Unas pinceladas
en memoria de Eduardo Galeano
Contemporáneos
y coterráneos, emigramos en la
misma época, en que lo hicimos
decenas de miles de uruguayos, tal vez
centenares… 1973.
Sin embargo, fue con Eduardo con el único
con quien trabajé en las mismas
editoriales en dos países distintos.
No deja de ser curioso puesto que proveníamos
de dos universos tan distintos. Él
a los 14 años era secretario de
redacción de un periódico…
socialista. Yo, a mis 14, apenas había
dejado los juguetes de plomo, “la
religión” y estaba en lucha
abierta (¿o en sociedad oculta?)
con mi sexualidad…
La crisis del país se fue acentuando,
con los militares socializando el terror,
apurando el exilio y en 1974 o 1975 coincidimos
en algo más: separaciones de pareja
(en la revista Crisis éramos en
un momento al menos tres). El nombre de
la revista no era antojadizo…
Los exilios extraplatenses nos separaron
más violentamente.
Me alegré mucho con su posición
de repudio a la URSS cuando la invasión
de Afganistán. En 1979 eso era
un trago amargo o hasta una defección
para los izquierdistas tuertos, los que
aprenden a ver los horrores si los cometen
los de la derecha pero los ignoran militantemente
si provienen de lugares “legitimados”.
La revista Crisis reiniciada y fracturada
del tiempo “de la democracia”
lo disgustó profundamente. Tal
vez lo llevaba a criticar a algunos, y
era eso algo que evitaba a toda costa.
Eduardo tenía ahora sus libretitas
y ahí estaba su testimonio, su
estilo, su huella, su ojo crítico
para ayudarnos a ver el mundo, otros mundos.
L.E.S.F.