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Una intervención urbana que tiene como protagonista a Gardel

La casa de las paicas y Gardelitos

En Inclán 3090, artistas y vecinos hicieron un mural colectivo en mosaico para homenajear al tango y sus grandes exponentes, aparte de fortalecer la identidad del barrio. Lo presentarán con un gran festejo durante la Semana dedicada al Morocho del Abasto.


Su risa es una obra de arte, replicada cien veces con venecitas y azulejos sobre el muro de aquella casona antigua en la calle Inclán. Carlos Gardel aparece realista, a color, caricaturesco, en grises. Se ve siempre eterno. El perfil de las damas del tango y una estrofa de “Mi Buenos Aires querido”, también en mosaico, completan este rincón mágico de Parque Patricios.
Esta obra de arte, al alcance de todos como si fuera una galería callejera, es una realización colectiva entre vecinos y artistas. Mirta Regina Satz es su directora y dicta clases en esta casa de principios del siglo pasado. Ella junto a sus asistentes, Rufino Venicio Bogado y Claudia Adrián, Luis Zorz, el notable fileteador y personas entre cinco y 83 años hicieron este sueño realidad.
Mirta, que enseña hace más de veinte años en Inclán 3090, inició este proyecto al que bautizó “La sonrisa de Gardel”, tras haber intervenido la vereda del taller con baldosas circulares “para armar juegos callejeros”. Luego imaginó “ver a Gardel desde varios puntos de vista, complementados en una sola obra para evocar nuestras raíces, nuestra cultura”.
También se homenajea a las grandes mujeres del tango. En la parte superior de la casa, los mosaicos se combinan con maestría y devuelven los perfiles de paicas como Tita Merello, Libertad Lamarque, Susana Rinaldi y varias más. “Son como estrellas que en lo alto iluminan el mural”, evoca Mirta. La puesta en marcha del proyecto llegó en vacaciones de invierno del año pasado. Talleristas de otras disciplinas se sumaron al mosaiquismo para trabajar varios días a la semana. “Hubo momentos de plenitud, venían las familias a ayudar, en las casas se seguía hablando de Gardel”, añade.
“Al principio no teníamos material, los vecinos nos decían donde había obras o bolsas tiradas, algunos venían y nos donaba piezas”, cuenta Alejandro, de 43 años, quien se sumó el proyecto a través de su esposa Cecilia. “Yo no conocía a Gardel, ahora me resulta una figura simpática, me recuerda a mi abuelo”, cuenta Lautaro, de nueve años. Juani, de siete, se emociona al recordar cada vez que “veía que una parte del mural tomaba armonía”.
Con los casi cien Gardelitos circulares terminados, salieron a la calle a “armar el rompecabezas” del muro. “al trabajar en la calle y ver que los vecinos salían de sus casas para ser parte de la obra nos hizo sentir lo importante de retomar el vínculo social de compartir la vereda”, afirma Mirta.
En la barriada queda la alegría por este nuevo paisaje urbano. Héctor y Elisa viven frente a los Gardeles: “Es lo primero que vemos al poner un pie en la calle, esto es una alegría porque renovó el barrió”, se alegran.
La presentación formal del muro se hará durante la semana del Zorzal. En paralelo, está en producción un documental de Ricardo Piterbarg sobre la obra. Mirta muestra sorpresa ante tanta repercusión. Asegura que “como Carlitos que cada día canta mejor, en el mural siguen pasando cosas”. Para concluir, afirma con alegría: “Al final, la sonrisa de Gardel es la que nos quedó a nosotros al realizar esta obra que ya pertenece a todo el barrio”.

J.M.C.


Revista El Abasto, n° 179, mayo 2015



 

 

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