En épocas homogenisantes,
otro bastión que resiste:
El Símbolo, un
cacho de cultura abastense
Avenida Corrientes,
a cada paso la historia de Buenos Aires
palpita viva mostrándonos retazos
que se mantienen a través del tiempo.
Del centro para La Chacarita, poco antes
de llegar a la esquina con Bulnes, de
la mano impar en el corazón de
Almagro nos encontramos con el bar El
Símbolo, Corrientes 3787.
Llegó a
nuestros oídos su nombre debido
a la popularidad que va ganando en los
últimos tiempos por su apego a
las tradiciones barriales, manteniendo
una personalidad única como las
personas que le dan vida.
La puerta es un pasaje.
La atmósfera que se respira adentro
nos lleva a otra época, el buen
trato y la amistad se sienten en el aire.
Cada parte de la decoración muestra
una historia, los objetos que están
a la vista son de distintas épocas,
y cada uno tiene su historia. Como por
ejemplo la bandeja usada en la inauguración
fue pasando a través de los distintos
dueños, hasta hoy que descansa
dentro de una vitrina, para mantenerla
de los estragos del tiempo. Está
expuesta en una de las paredes del bar.
En uno de los mostradores
una enorme máquina registradora
que quedó paralizada para siempre
cuando los números marcaron 6666666,66.
Y en cada rincón una anécdota.
La historia del café bar se remonta
a 1954.
“La
máquina registradora quedó
paralizada para siempre cuando los números
marcaron 6666666,66.”
Eduardo, alma
mater del bar, nos la cuenta:
“El Símbolo
nace en 1954 como el anexo de una casa
habitación. Es un local que está
adelante de una casa habitación,
un local inventado. A partir de ahí
comienza con heladería y lechería
en ese entonces. Dónde los purretes
se sentaban a tomar una chocolatada con
un bybiscuit. Después le agregaron
la cafetería, la ginebra, la grapa,
la hesperidina, las bebidas de ese entonces.
Es un lugar que está a cinco cuadras
del Abasto. Con todo lo que esto implica.
”Después
en los 70, una familia de inmigrantes
españoles le agregan comidas. Típicas
comidas. ¿Dónde vivían?
En la parte trasera del negocio, cocinaban
en su propia cocina y atendían
al público, eso duró hasta
principios de los 80.
”Con la democracia,
el fondo de comercio o el establecimiento
comercial es adquirido por un grupo de
pensadores que surgieron con la democracia,
porque estaban ocultos. Y hacían
cafés literarios, debates políticos,
dónde se reunían a solucionar
el mundo. Todas las mañanas solucionaban
el mundo y a la noche se daban cuenta
que no lo podían resolver. Era
muy ecléctico todo. Convivieron
y duraron hasta fines de los noventa donde
el mercado se hizo un poco más
exigente y no se podía convivir
con el viejo formato de comprar una gaseosa
a 10 y venderla a 40. Se requería
otra vuelta de rosca, y es ahí
dónde aparecemos nosotros con todo
un equipo de trabajo y a cambiar todo
esto que proponían estos pensadores
de los 80. Y nosotros entramos en el año
99 como El Símbolo*”.
REA.
¿Cómo es sostener un lugar
con una personalidad propia en una época
de fabricación en serie de todo?
Los lugares así hacen muy bien
a las personas que deciden parar un rato.
Eduardo: “Es muy
difícil sostenerlo, pero se sostiene
con trabajo, convenciendo a la gente que
por acá pasa la cosa, que por ahí
es el camino y con el apoyo de vecinos,
con el apoyo de los proveedores, con el
apoyo de todos, del equipo de trabajo
que uno forme y convencido de hacia dónde
vamos y con pasión, porque uno
debe ser un apasionado de lo que hace.
Nosotros nos ponemos o atrás del
mostrador o atendemos las mesas, o nos
toca sacar las pocas minutas que sacamos
en nuestra carta corta pero no menos rica
ni menos casera que ninguna, pero lo hacemos
con total pasión y total entrega,
para que el huésped o el parroquiano,
como lo llamamos nosotros porque somos
todos de la vieja guardia, el parroquiano
se sienta cómodo y en un lugar
agradable. Muchas veces hemos tenido también
que mediar en fricciones entre parroquianos...
cosas de café, que pasan en el
bar”.
REA.
Desarrollanos lo que implica la cultura
del café…
Eduardo: “Es un
lugar de encuentro donde interactúan
un sinfín de personajes que conviven
en la ciudad sin demasiados vínculos
y a partir del bar comienzan a interactuar
y a desarrollar una amistad a partir de
una charla de café. El otro día
charlábamos y se da la situación
en el bar El Símbolo, donde conviven
vecinos que hace 30 años que habitan
el mismo edificio, uno será en
el 3B y otro en el 5A. Se cruzan en el
ascensor, comparten reuniones de consorcio,
el palier, el encargado un sinfín
de cosas, pero su trato es cero, ni siquiera
un saludo cordial. Pero ahora se empiezan
a encontrar en el café, ah vos
sos del 3 B, vos sos de Bulnes tanto,
ah sí, como te va... si... che
que lío con lo del consorcio...
bla bla... cosas comunes, arrancan por
un lugar común, después
terminan siendo amigos y, después
vienen juntos, al café.
”Y suele pasar
que no se conozcan por el nombre, tal
vez lo conozcas por el sobrenombre que
se lo pusieron o se autorotuló
en el ámbito del bar.
”Y después
en el café nuestro se da la situación
de que uno va a desayunar y después
de ahí a hacer sus tareas cotidianas
su trabajo, estudio, esparcimiento, lo
que sea, pero sigue manteniéndose
como un lugar para desayunar, independientemente
que antes se haya tomado un mate con la
patrona.”
“Otro
te ofrece una cosa ´frapuccinada´
con mucha crema que poco tiene que ver
con Argentina.”
REA.
¿Qué debe tener un bar?
Eduardo: “Tiene
que ser un lugar de contención
un lugar de encuentro dónde vos
te sientas a gusto y no te sientas parte
de un decorado porque tenés que
ser parte de una dinámica. El café
es la excusa para encontrarse entre amigos.
”Y no que un grupo inversor que
juntan cinco cabezas y al poner 5 inversores
buscan una unidad un 10 un 20 por ciento,
manteniendo un capital pero nada, poco
compromiso y poca pasión con lo
que hacen. Y crean un híbrido que
va descomponiendo la palabra bar.
”Lamentablemente
estamos virando para un sector dónde
alguien te recepciona, alguien te cobra,
te etiqueta en un vaso grande, muy grande...
de agua con color y te pone tu nombre...
te pone Pol te pone un nombre de pila
y te dice vos queres con late o no late
y te falta decirle lo que me late es el
corazón y acá no hay corazón...
”Y otro te ofrece
una cosa ´frapuccinada´ con
mucha crema que poco tiene que ver con
Argentina, y en particular con el porteño
y con la cultura del café.”
REA.
¿Y ustedes cómo se adaptan
a estos tiempos?
Eduardo: “A mí
me parece que en El Símbolo el
tiempo no transcurrió, en ese aspecto.
Nos aggiornamos porque a veces la dinámica
moderna nos lleva a que nos aggiornemos,
a poner un televisor, a poner un canal
de noticias y esas cosas, pero nos vamos
aggiornanrdo en la mínima manera
o en lo que exige el parroquiano, para
darle cierto bienestar a la gente. Pero
la esencia no varió.
”Las costumbres
se mantienen sólo se hacen virajes
mínimos sin perder la esencia se
da un poco más de color, se cambia
un poco el decorado; ahora está
de moda escribir el menú en una
pizarra, pero la esencia y la pasión
no cambia. Porque El Símbolo es
un bar genuino porteño, sin cosmética,
sin vuelta, cumple todos los requisitos
del típico bar porteño porque
lo hizo la gente, y está hecho
a pedido de la gente que habita Buenos
Aires.
”Por estos días
el café bar El Símbolo está
cumpliendo 60 años. Un lugar tradicional
de Buenos Aires que todos tenemos que
conocer y darle nuestro apoyo para que
el espíritu del barrio siga vivo.”
Viviana Kessel
[email protected]