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Franca Matina: resto-bar del mediodía jueves y viernes
en la Casona Cultura Humahuaca

Un bar de locos lindos

A los compañeros de Franca Matina los conozco hace años, de hecho hasta hace apenas un año nos cruzábamos varias veces por semana en la Casona, Humahuaca 3508, donde teníamos nuestra redacción. Franca está, por ahora, abierto jueves y viernes… días en que yo aprovechaba para almorzar su apetitosa comida. Ahora, un poco más lejos no me es tan sencillo, pero cada dos por tres paso o incluso he pedido algún envío. Es que más allá del afecto que les tengo tienen unos platos vegetarianos de mi preferencia, especialmente gracias a su chef Alejandro Erquiaga.

Jose, Claudio, Vanina, Ale y Vani Morse. Falta Gise.

Una introducción la proyecto

Le pedimos a Vanina Polenta que nos cuente sobre cómo se generó Franca Matina…
“Comenzamos pensando el proyecto como espacio de inclusión para todos, eso como que también borra diferencias y permite realmente una horizontalidad entre todos. Nosotras [las dos Vaninas y Gisell] no estamos recibiendo ningún sueldo ni nada por el estilo, hacemos una evaluación de lo que cada uno trabaja, según las horas, y el riesgo es para todos igual. Así asumimos el espacio, como un lugar inclusivo para todos, no solo para los «locos» por así decirlo. Sabiendo los riesgos que asumíamos y sabiendo que si no funciona el bar o no vendemos nos quedamos todos sin laburo. Y desde ahí comenzamos a construir de manera autónoma.
”Todo lo que tiene que ver con la gestión de recursos y la gestión del lugar lo resolvemos en asamblea. En una de esas hay cosas en las que alguna de nosotras está más presente, pero eso no quita que se discuta todo en asamblea.”

¿Como una cooperativa de hecho?

“Sí. Por el funcionamiento y el modo de cobrar. También nos pareció interesante funcionar dentro de la Casona, por la confianza que hay, por el afecto, el acompañamiento y por el aguante. Porque si no funciona la cosa no estamos ahorcados. Si bien logramos cumplir, eso nos ha permitido trabajar más tranquilos. Y el lugar como que no tiene un techo, acá hay movimiento constante, desde el lugar de inclusión abre puertas.

Es un paso que siguió a su antecesor, Café Basaglia, contanos un poquito desde tu mirada…
“Yo trabajaba en el estado, en salud mental en emprendimientos sociales. Y mientras estaba Café Basaglia aporté lo que pude. Y después que renuncié me sumé a Basaglia los viernes. Al cerrar Basaglia hicimos la nueva propuesta con Gise (Giselle Amato) a los que estábamos. Abrimos Gise, Ale y yo. A las dos semanas se sumaron Jose y Claudio. Y Vani (Vanina Morse) que en realidad ya estaba cerca por sus horarios de trabajo en la Casona y el año pasado, al terminar en la Casona, se pasó a Franca.”

 

Mozo y barman

José María Ostone, 41 años: “Yo vine acá cuando comenzó Café Basaglia. Vivia en Gorriti -un hogar- donde estuve por dos años y medio. Ahora estoy en Caballito, en uno similar, por la zona de Pedro Goyena.”

¿Qué te había pasado?
“Estaba internado por una cuestión familiar. Cuando mi papá falleció la psiquiatra decidió internarme. Por aquel entonces tenía 37 años.”

¿Sentís diferencias entre Franca y otros laburos?
“Es que trabajé mucho con mi papá en el quiosco de diarios. Pero pasé por otros, fui camionero, imprenta, librería… Acá me siento cómodo”.


“Mientras que haya buena comunicación
todo sale bien”


Claudio Hernán de la Cruz, 32 años, nos cuenta que está en relación al bar de la casona desde hace tres años, primero desde el predecesor Café Basaglia y luego medio automáticamente pasó a Franca Matina.
Cuando le pregunto sobre la diferencia que puede encontrar con otro tipo de trabajos encuentra primero un punto en común: en todos hay que cumplir. Solo que “acá es como que me tienen más paciencia”. Me cuenta: “trabajé en la carnicería con mi hermano como cuatro años. Y he trabajado de volantero, cadete en Coto, ayudante de herrero. Hoy me canso mucho, me cuesta, pero hago lo mejor que puedo”.
A los 19, 20 años, cuenta, “me diagnosticaron trastorno psicótico. Aún tomo medicamento. Ahora me tengo que ir a vivir sólo. Porque hasta ahora estoy en un hogar. No me siento del todo capacitado así que estamos viendo con Jose, en una de esas compartimos. Y estoy viendo lo del juez donde me citaron porque tengo una causa por insania y es hora de levantarla. El juez evaluará.”

¿Qué sentías al estar en el peor momento?

“Llegué a la conclusión como que alimentaba un problema. Me metía muy para adentro. Dormía mucho. No tenía mucha coherencia con lo que hacía y decía. En cierto modo es como que todavía estoy a prueba con muchas cosas. Sentía que yo no podía más con nada. A su vez sentía impotencia por el encierro. Es duro atravesar eso. Te tenés que arreglar vos, no podés culpar a nadie, eso te genera más malestar.”

¿Ahora, cómo te sentís acá?
“Como que estoy presente, pero no tan frecuente. No estoy al 100%, estoy a 60%. Me la estoy jugando. A mí me ayuda un montón estar acá. Soy comodín: estoy en la bacha, en la barra, de mozo, limpio, de todo.

¿Considerando la situación de quienes laburan acá, hay alguna anécdota, algún hecho descontrolado o algo así?
“No, nada descontrolado nunca. Lo que sí vienen bastantes interesados en el tema, gente que viene a ver a ayudar. Eso impulsa.”

¿Un comensal que viene a comer nota diferencias con otros lugares para almorzar?
“Y tal vez voy un poco más lento. Hacemos los platos bastante justos, así que no siempre alcanza. Pero funciona. Mientras que haya buena comunicación todo sale bien.”

 

Chef por genética

Alejandro Erquiaga
, 56 años: “Vivía en Brasil y me iba a Córdoba con un proyecto de poner una fábrica de prepizzas. Se pudrió todo y me vine a Capital porque una amiga me propuso. Tuve una depresión muy severa con pensamientos autolíticos. Me llevaron inconsciente al Hospital Álvarez y ahí tuve la suerte de que estaba la Dra. Ana Heller y quedé internado un año y ocho meses. Comencé en Café Basaglia estando internado, y acá el cocinero era Enrique, yo estaba de ayudante. Después Enrique tuvo un bajón y lo volvieron a internar. Así quedé como titular en Basaglia. Cuando reabrimos como Franca Matina ya arranqué como cocinero. A mí me ha hecho muy pero muy bien trabajar acá. Pude recuperar mi autoestima, que estaba por el suelo.”

“Antes el Café Basaglia incluía carnes, ahora, en Franca Matina todo es ovo-lácteo vegetariano.” Y como vivió muchos años en Brasil -donde hasta tiene una hija bióloga de treinta y cuatro años- se inspira mucho en la comida de allá: cereales, muchas legumbres, porotos… También usa huevos, leches, frutas, verduras. Su comida es un poema. Y la razón es simple: “Aprendí «música» en la panza de mi mamá [¡Chichita de Erquiaga!*] con una batería de percusión de ollas de cocina. Ella es una gran cocinera. Fue por ósmosis, porque ella nunca me enseñó, ni siquiera me paraba a mirar lo que hacía.”

Ahora está viviendo en un hotel a la vuelta de la Casona. También tiene un hijo en Buenos Aires y “por suerte tengo buena relación con las madres y muy buena con mis hijos”.

“Fui estudiante crónico. Pasé por varias facultades: Agronomía, Arquitectura, terminé Publicidad, soy Técnico Publicitario. Estudié Fotografía, época predigital. Recién ahora me puse a estudiar Cocina. Estoy suscripto a varios sitios, leo, investigo y pruebo hacerlo adaptándolo al momento y al lugar. Por ejemplo, cuestiones de España, como trufas, ahí es donde tengo que laburar yo, buscando reemplazar ingredientes y ahí sale un plato. No es mío, solo lo adapté. ¡Me encanta probar! Acá no siempre gusta eso (risas), porque en un restaurante conviene lo fijo. En cambio al comensal muchas veces le gusta probar.”

R.S.

* En los ´80 Chichita de Erquiaga fue sinónimo de gastronomía en televisión. Sucesora de doña Petrona C. de Gandulfo, su fama alcanzó el punto caramelo en el noticiero Realidad 81/82/83... los mediodías de Canal 13.


Franca Ongaro
Ante el Día de la Salud Mental escribieron en el Facebook de Franca Matina: queremos compartir algunas palabras de Franca Ongaro, nuestra gran inspiradora... Sigue lucha por otra salud Mental para tod@s
"sin embargo he visto también lo que significa y lo que produce para las personas que realmente sufren ser parte de un proyecto,una esperanza de vida común, que participan en una acción conjunta en la que se siente atrapados en una maraña práctica, intelectual, emocional, donde seriedad y alegría se mezclan y funden sus problemas de distancia y también son parte de los problemas de los demás con quien compartirlas. Y luego también la salud y la enfermedad pueden mezclarse con una calidad de vida que es humana, con lazos, relaciones,el reconocimiento de uno mismo y otros,la complicidad del proyecto común que nos puede unir en lugar de dividir y aislar". Así escribía Franca...

Franco Basaglia, su esposo
El café predecesor, Café Basaglia, le deben su nombre a el psiquiatra italiano Franco Basaglia (1924-1980) conocido por sus denuncias ante las condiciones inhumanas de los manicomios siendo promotor e iniciador de Ley 180, que prohíbe en Italia la internación de personas en contra de su voluntad. Promovió el desmantelamiento de la infraestructura médica de los manicomios para convertirlos en centro de acogida, de encuentro y creación cultural. Su propuesta fue esencialmente permitir la libre autodeterminación a los internos, reintegrarlos a una vida digna sin cautiverio bajo su consigna básica: “la libertad es lo que sana”.


Revista El Abasto, n° 180, junio 2015



 

 

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