si le rogás mucho al estado puede llegar a darte un curso para aprender a coser con el objetivo de que generes un microemprendimiento. Pero jamás un curso de lectura con lo importante que es saber leer, en todo sentido, la realidad.”
    “Intentamos desde la organización dar vuelta la cosa y que los volantes vayan a los hombres en lugar de a las putas, pero no quisieron”.
Para ella “el mundo masculino ha naturalizados sus privilegios”. El fiolo, el prostituyente y el policía no atentan uno contra el otro ni se colocan en una jerarquía, son socios...
    En el libro en cuestión explican que no hay diferencias sustanciales entre el Reglamento de las Casas de Tolerancia de La Paz, Bolivia, 1906 y el Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires promulgado en el 2004. En ambas, por ejemplo, se aísla a la prostituta y se la controla para que no contagie.

El prostituyente
Sonia eliminó la palabra cliente de su vocabulario ante una puta, que “no es un banco para tener clientes”. Para ella “Todo prostituyente es responsable del lugar de consumo de prostitución en el que se coloca.” Y por ende, para ella, “todo prostituyente es un explotador”.**
    “Te convierten en una profesional de sus gustos sexuales. Te dan esa herramienta y allí tienes un saber sobre sus cuerpos que no lo reconoces como saber. No lo puedes reconocer como saber, porque la prostitución es enajenación de ti misma, por eso la soportas por años. Y desde la enajenación nada te pertenece. Ni siquiera aquello que sabes hacer.”

La importancia del lenguaje***
La palabra puta acompañada de algo más es un grave insulto. Palabras como “Trabajadora sexual” o “dama de compañía”, insiste, maquilla la situación sostiene Sonia y “son máscaras aceptables que sirven para volver a usar a las compañeras una vez más”.
    Por esta razón Sonia sostiene que hay que romper el simulacro. Para ella ahí está la salida. Y que eso se desmonta nombrando a las cosas por su nombre, desmitificando...
    Según Sonia es admitido que otro te nombre puta desde afuera o que vos nombres como puta a otra mujer para reeditar lo que el otro hizo sobre ella. “Pero está prohibido que la uses para explicar esa dinámica de dominación”.
     “Yo sentía que si seguía con los códigos de la prostitución, eso me sostenía ahí en la esquina”. Por eso comenzó a usar la palabra “puta” que golpea, porque en el ámbito es la que se regala, las prostitutas cobran por el favor, por ende, “sos mejor”, producís, “o haces por tus hijos, por el pago del alquiler, siempre tenés una excusa para justificarte. Con ese lenguaje y una falsa dignidad te sostienen en esta explotación”.
    Cuando comenzó a usar la palabra “prostituyente” cuenta que sus compañeras se molestaban porque lo veían como la fuente de sus ingresos, “¿de qué vamos a vivir?”. Y ella respondía que eran capaces de otras cosas, pero que más allá de eso necesitaban hablar con la terminología adecuada para salir de esa situación.
    Sonia sostiene que con el lenguaje a veces sucede que parece que hablaras, pero que en realidad lo que uno hace es simplemente retransmitir ideas ajenas. Por eso le da tanto poder a la palabra, a la voz propia: “Tu hablar tiene fuerza para cambiar las relaciones y los lugares en los que estás”.

Para salir recomienda
En síntesis, propone para salir de esa situación: Romper con los parásitos, Romper con el clientelismo estatal; Terminar con la pleitesía que te demanda la iglesia; Dejar de verse como víctima; Gestionar las necesidades, urgencias y angustias propias, unidas con otras (“No quiero más que una organización sea solo de putas, solo de travestis, solo de lesbianas. Eso solo fomenta la fragmentación y la separación entre mujeres.”); Organizarse desde los propios conceptos, con objetivos claros; No buscar más legitimación.
    Para Sonia “no salís de la prostitución pidiendo perdón y arrepentida, salís de la prostitución rebelándote y no aceptando ninguna forma de poder sustitutivo sobre vos, tu cuerpo y tus afectos”.


* 13 de marzo de 2014.
** Nota Red. En los países nórdicos, como por ejemplo Suecia, es totalmente legal para una persona ofrecer sus servicios sexuales. Lo que es ilegal es la compra de esos servicios. Encima, al consumidor se le ha implantado el mote de “torsk” que es un pescado, el bacalao. ¿Quién quiere ser un baboso bacalao?
*** "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas." (Biblia, Juan.1:1-3).
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Revista El Abasto, n° 166, abril 2014


 

 

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