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Pizza con champagne
Vivimos un momento en que
estamos profundizado en la lectura. Lo que
antes era uso de unos pocos intelectuales
se está volviendo, poco a poco, moneda
corriente. Es que hoy todos sabemos que lo
que hace y dice un ser humano se genera desde
su propia cosmovisión, ideología,
prejuicios y conocimientos. Por lo tanto necesitamos
ser críticos y lúcidos en nuestros
análisis y además saber de dónde
viene la fuente, porque sabiendo quién
dijo qué se debe tener en cuenta cuáles
son los intereses que defiende. Hoy entonces
discutimos si la justicia es un sistema arcaico,
y para nada democrático, y comprendemos
que los medios masivos suelen defender al
gran capital que es al que representan. Y
como somos prácticamente la crème
de la crème acá exponemos nuestras
tesituras de estos últimos días:
Dos hechos relacionados a
la justicia:
- Un juez de la Corte Suprema continúa
ejerciendo, muchas veces desde su hogar, a
pesar de sus 97 años de sapiencia.
Lo cuestionaron por su avanzada edad, pero
por suerte pronto salieron a defenderlo los
que antes eran Nisman, como, por ejemplo,
Cecilia Pando.
- Los jueces Horacio Piombo y Ramón
Sal Llargués le bajaron la pena al
abusador de un chico de seis años porque
notaron que tenía tendencias homosexuales
y explicaron también que el ultraje
no habría sido tan grave por registrarse
antecedentes de abusos. Este hecho de dos
seres, con su orientación sexual bien
definida hacia la pederastia, ha provocado
una ola de indignación y pedidos de
juicio político para que sean destituidos.
Y en el marco de la política
de esta ciudad, con intención de ir
por el país entero:
Las malas lenguas dicen que no está
bien dispararle a locos, artistas y médicos
desde un gobierno –perdón, “administración”–
con el fin de tomar, perdón, “recuperar”,
un espacio; cuestionan que se haga desalojar
linyeras a los golpes; o permitir que se queme
evidencia en una empresa amiga donde mueren
una decena de rescatistas; ni les gusta que
se quemen niños esclavizados en talleres
clandestinos donde la primera dama de Bairescity
confecciona su ropa de marca... Incluso hay
quienes ponen en tela de juicio las relaciones
del poder con empresas tercerizadas que ligan
buenos contratos. Y otros que no les gusta
que suban los impuestos de modo desproporcionado
con respecto a la inflación. Hasta
hay quienes critican que un candidato a presidente
esté dispuesto a pagar lo que pidan
los fondos buitres (apenas 1600 % de interés
en pocos años). Esa gente no entiende
que no nos conviene tener empresas como Aerolíneas,
el control de los hidrocarburos o manejar
los importes previsionales desde el estado,
sin embargo, menos mal hay alguien lúcido
que entiende que es mejor privatizar como
en los ´90. Por suerte acá se
viene votado al candidato más realista
que realmente entiende de negocios por ser
un importante empresario (recordemos que su
adinerada familia se forjó con negocios
con el estado que pagan los boludos con sus
impuestos). La verdad, menos mal que hay gente
como uno… que hay gente que lo sigue
votando con la esperanza de que libere el
dólar para que el gran capital pueda
seguir viajando libremente a otros países.
Porque si algo es importante para nosotros,
es la libertad. La libertad de mover el dinero.
Ante esta realidad, donde
mantenemos con fuerza los intereses de nuestra
clase, me alegro que haya vuelto el cuervo
Tinelli -haciendo siempre el bien mediante
el esfuerzo de sus éticos concursantes
que cumplen sueños de algunos desgraciados-
y sin olvidarnos de apoyar la marcha en contra
de los femicidios del 3 de junio mientras
observamos objetos con culos y tetas.
“¡Vermouth con
papas fritas y good show!”
Rafael Sabini
[email protected]
Revista
El Abasto, n° 179, mayo 2015
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