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Este
nueva columna de Carlos Murúa, Coach
Ontológico, pretende contribuir al
deseo común inherente a todo ser humano
que busca sentirse bien
Cambia, todo cambia
Desde que nacemos hasta los
últimos días de nuestra existencia
aquí en la tierra, los seres humanos
experimentamos un sin fin de cambios en nuestra
vida.
Pasamos de ser niños a adolescentes,
adultos a ancianos, solteros a casados, casados
a separados o viudos. En cada una de estas
etapas nos acompañan amigos diferentes.
En otros tiempos estamos solos porque los
amigos de antes ya no están. Compañeros
de trabajo que van rotando. Si nos mudamos
de barrio, cambian los vecinos, y así
va transcurriendo la vida, en algunos más
o en otros menos. Y nos vamos dando cuenta
que todo está pasando continuamente.
Como dice la letra del tema de Enrique Pinti,
“Quedan Los artistas”:
Pasan los años,
pasan los gobiernos,
los radicales y los peronistas,
pasan veranos,
pasan inviernos,
quedan los artistas.
Pasan las crisis y pasan
las guerras,
pasa la prensa sensacionalista,
las prohibiciones,
las listas negras,
quedan los artistas.
Pasa la belleza y la juventud
los optimistas y los pesimistas,
pasan las pestes,
pasa la salud,
quedan los artistas.
Casi todos somos conscientes
que la vida es así. Sin embargo encontramos
que el ser humano tiene una gran resistencia
al cambio. El año pasado pude observar
como chicos y chicas de 5 años, el
último día de clase, el de la
despedida, lloraban muchísimo y se
abrazaban porque sabían que una etapa
había terminado. O cuando los padres
despiden a su hijo porque se va a estudiar
o trabajar a otra ciudad o país, aunque
saben que es para su bien, lo sufren tremendamente
porque son conscientes que el cambio ha venido
y las cosas no serán como antes.
Toda nuestra existencia
transcurre entre días buenos y malos,
de salud o enfermedad, en escases o abundancia,
acompañados o solos.
En el pasado hay dolor,
enfermedad, tristezas y frustración.
Pero también en cada etapa hay cosas
muy lindas en nuestra vida, momentos de mucha
alegría, amor, esperanza, compañía
agradable, momentos de risas inolvidables,
o momentos sencillos y ordinarios, como preparar
un almuerzo y mirar la tele juntos. Y es a
estas cosas buenas a las cuales nos aferramos
e inconscientemente no queremos que pasen
nunca. Como la mama que tiene a su bebe en
sus brazos y le gustaría que ese momento
no se acabe nunca. Porque sabe que en tiempo
no muy lejano ese niño será
un hombre. La realidad nos indica que todo
pasa. Lo bueno y lo malo.
Cada
etapa de la vida tiene su lado precioso, el
tema está en poder verlo, valorarlo
y estar agradecido por el momento presente.
Lo importante es comprender
que la naturaleza de la vida es el cambio.
Que todo está en un pleno proceso de
cambio, incluso nosotros mismos. Como enseñó
el gran filosofo griego Heráclito de
Éfeso: “todo fluye, todo cambia,
nada permanece. “No podemos bañarnos
dos veces en el mismo río”, (ni
el río, ni nosotros seríamos
los mismos.)
El tema pasa porque nuestra
mente lo comprende pero nuestro corazón
se resiste. Nos pasa desde una mudanza, un
cambio de barrio, o el fallecimiento de un
ser querido. La razón lo comprende
casi de inmediato pero el corazón tiene
otros tiempos. “El corazón tiene
razones que la razón no comprende”
(decía) Blaise Pascal.
Resistencia
vs aceptación
Una vez comprendido que lo único seguro
en la vida es el cambio, tenemos dos posturas
para pararnos ante esta realidad. O nos resistimos
o aprendemos a aceptar los cambios que la
vida nos propone. No es una tarea fácil
pero tampoco imposible. Cuando éramos
chicos y nos daban una inyección, la
enfermera nos decía que nos aflojáramos,
porque si nos resistíamos iba a doler
más. Si nos poníamos tensos
el pinchazo dolía mucho, si nos relajábamos,
lo sentíamos, pero dolía mucho
menos.
Así nos sucede con
los cambios naturales o los imprevistos, aquellos
que vienen de golpe y no los vemos venir.
Si nos resistimos interiormente a ellos, vamos
a sufrir, pero si aprendemos a aceptarlos,
los vamos a sentir, pero nos van a doler menos.
Se dice que hoy en día hay muchas personas
que sufren en demasía los cambios porque
tienen una baja tolerancia a la frustración.
En estos días vemos
muchísimas personas gastando fortunas
de dinero en cirugías estéticas,
estiramientos, botox, etc. En su interior
existe una gran resistencia al paso de los
años, no quieren dejar de ser jóvenes
y les cuesta aceptar que el otoño de
la vida ha llegado.
Cada etapa de la vida tiene
su lado precioso, el tema está en poder
verlo, valorarlo y estar agradecido por el
momento presente.
Por eso es tan importante
aprender a aceptar mis cambios, el cambio
de los demás y los cambios que la vida
nos va a ofrecer por naturaleza. Y hablo de
aprender porque este es un gran aprendizaje
que tenemos que hacer todos aquellos que nos
interesa crecer y trabajar en el desarrollo
personal.
Aceptar los cambios es descansar
en lo profundo de nuestro corazón que
las cosas son así. Comprender que hay
cosas que están fuera de nuestro alcance.
Hay muchas situaciones donde tenemos influencias,
pero hay otras que no. La sabiduría
consiste en reconocer la diferencia. Y cuando
nos damos cuenta que hay cambios inevitables,
darle gracias a Dios por la etapa que se va
y abrazar con esperanza y brazos abiertos,
la nueva etapa que llega.
Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo
Mercedes Sosa.
Letra de “Cambia todo Cambia”.
Carlos
Murua
[email protected]
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Revista
El Abasto, n° 173, noviembre 2014
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