Entre locos
Este número
que lleva por eje la locura fue sumamente
interesante de hacer, aunque reconozco
un poco “enloquecedor” (obviamente
no es excluyente del número, sucede
siempre por el estrés que implica
la edición mes a mes. Pero no es
queja por hacer algo que nos gusta).
Por un lado hablando
con un amigo me presentó su lectura
interpretando que la locura, para el sistema,
tiene que ver con quien no es productivo.
De ahí que el paso entre la infancia
y la locura sea pequeño. Otra lectura
puede ser que esté loco quien no
comparta la mirada y las conductas de
la generalidad de la gente. De ahí,
entre genialidad y locura el paso es pequeño.
Cuando todos percibimos algo y uno ve
otra cosa estamos o ante un genio, un
necio o un loco. Si todos vivimos un mínimo
de 30% de inflación, o conocemos
casos de inseguridad, y los políticos
de turno nos explican que la inflación
es del 10% o que la inseguridad es una
sensación tendríamos que
entender que estamos todos locos... O
como fuere… O tal vez ahí
lo que falla es una comunicación
clara donde se nos explique los beneficios
a la comunidad de lo que se está
haciendo y de porqué, volviendo
a los mismos ejemplos, hay tantos cambios
diferentes al dólar y cómo
se trabaja por mayor seguridad.
Volviendo a la locura,
ya como trastorno, no podemos obviar que
las distorsiones más pesadas en
quienes estén afectados por algún
trastorno mental lo sufren más
que nada ellos mismos y su círculo
más íntimo. Suele degenerar
en aislamiento, inactividad y desorden
del ritmo de vida en general.
Son alteraciones
de los procesos cognitivos y afectivos
consideradas como anormales con respecto
al grupo social de referencia del cual
proviene el individuo. En otras palabras
un “loco” acá tal vez
sea un prominente referente en otra cultura.
O viceversa por eso que suele suceder,
de que “nadie es profeta en su propia
tierra”. Interesante sería
lograr una cultura que no nos exija lo
mismo desde pequeños, sino que
nos acepte con nuestros rasgos y diferencias
para que no suceda como reza esa frase
que dice algo así como: “el
ser humano es un animal que nace diferente
a los demás de su especie y al
morir busca haber logrado ser igual a
sus semejantes”. Ahí entramos
en la delgada línea que plantea
Robinson (véase entrevista) entre
la locura y la identidad de cada uno.
Por último querríamos ayudar
a desestigmatizar entendiendo que no es
tan común que haya locos perversos
-de esos que no generan mala conciencia-
sino que muchas veces los perversos no
tienen rasgos de psicóticos, ni
de esquizofrénicos, sino que son
simples neuróticos como la humanidad
en su generalidad… Basta con mirar
a quienes más daño han hecho
a la humanidad (nazis, dictaduras, etcétera)
que encajaban dentro de los cánones
de la “normalidad” por ser
sujetos con pleno uso de la, en nuestra
cultura, sobre-evaluada racionalidad.
Como decíamos
más arriba, el paso entre arte,
creatividad, genialidad y locura es fino.
La muestra más clara la dan todos
esos genios que han sufrido algún
tipo de trastorno: Edgar Allan Poe, Ludwig
van Beethoven, Isaac Newton, Friedrich
Wilhelm Nietzsche, Salvador Dalí,
John Forbes Nash, Vincent Van Gogh y otros...
Si entendemos por normal al individuo
común, mediocre, ordinario -en
definitiva cobarde- entonces ¡abrazamos
a esos locos raros y excepcionales que
se atreven a ser diferentes!
Rafael
Sabini
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