"El
hombre que nunca mira un periódico,
está mejor informado que el que
los lee.”
Thomas Jefferson
En agosto de 1994 –apenas
dos décadas atrás–
se organizó en España una
conspiración contra el entonces
presidente Felipe González, con
el manifiesto objetivo de demoler la legitimidad
del gobierno del PSOE, evitar que ganara
las elecciones e instalar en su lugar,
un régimen de derecha encabezado
por José María Aznar. Los
complotados fueron los directores de los
principales diarios y televisoras y radios,
más la participación de
los principales columnistas de esos medios.
Se denominaron a sí
mismos como la “Asociación
de Periodistas Independientes”.
Pero pasaron a la historia con el calificativo
irrefutable que les encajó otro
periodista ajeno a sus contubernios: “El
Sindicato del Crimen”.
Cualquier parecido con
lo que acontece hoy en Argentina…¿es
mera casualidad?
DIME
QUIÉN TE PREMIA Y TE DIRÉ
QUIÉN ERES
El año pasado,
el “Premio Luca de Tena” que
entrega desde 1929 el Diario ABC de España,
le fue concedido, por unanimidad, a Antonio
Burgos por su larga y dilatada trayectoria
periodística. Burgos ingresó
al Diario ABC hace 43 años y en
1984 fue nombrado Subdirector. Algo así
como un autopremio. Este año, el
máximo galardón se lo otorgaron
nada más y nada menos que a Bartolomé
Mitre, Director del Diario La Nación
“por su trayectoria en defensa de
la libertad de prensa”.
Siguiendo una tradición
que se remonta a 1920, los premios internacionales
de periodismo ABC de España, han
sido entregados a cada galardonado de
manos de cuatro generaciones de la Dinastía
Real. En esta 94A Edición, el Rey
Felipe VI y la Reina Letizia presidieron
la “Cena de los Cavia”, evento
de gala en que se enmarcan los premios.
La ceremonia es organizada por la Casa
de ABC y la Casa de Su Majestad El Rey,
por lo que se trata de un acto protocolar
de alto rango.
Entre los más de
doscientos invitados hubo ministros, alcaldes,
empresarios, representantes de la cultura,
invitados de otras casas reales de Europa,
dignatarios, embajadores, políticos
y representantes del periodismo español.
El Rey Felipe VI, al hacerle
entrega del “Premio Luca de Tena”
al Director de La Nación, afirmó
ante la distinguida audiencia que "
Bartolomé Mitre ha hecho de la
libertad de expresión la norma
primera de su libro de estilo y del diario
La Nación. Además del nombre
y apellido, heredó de su tatarabuelo,
presidente de la República Argentina
en la segunda mitad del siglo XIX, el
matutino que hoy dirige. Desde su redacción,
trabaja con valentía y determinación
por afianzar el compromiso democrático
no solo de su país, sino del conjunto
de América Latina; algo que los
que nos sentimos genuinamente Iberoamericanos
-que somos cada día más-,
apreciamos y agradecemos muy especialmente.
Para él, la información
es un derecho y una herramienta fundamental;
indisociable de la educación y
la cultura, los únicos patrimonios
que no se devalúan y que incluso
se revalorizan en tiempos de crisis”.
En ese marco, Bartolomé
Mitre, tuvo la libertad de declarar ante
aquella significativa audiencia –en
forma elocuente y visiblemente emocionado-
que “en pleno siglo XXI no faltan
algunos gobernantes que, víctimas
de su propia intolerancia, siguen buscando
acallar a la prensa crítica. La
Argentina, entre otros pocos países
de América latina, no escapa a
esa triste situación. Para encubrir
los abusos de poder o los hechos de corrupción,
se lanzan con llamativa frecuencia campañas
sistemáticas contra el periodismo
independiente. De acuerdo con el particular
relato oficial de esos gobernantes, realizar
investigaciones desde el periodismo equivale
a desestabilizar, y expresar posiciones
editoriales críticas supone una
acción destituyente. Cualquier
herramienta es válida, en la concepción
de los gobiernos autoritarios, para restringir
la libertad de prensa, para amordazar
opiniones molestas a los oídos
del poder y para disfrazar la realidad”...
fue ovacionado.
Una libertad que en Argentina,
nadie se la prohíbe… libertad
que –vale aclarar- no tendría
en España.
El
Rey Felipe VI, Bartolomé Mitre
y la Reina Leticia en la entrega de los
Premios ABC de España.
EL SINDICATO DEL
CRIMEN
Usted se preguntará
por qué comenzamos escribiendo
sobre el premio del año 2013. Nombramos
allí a un tal Antonio Burgos, quien
fuera galardonado el año pasado,
en el mismo rubro que Bartolomé
Mitre: “por su trayectoria en defensa
de la libertad de prensa”. Ambos
personajes –en opinión categórica
del Jurado- han compartido y comparten
las mismas cualidades: uno en España,
el otro, en Argentina.
Y aunque parezca un despropósito,
ese Jurado del mayor premio al periodismo
hispanohablante, no se ha equivocado en
absoluto.
Corría el año
1994 en España. En una lujosa casa
en Marbella (con campo de golf incluido)
se reunían un lejano
sábado 13 de agosto un Premio Nobel
de literatura, tres directores de diarios,
tres directores de radio y televisión
y trece columnistas de diversos multimedios...
veinte voluntades.
Nacía la Asociación
de Escritores y Periodistas Independientes
(AEPI). La convocaron los dos máximos
referentes del periodismo monárquico:
Luis María Ansón (Director
del Diario ABC), Antonio Burgos (Subdirector
del diario ABC) y Camilo José Cela
(colaborador del diario
ABC y Premio Nobel de Literatura). Hicieron
propia dicha
invitación: Pedro J. Ramírez
(Director del diario El Mundo), José
Luis Gutiérrez (Director del Diario
16), Antonio Herrero (Director de la Cadena
de Ondas Populares Españolas) y
siguieron sumando adeptos. Finalmente,
el Nobel aceptó la presidencia
de la AEPI, el reverenciado Camilo José
Cela.
Suponemos que ya habrá
ubicado (entre todos estos personajes)
al galardonado Antonio Burgos. Presumimos
que también habrá distinguido
al Diario que acaba de premiar a Bartolomé
Mitre. Sigamos.
En ese momento en España,
un tal Felipe González del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE)
venía de ganar tres elecciones
consecutivas por mayoría absoluta.
En 1982, obtuvo 202 diputados, en 1986
consiguió 184 escaños y
en 1989 otra mayoría parlamentaria
con 175 congresales. Cuando todo parecía
indicar que perdería, en 1993 el
PSOE obtuvo 159 diputados (16 menos para
lograr la mitad del parlamento) pero pactó
con Convergencia I Unió y pudo
formar nuevamente gobierno. Estuvo trece
años y medio en la presidencia
del Gobierno, siendo tal periodo uno de
los mandatos más largos de un presidente
del gobierno en la historia moderna —y
de toda la democracia— en España.
Era invencible.
Y esta fue la razón
que hizo que naciera la Asociación
de Escritores y Periodistas Independientes
(AEPI). Su propósito declarado
fue impedir que Felipe González
ganara las elecciones de 1996. En medio
de una bonanza económica, el PSOE
sólo podía ser echado del
poder recurriendo a otras armas: las que
le ofrecía el “Periodismo
Independiente” a la derecha española,
articulada en el Partido Popular capitaneado
por José María Aznar.
Y lo lograron.
DE INDEPENDIENTES,
¡NADA!
ARRIBA: Pedro J., Aznar, Sinova,
García, Gutierrez, Martín
Ferrand, Arenas y Anson en plena campaña
política.
ABAJO: Reunión Cumbre
en la sede del Partido Popular. A un lado
los periodistas Justino Sinova (Director
Diario 16), Manuel Martín Ferrand
(Cadena COPE), Pedro J. Ramírez
(El Mundo), Luis María Ansón
(ABC), José Luis Gutiérrez
(Antena 3 Radio y Ex Director Diario 16)
y José María García
(Grupo ZETA, Radio Madrid, Cadena SER
y COPE). A otro lado la dirección
‘popular’ (visibles, Miguel
Ángel Rodríguez y José
María Aznar).
LA CONFESIÓN
Con el objetivo supremo
de poner fin a la “era socialista”
bajo la falsa apariencia de una regeneración
ética de la sociedad y con la burda
excusa de que estaban defendiendo los
eternos valores de la libertad de prensa,
hicieron caer sobre el gobierno del PSOE
las siete plagas de Egipto. Un poco en
broma y un poco en serio, otro periodista
Juan Luis Cebrián (ex director
de El País) los bautizó
como “El Sindicato del Crimen”
y fue una marca indeleble en la historia
del periodismo español. Esta implicación
del periodismo en la arena política,
marca un antes y un después en
la trayectoria del periodismo ibérico
desde la recuperación de la democracia.
A sólo cuatro
años de aquellas “operaciones
especiales”, uno de los fundadores
del “Sindicato del Crimen”
contó todo en un reportaje de la
Revista Tiempo. En su portada del 23 de
febrero de 1998, aparecía Luis
María Ansón con un título
incontrovertible: “La Confesión”.
Transcribimos lo medular de esa nota donde
queda en evidencia la conspiración
política concertada entre influyentes
medios de comunicación, periodistas,
empresarios y banqueros para derribar
al gobierno de Felipe González
y no sólo eso: también para
entronizar otro modelo económico
y social, menos “populista”
y obviamente más excluyente, en
las propias palabras de Ansón:
“Mi etapa en ABC
fue una etapa de crispación realmente
terrible. Y no fue arbitraria. Existían
poderosas razones para esa guerra fría.
La cultura de la crispación existió
porque no había manera de vencer
a Felipe González con otras armas”.
“Hubo que elevar la crítica
hasta extremos que a veces, afectaron
al propio Estado”.
“González bloqueaba algo
vital en una democracia: la alternancia”.
“Si González llegaba a ganar
las elecciones del 96, no hubiera habido
quien lo echase del poder hasta 2004.
No salimos de 40 años de Franco
para entrar en 30 de González”.
“La capacidad de comunicación,
la fuerza política, la habilidad
extraordinaria que tuvo siempre Felipe
González hizo darse cuenta a muchas
personas -yo era una de ellas -, que era
preciso que concluyera su etapa. Como
los ataques a González, muy fuertes
en el 92-93, no terminaron con él,
unos reflexionando, como me ocurrió
a mí, y otros por pura intuición,
vimos que era necesario elevar el listón
de la crítica. Entonces se buscó
ese mundo de las irregularidades, de la
corrupción… No había
otra manera de quebrantar a González.
Aun así, perdió las elecciones
por menos de 300.000 votos… Es decir,
que estuvo a punto de no perder, a pesar
de haber lanzado contra él una
de las mayores ofensivas que se hayan
desencadenado contra un político”.
“Me precio de haber hecho siempre
un periodismo responsable en relación
a cuestiones de Estado, pero llegó
un momento en que opté por la salud
del sistema”.
“No hay cultura democrática
sin un péndulo político
que funcione, sobre todo en un país
que no ha tenido la prudencia de marcar
límites al periodo de gobierno
de un líder”.
“Por reflexión e instinto,
los medios reaccionaron atizando algunas
situaciones. Ese fue el caso de los conflictos
y el papel de la Justicia. Al atizar el
fuego en ese sector se favorecía
la erosión de Felipe González…
así que se hizo.
Fue una operación
de acoso y derribo. Algunos lo hicimos
desde el convencimiento honesto de que
ese era un servicio al sistema democrático.
Lo cierto es que desde una labor crítica
normal no se conseguía desalojar
a González del poder”.
MEDIOCRACIA ARGENTINA
El diario La Nación,
es la tribuna legendaria de la doctrina
de la oligarquía agropecuaria porteña.
Fundado en 1870 por Mitre, se constituyó
desde sus orígenes como el pedagogo
del sistema político argentino
y sus instituciones.
Es el diario que interpela, demanda y
reclama -desde un púlpito civil-
al poder constituido. Se asume como el
legítimo portavoz de las “fuerzas
vivas” (sectores de poder económico).
Desde esa altura, su línea discursiva
“educa” a la clase dirigente
en representación de un “ciudadano
de élite, de primera categoría”.
Es–por legado de Mitre el guardián
de un proyecto oligárquico y liberalconservador
de país.
El primer diario de Mitre
tiene una tirada de 3.500 ejemplares.
En el Buenos Aires de entonces, viven
177.787 habitantes, de los cuales sólo
83.000 saben leer y escribir. El 5% de
la población –unas 5 mil
personas- pertenece a la clase alta. Su
primer número aparece el 4 de enero
de 1870. Y era simplemente una hoja. Gobernaba
el país Domingo F. Sarmiento. “La
Nación” sucedía y
continuaba a “Nación Argentina”
(uno de los 4 diarios influyentes de la
época) creado en 1862 por José
María Gutiérrez. La primera
edición deja sentada claramente
las diferencias entre ambos diarios. Dice
Mitre: “La Nación Argentina
era un puesto de combate. La Nación,
será una tribuna de doctrina (...)
La Nación Argentina fue una lucha,
La Nación, será una propaganda”.
Periodismo militante diríamos hoy.
El domingo 10 de abril
de 1939 Manuel Fresco – Gobernador
de Buenos Aires de aquel entonces –
participa oficialmente de la concentración
pronazi más imponente del mundo
fuera de Alemania: el gigantesco acto
en apoyo al Tercer Reich en el Luna Park.
Roberto Noble, su Ministro de Gobierno,
lo acompaña. Ambos lucían
en sus despachos los retratos autografiados
del Führer Adolf Hitler y del Duce
Benito Mussolini. Eran los tiempos del
“fraude patriótico”.
Roberto Noble venía
de intervenir activamente en el golpe
de Uriburu del 6 de septiembre de 1930,
siendo uno de los seis civiles que formaron
parte del derrocamiento de Hipólito
Yrigoyen. Luego ocuparía un cargo
de diputado en el Congreso en 1932 votando
a favor del pacto Roca-Runciman que arrodilló
a la Argentina ante el Imperio Británico
en beneficio de la oligarquía ganadera
exportadora de la que posteriormente formará
parte: será dueño de un
establecimiento ganadero "modelo"
en Lincoln.
El 28 de agosto de 1945,
Roberto Noble funda el Diario Clarín
y nombra como secretario de redacción
al fascista Carlos Suarez Pinto, quien
se había desempeñado bajo
sus órdenes como Subjefe de policía
incorporando posteriormente sus dotes
de “periodista” al diario
de ultraderecha “Cabildo”.
Julio Argentino Noble – hermano
de Roberto Noble – integró
la “Junta Consultiva Nacional”
con la que el dictador Pedro Eugenio Aramburu
reemplazó al Parlamento luego del
derrocamiento del presidente Juan D. Perón;
además haber sellado mediante el
matrimonio con María Elena Mitre,
una alianza estratégica. Todo comenzaba
a quedar en familia… como Papel
Prensa.
Epílogo
Tanto Clarín como
La Nación, se posicionaron a través
del tiempo en su doble rol de formadores
de opinión y actores políticos.
La Nación interpretó en
sus operaciones narrativas los intereses
de la burguesía agroexportadora,
mientras que Clarín tejió
un contrato de lectura con los sectores
medios. La Nación era leído
por los garcas, mientras que a Clarín
lo seguía el
ciudadano común. Clarín
se transformó en un multimedio
y desde esta posición dominante,
marcó la agenda del día
a día. La Nación por su
parte, se ocupó de las cuestiones
de fondo. Táctica y estrategia
se han fundido entre ambos medios. La
construcción de la realidad que
luego recibe el lectorado argentino, nace
y se hace en sus redacciones y se multiplica
a través del sentido común.
Hay una máxima
que sostiene que “Ningún
gobierno resiste tres tapas negativas
consecutivas, de Clarín”
ni “El martillo editorial de La
Nación”: dos elementos que
certifican la existencia de una Mediocracia.
Nunca han dejado de vencer... hasta ahora.
¿Será esta su última
batalla?
Viviana
Demaría & José Figueroa
[email protected]