Por
Viviana Demaría y José
Figueroa
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“Si
me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices”
Juan Gelman
Cuando el Almirante recibió,
en un acto vergonzoso el Doctorado Honoris
Causa entregado por la Universidad del
Salvador (1) el 25 de noviembre de 1977,
emitió estas palabras:
“Hacia fines del
siglo XIX, Marx publicó tres tomos
de El Capital y puso en duda con ellos
la intangibilidad de la propiedad privada;
a principios del siglo XX, es atacada
la sagrada esfera íntima del ser
humano por Freud en su libro Interpretación
de los sueños, y como si esto fuera
poco para problematizar el sistema de
los valores positivos de la sociedad,
Einstein, en 1905, hace conocer la Teoría
de la Relatividad, donde pone en crisis
la estructura estática y muerta
de la materia”.
En absoluto fue original.
En 1931 Giovani Papini – admirador
del Duce y defensor del fascismo –
había expuesto el mismo pensamiento
en su obra “Gog”. Así
fue como, envuelto en esas palabras prestadas,
Massera indicaría claramente dónde
la Junta había depositado la condición
de “peligroso” y por ende,
“erradicable” de la sociedad.
Estas fueron las circunstancias
que sirvieron de justificación
para depositar la mirada sobre la Lic.
Beatriz Perosio – psicóloga
y primera Presidenta de la Federación
de Psicólogos de la República
Argentina. De allí su secuestro,
tortura y muerte en las tierras tintas
en sangre del Centro Clandestino de Detención
“El Vesubio”, donde también
había pasado Germán Oesterheld.
Fue una mañana
fría del 8 de agosto de 1978. Beatriz
estaba por cumplir 31 años, era
soltera y trabajaba incansablemente por
un mundo mejor.
13 de octubre
La Confederación
de Psicólogos de República
Argentina (COPRA) convocó al primer
Encuentro de Psicólogos y Estudiantes
de Psicología, para los días
11 al 13 de octubre de 1974 en la ciudad
de Córdoba. De todas partes del
país llegaron casi 5000 psicólogos
y 40.000 estudiantes mostrando fuertemente
la potencia del campo psi en la vida argentina.
Lejos de ser una reunión
distendida y convivial, el origen de su
convocatoria fue una situación
abismal acompañada de un paisaje
gravísimo. De hecho, los representantes
por Buenos Aires fueron escasos, debido
a que estaban en pie de lucha frente al
cierre de la carrera en la Universidad
de Buenos Aires. Así mismo, los
psicólogos y estudiantes de La
Plata no asistieron debido a los asesinatos
de compañeros de la universidad.
Al tenso, triste y conflictivo panorama
que atravesaban los profesionales y la
carrera en diversos puntos del país
se sumó el tema ineludible que
fue la frustración por la propuesta
presentada por el Ministro de Salud de
la Nación –el Dr. Liotta–
que hablaba de la creación de un
Servicio Nacional Integral de Salud. El
proyecto hablaba de los trabajadores de
la salud. Allí nombraba a los médicos,
enfermeros, kinesiólogos, fonoaudiólogos,
etc. Evidentemente los psicólogos
no figuraban en esa lista. Alberto Colaski
– Presidente del Centro de Estudiantes
de Filosofía y Letras (CEFyL) de
Córdoba y miembro de la FUA (Federación
Universitaria Argentina) – junto
a los psicólogos que conducían
la COPRA, logran concretar una entrevista
con la Comisión de Salud de Diputados
exponiendo esa omisión. La respuesta
fue contundente: “'No, por favor,
acá están ustedes, en el
/etcétera/'”. La indignación
funcionó como detonante para la
convocatoria al Encuentro Nacional de
Psicólogos y Estudiantes de Psicología.
Las tensiones eran evidentes
aun hacia el centro de los mismos psicólogos.
Algunos aceptaban el Proyecto Liotta (haciendo
lo posible por salir del etc, pero siguiendo
bajo la tutela de los médicos)
y los que rechazaban de plano integrarse
al programa en ese marco. Junto a esta
encrucijada, surgían los debates
acerca de cuál sería el
mejor sistema sanitario para el país
y las nociones fundamentales que debían
transmitirse a la hora de la formación
de los psicólogos. Las discusiones
fueron extensas e intensas. Albergados
en la cuna de la lucha que significaba
Córdoba para ese momento de la
historia, llegó el día de
cierre – el domingo 13 de octubre
– y no se había logrado acuerdo.
Contemplando que la exposición
de esa diferencia insalvable sería
una muestra de fragilidad frente a nuevos
desafíos, los organizadores del
encuentro se reunieron y propusieron un
símbolo de unidad: instituir ese
día como el “Día del
Psicólogo”. La propuesta
fue aprobada y hasta la actualidad se
conmemora.
Finalmente, y en sintonía
con el clima de la época, el encuentro
culminó con una represión
policial en la Ciudad Universitaria de
Córdoba. Barricadas y pedradas
fueron la postal final del día.
El Lanús
En 1956 el Aráoz
Alfaro de Lanús se convirtió
en el primer hospital en integrar psiquiatría,
psicología y medicina general de
la mano del Dr. Mauricio Goldemberg extendiéndose
la asistencia en Salud Mental a los Hospitales
Generales. El Dr. Goldemberg tuvo el mérito
de haber modernizado el sistema de Salud
Mental de la Argentina, y el camino elegido
fue por medio de la introducción
del psicoanálisis en los hospitales
públicos.
El Aráoz Alfaro
fue el primer servicio en integrar psiquiatría
y psicología con la medicina general.
Dentro del Hospital, el servicio de Goldemberg
se expandía pasando de atender
a 6.767 pacientes en el año 1960
a 14.222 en el año 1964. Como podemos
advertir, el Lanús ha sido el término
empleado para designar al Servicio y no
al hospital al que pertenecía,
ligado fuertemente al espacio geográfico
en el que fue puesto en funcionamiento.
Fue ante todo una experiencia, un mito.
La posibilidad de mostrar un nuevo paradigma
respecto de la Salud Mental, integrada
a los espacios de Servicios de Salud Clínica.
Es así que – con anterioridad
– el Rawson, contaba ya con servicio
de Salud Mental, pero el Servicio pensado
por Goldemberg fue el primero en brindar
un abordaje completo que iba desde la
hospitalización hasta el tratamiento
ambulatorio dentro de un espacio que además
brindaba asistencia a pacientes clínicos.
Esta nueva mirada contemplaba
el trabajo interdisciplinario incluyendo
a psiquiatras de diferentes líneas
teóricas, psicoanalistas, y posteriormente
a psicólogos, sociólogos,
antropólogos y otros científicos
sociales.
Psicólogos y Médicos
conformaban un equipo terapéutico
que abordaba integralmente el sufrimiento
de los pacientes, considerando también
el contexto social y sus condiciones de
vida. Y así, los psicoanalistas
más progresistas se vieron convocados
a adaptar sus técnicas a las condiciones
sociales y a una clase de paciente con
el que nunca se habían encontrado
antes. De este modo advirtieron en el
psicoanálisis una herramienta de
cambio social.
Como podemos observar,
la historia del Lanús fue una auténtica
gesta, iniciada en un humilde servicio
de un hospital en las afueras de la ciudad
de Buenos Aires; y que concluyó
en la creación de una institución
compleja y eficaz, cuyas raíces
se encontraron en la batalla incansable
por desterrar los prejuicios de la medicina
y los pacientes respecto de la psiquiatría.
En definitiva, para la
comunidad terapéutica, el Lanús
se convirtió en una serie de relatos
basados en experiencias sobre las prácticas
llevadas a cabo por diversas generaciones
de profesionales de la Salud Mental. A
partir de este hito histórico los
planes creados en base a estas experiencias
invocaban de algún modo al Lanús
como inspiración de las reformas
que el área de Salud Mental demandaba
en el plano de la organización
institucional, asistencial y terapéutica.
Así fue que el
Lanús quedó inscripto en
la historia, como una ideología
dentro de la salud mental en Argentina
que representaba la antítesis de
lo manicomial. Allí se llevó
adelante una de las más importantes
experiencias del campo de la Salud Mental
siendo pionera en el trabajo fuera - y
en contra – de los poderes de los
manicomios aventurándose a asimilar
los avances del psicoanálisis,
la psicofarmacología, las psicoterapias
breves, las psicoterapias de grupo y de
familia, investigaciones de distinta clase,
trabajo comunitario y preventivo. De allí,
por lo menos dos generaciones fueron impactadas
por su existencia: Valentín Barenblit,
Vicente Galli, Gerardo Stein, Hernán
Kesselman, Carlos Sluzki, Lía Ricón,
Aurora Pérez, Octavio Fernández
Mouján, Juan David Nasio, Miguel
Vayo, Emiliano Galende, Wilbur R. Grimson,
Héctor Fiorini y muchos más.
Esta inscripción
permitió una fuerte ligazón
con el campo político ya que asociaban
lo represivo y autoritario del manicomio
con los regímenes dictatoriales
diferenciándolo de la democracia,
el pluralismo y el humanismo propios del
Lanús. Y para aquellos que formaron
parte o transitaron por él –
aunque más no haya sido por poco
tiempo – dejó una huella
indeleble. Al punto de sentir una adherencia
tal que permitía sentir que ellos
llevaban puesta la “camiseta del
Lanús” donde fuera que la
vida los haya llevado luego.
El entrecruzamiento con
lo político no es difícil
de rastrear. Cuando se sigue la línea
del nombre del Hospital, mucho puede asociarse
a partir de ello: comenzó llamándose
Hospital Interzonal de Agudos “Evita”
(1952-1955), para luego pasar a llamarse
Policlínico “Dr. Gregorio
Aráoz Alfaro” entre 1956-1973
y 1976-1987. En el período 1973
al 76 recuperó su nombre original
pero la dictadura del 76 recurrió
nuevamente al “Dr. Gregorio Aráoz
Alfaro”. Finalmente, desde 1987
hasta la actualidad, podemos encontrarnos
con el Hospital Interzonal de Agudos “Evita”,
mostrando claramente como en el nombre
hay una lucha por el sentido de lo político,
lo democrático y el proyecto que
subyace al mismo. De allí que la
denominación “el Lanús”
guarde todo un sentido de resistencia
y de lucha heroica por un nuevo sentido
de la Salud Mental en Argentina.
A principios de la década
del 70, Mauricio Goldenberg dejó
el servicio para dirigir el Servicio del
Hospital Italiano ocupando su puesto Valentín
Barenblit que continuó con el proyecto.
Este cambio es atribuido a la conflictividad
debido a las diferentes posiciones políticas
que atravesaban al Lanús al igual
que al conjunto del país. Más
allá de todos los logros obtenidos,
no escaparon a la calificación
de “subversivos” por parte
de la Triple A primero y la Dictadura
después. Goldemberg se exilió
en Venezuela a principios del 76 luego
del asesinato de sus dos hijos por parte
del Terrorismo de Estado. Después,
las sombras de la noche cayeron con toda
su fuerza sobre “El Lanús”.
En la Sala de Espera de Consultorios Externos
y a plena luz del día, fue secuestrada
la Lic. Marta Brea, psicóloga Subjefa
del Departamento de Adolescencia del Servicio
en el mes de marzo de 1977. Poco tiempo
después, en abril, fue secuestrado
el jefe de Servicio, que tras dos semanas
de torturas fue liberado. Luego de estos
sucesos el Servicio casi fue cerrado pero
logró subsistir.
De todos modos, el Lanús
nunca volvió a ser “El Lanús”,
al igual que la Argentina no volvió
a ser la misma.
Beatriz: la utopía
de Otro Mundo Posible
Beatriz
había nacido el 18 de agosto de
1947 y aun no había cumplido los
31 años cuando el 8 de agosto de
1978 fue secuestrada y desaparecida. En
ese momento, era presidente de la Asociación
de Psicólogos de Buenos Aires y
de la Federación de Psicólogos
de la República Argentina. En diciembre
de 1974 había llegado a formar
parte de la Comisión Directiva
de la Asociación de Psicólogos
de Buenos Aires (APBA) como secretaria
gremial. Su espíritu comprometido
la llevó a recorrer personalmente
los 52 servicios hospitalarios existentes
en la ciudad de Buenos Aires en aquel
momento, relevando las necesidades de
los psicólogos que allí
trabajaban e incentivando la participación
de los trabajadores de la salud. Se sabe
que fue llevada al centro clandestino
de detención "El Vesubio"
y que instituciones de psicólogos
nacionales y de todo el mundo hicieron
infructuosas gestiones para su liberación.
Beatriz sostenía que "No hay
otra manera de lograr nuestra libertad
de trabajo y la jerarquización
de nuestra carrera sin una organización
que nos fundamente y nos respalde. Hoy
en día son impracticable los proyectos
individuales o de pequeños grupos".
Estaba convencida que el mejor espacio
de trabajo para los psicólogos
eran las instituciones públicas
y por eso hacía centro en los hospitales.
Esta joven cuya formación
provenía del cristianismo, militaba
desde 1972 en un partido de la entonces
llamada izquierda revolucionaria. Es importante
señalar esto porque tiñó
su posición tanto en la vida como
en la profesión. Esta mirada la
llevaba a buscar el modo de intervenir
en la sociedad, revisando la teoría
a la luz de su pensamiento en cada lugar
donde participaba. Fue así que
uno de sus desafíos concreto de
interrelación entre teoría,
praxis e ideología fue el trabajo
de campo que realizó con operarias
de Standard Electric que soportaban condiciones
laborales opresivas, convencida de la
necesidad de transformación de
las teorías y las prácticas
en salud mental para disponerlas al servicio
de las luchas populares.
Participó de la
Coordinadora de Trabajadores de Salud
Mental (TSM), donde el eje de convocatoria
era la condición de Trabajadores
para los profesionales de la Salud Mental.
Y tanto su adscripción a esa idea
como la inclusión de los trabajadores
de la Salud Mental en el ámbito
de la cultura la llevó a vincularse
– junto con la APBA – con
la Asociación Argentina de Actores,
la Confederación de Trabajadores
de la Educación de la República
Argentina (CTERA), la Sociedad Central
de Arquitectos, el Sindicato Argentino
de Músicos y otras entidades.
Su horizonte estaba guiado
por la formación de psicólogos
comprometidos con las realidades de su
tiempo, por la inclusión digna
en instituciones públicas, integrados
a colectivos más incluyentes y
sobre todo, impulsados por la autocrítica
necesaria para revisar permanentemente
sus posiciones.
Esa mujer, esa profesional y esa militante,
trabajaba en un jardín de infantes
que ella y una compañera habían
creado. Creía profundamente en
la educación como herramienta de
cambio y allí había edificado
su sueño. El día de su secuestro,
dejo una nota que decía:
"Estela: Vino Juan Manuel Sánchez
de Seguridad Federal. Me dice que lo debo
acompañar al Dto. de Policía
de Control de Policía Federal,
por averiguación de antecedentes.
Dice que no nos demoraremos mucho. Segundo
piso. Dice que podés pasarme a
buscar ahora mismo, es en Av. Belgrano
a 4 cuadras de la 9 de Julio. Vení
a buscarme, ahora, pues si me demoran
abrá (sic) que avisar al trabajo.
No te asustes. Chau. Bea" (Ingenuamente
Beatriz anotó el número
de documento del tal Juan Manuel Sánchez:
Libreta de enrolamiento 8.482.442).
Su cabello castaño claro, sus ojos
celestes, su figura menuda y ágil,
sufrió la tortura y la humillación.
En el testimonio que prestó ante
la Cámara Federal de Apelaciones
en el Juicio a las Juntas Jorge Watts,
militante de Vanguardia Comunista y sobreviviente
del campo "El Vesubio", dijo
que Beatriz tuvo tres paros cardíacos.
Mientras que Estrella Iglesias, denunció
que Beatriz tenía quebrada una
pierna.
En un informe del Cels se señala:
"Tal lo ocurrido con Beatriz PEROSIO,
presidenta de la Asociación de
Psicólogos de Buenos Aires, de
quien muchos testimonios concuerdan en
afirmar que fue sometida a sesiones de
tortura especialmente frecuentes y prolongadas.
Cabría preguntarse si el torturador
estaba a la búsqueda de una información
excepcionalmente importante, o bien su
propósito era degradar a la víctima
por el temple demostrado. Se sabe que
no lograron quebrantarla y que estaba
con vida el 9 de septiembre, junto con
otros 18 detenidos de este grupo, hoy
desaparecidos."
De este modo, arrebatar la vida de Beatriz
Perosio, implicó por un lado “desaparecer”
la fuerte ligadura del lazo social que
resistía desde los espacios institucionales
y por otro, destituir un espacio de pensamiento
que se encontraba en diálogo permanente
con los acontecimientos socio-históricos.
Junto a ella y sólo en Buenos Aires
62 psicólogos y 96 estudiantes
de psicología fueron desaparecidos
en la hora más oscura de la Argentina
por los mismos que les dijeron “Locas”
a las Madres de Plaza de Mayo.
Es por esto que mantener en la memoria
la historia de Beatriz Perosio y tomar
el día de su secuestro y posterior
desaparición como fecha insignia
para conmemorar el día Nacional
del Psicólogo Víctima del
Terrorismo de Estado, se vuelve una tarea
de ineludible carácter pedagógico
y reparador.
Porque en ella se recuerda a todos los
estudiantes de psicología y trabajadores
de la salud desaparecidos durante la última
dictadura cívico militar. Porque
en ella se refleja el valor y el compromiso
que la tarea del profesional de la psicología
requiere en cada tiempo histórico.
Porque recordar es el requisito indispensable
para no repetir.
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Programa Las Víctimas Contra las
Violencias – Información
Apba: Lista de Psicólogos y Estudiantes
de Psicología Detenidos Desaparecidos
en Buenos Aires – Buenos Aires,
viernes 14 de Octubre de 2011.
http://lasvictimascontralasviolencias.blogspot.com.ar/2011/10/informacion-asociacion-de-psicologos-de.html
Citas:
(1) Los datos de esa distinción
desaparecieron misteriosamente de los
archivos de la Universidad.