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APORTES


Biblioteca para personas sin hogar
Cerca de 180 personas duermen cada noche en el Parador Nocturno Retiro (administrado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires). Son hombres de entre 18 y 60 años, que transitoria o crónicamente no tienen hogar. Cada uno ha llegado a esta situación desesperante por una razón distinta. Algunos por problemas psiquiátricos, otros por adicción, por problemas económicos, por depresión o enfermedad. En el parador nocturno tienen una cama, cena, una ducha. Un techo por una noche.
Un grupo de voluntarios está haciendo funcionar allí una biblioteca. Dos veces por semana llegan con sus libros, los disponen sobre una mesa y los prestan por 15 días. Hablamos con los voluntarios.
— Las personas que concurren a este lugar tienen necesidades acuciantes. Ofrecerles libros ¿no es un poco romántico?
— Creemos que leer es una necesidad básica. No se puede vivir sin involucrarse con las gestas, los amores, las aventuras, los lugares, las criaturas, los dioses, los pueblos, imaginarios o reales, que son contados por otros hombres y están en los libros.
— ¿En que sentido ayuda leer libros a las personas en situación de calle?
— Los libros están cargados de ganas de vivir. Acceder a las realidades que otros han escrito, conectarse con la belleza, otorga experiencia, nutre el espíritu y da ánimo. Eso no se come ni sirve para levantar una casa, ni deja billetes en la mano, pero la gente que se ha quedado sin su hogar está en el fondo de un pozo, y para salir de ahí son necesarias también las fuerzas que operan en el espíritu. No alcanzan por sí solas, pero nada es suficiente de por sí. La solución para alguien que tiene un presente acuciante y un destino retorcido siempre es compleja. Creemos que los libros son un grano de arena en ese camino.
— ¿De dónde sacan los libros?
— Hacemos campañas entre nuestros amigos.
— La gente que duerme en el parador nocturno ¿se interesa por los libros?
— Enormemente. Los argentinos son lectores ávidos, y no hay diferencias en ese aspecto entre los que duermen en su casa y los que duermen en el parador.
— Si alguien quiere ayudar a la biblioteca, ¿adónde se dirige?
— Hay varias ayudas que hacen falta. Faltan libros, claro, pero también faltan voluntarios para estar en la biblioteca.
Pueden escribirnos a [email protected]
Mayra s. Bagdonas


La depresión en la tercera edad
La vejez es heterogénea. Hay tantas, como adultos mayores. La depresión es un cuadro que aparece muchas veces en esta etapa vital, pero de una forma diferente a la que se presenta en el adulto. En reiteradas ocasiones, la falta de conocimiento hace que no se la reconozca, y que se subdiagnostique.
Un error bastante común, es pensar que es natural que una persona esté deprimida, por el simple hecho de tener edad avanzada. Otro, pensar que la vejez es sinónimo de enfermedad, dando por sentado que una persona mayor, debe estar enferma.
La depresión es una enfermedad que debe ser diagnosticada y tratada, para que no se cronifique ni sus consecuencias empeoren.
Tiene múltiples causas, su origen y sus terapéuticas son heterogéneos . Una de las razones por las cuales puede pasar desapercibida una depresión en la vejez, es porque su sintomatología es, a menudo, atípica.
Por otro lado, también puede confundirse con otros cuadros, como una situación de duelo, o un cuadro de deterioro cognitivo (la depresión suele producir alteraciones en estas funciones).
Sin embargo, hay determinados síntomas clínicos que podemos reconocer en la depresión en un adulto mayor, algunos de ellos son: preocupaciones somáticas, quejas de dolores físicos, fatiga, irritabilidad, falta de energía, anhedonia, quejas mnésicas, trastornos del sueño, agitación. En ocasiones, puede no estar presente el clásico humor depresivo.
Podemos clasificar las depresiones en aquellas de inicio tardío (en mayores de 65 años) y aquellas que tienen un comienzo temprano, pero que persisten, lo que las hace “envejecidas”.
La depresión que aparece en etapas avanzadas de la vida, suele cursar con cuadros psiquiátricos y enfermedades físicas.
Ciertas cuestiones pueden actuar como factores de riesgo para una depresión en la edad avanzada, por ejemplo: ser viudo; vivir en una situación de aislamiento; haber perdido a un ser querido; tener antecedentes familiares de depresión; padecer una enfermedad crónica; la pérdida del sostén económico, emocional y/o social; discapacidad; acontecimientos vitales negativos y la pérdida de roles dentro de la sociedad.
Por otro lado, hay factores estresantes, que pueden predisponer a la aparición de una depresión en el adulto mayor. Algunos de estos puede ser: el síndrome del nido vacío; la pérdida de autonomía física y la dependencia de otros; la inversión de roles; la presencia de enfermedades; la institucionalización (en caso de que viva en una residencia geriátrica, por ej., o deba ser hospitalizado); el fallecimiento de pares; el fallecimiento del cónyuge; la jubilación (con el cese de actividades que mucha veces genera, y la disminución de los ingresos económicos).
Es de suma importancia que la depresión sea tratada psicoterapéuticamente y psicofarmacológicamente, pero también es vital la presencia de redes de apoyo (familiares, sociales), y fomentar la inserción del adulto mayor en grupos recreativos o terapéuticos, que amplíen su red social.
Valeria Aquino


Revista El Abasto, n° 170, agosto 2014


 

 

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