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Ricardo Caputo comenzó con su primo Vicente Caputo la inmobiliaria -Palazzo Caputo Hijos- en 1957, en Sánchez de Bustamante y Humahuaca...

Historia en primera persona

Hoy ustedes me vienen con preguntas para ver si yo, un hombre de 81 años con vivencias alrededor del barrio que los convoca, que es mi barrio El Abasto, puedo rememorar historias vividas en este pedazo de nuestra ciudad hermosa Buenos Aires, capital de la República Argentina. Y me preguntaba qué podré describir con mis palabras que encuentran vida en este barrio tan querido para nosotros los porteños y tan recordado por todos los argentino que en él vivieron figuras que trascienden nuestras fronteras comenzando por el gran Carlos Gardel, el impresionante músico Aníbal Troilo, los brillantes cantores de nuestra música popular el tango: Roberto Rufino, Virginia Luque, Oscar Larroca, Mario Bustos y otros que escapan mi recuerdo. Pero creo que con la mención del gran Carlos Gardel, el Morocho del Abasto, puedo sintetizar todo el tango, pero no solamente la música popular fue lo que destacó a nuestro querido barrio del Abasto.


“Mario [...] junto a «Barril», otro personaje del Abasto, eran el mejor remedio que podía tomar cualquier ser humano para tener una mejor vida. ¿Y saben ustedes cuál era el remedio? ¡La alegría!”


     Un edificio construido por el gran ingeniero Delpini, el Mercado de Abasto, fue el referente más notable de nuestro querido barrio y hoy sigue siendo, con el shopping Abasto, obra construida por la empresa Caputo ascendentes de mi familia de la cual me siendo enormemente orgulloso por todo lo que hizo, hace y seguirá haciendo por una de las más bellas ciudades del mundo –Buenos Aires– y al decir haciendo me refiero a la parte edilicia a la que esta dedicada la empresa.
El Abasto (Mercado) fue en mi época juvenil el refugio de muchos muchachos que, como yo, recalaban al final de sus jornadas laborales en ese maravilloso centro comercial, que proveyó en gran escala los productos de la canasta familiar. Porque, ustedes sabrán, allí había un sector para la compra venta de verduras y accesorio a ella otro sector para la venta de frutas. Y también estaba en el primer piso la venta de todo lo referente a las carnes.
     Nuestro gran Mercado de Abasto tenía como característica notable que nunca dormía, estaba abierto las 24 hs del día y los pioneros de ese gran Mercado de Abasto eran los hombres más sencillos, honestos y trabajadores que se rotaban en sus tareas para que la gran ciudad que era ese Buenos Aires no le faltara nada. Proveyendo siempre con todos los alimentos básicos que hacen al desarrollo de las personas.


     Características: Un edificio adelantado a la época. También así como hoy el shopping Abasto mantiene las estructuras básicas de aquella época en que se construyó el gran Mercado de Abasto.
    Desarrollo del mismo. Podría hacerla un ingeniero, arquitecto o maestro mayor de obra, pero la belleza de esa construcción que se hizo a principios del siglo XX es increíble.
     Historias infinitas que cada uno de sus habitantes de la época podría contar mejor que yo, por haber sido protagonistas, mientras yo que era el hijo menor -y no trabajaba en el Mercado- de una familia compuesta por mis padres y dos hermanos mayores que sí pasaron gran parte de su vida en él, trabajando y viviendo todas las alternativas que se daban en ese mundo tan único que era el Mercado de Abasto. Yo era en ese entonces un joven que estaba estudiando y trabajando cerca del gran mercado, pero no dentro del, donde se tejían miles y miles de historias, que yo conocía a través de mi familia o amigos muy allegados que tenía.


     Uno en especial, el gran Mario Cepuaselli, un laburante del mercado, con su puesto de venta de zapallos, se había equivocado el camino porque era el artista más cómico que yo conocí. Y junto a “Barril”, otro personaje del Abasto, eran el mejor remedio que podía tomar cualquier ser humano para tener una mejor vida. ¿Y saben ustedes cuál era el remedio? ¡La alegría! Que infundían con sus vivencias y comicidad natural, superior a los mejores cómicos de la época y tal es así que ¡éstos los iban a visitar para alegrar sus vidas!

Ricardo Caputo


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Revista El Abasto, n° 168, junio 2014


 

 

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