Sobre la invasión
del espacio público
Mañana en el Abasto
Mañana
de sol… a diferencia de Luca Podrán
en los ochenta, no bajo por el ascensor,
muy por el contrario salgo del subte línea
“B”, estación Medrano
con sentido al centro sin cruzar de acera,
sigo el orden natural de circulación
que me manda la tradicional avenida Corrientes,
eje troncal de nuestro barrio. Ni bien
empieza mi caminata, aclaro despojado
de todo tipo de aparato reproductor musical,
sin lentes ni teléfono celular,
para poder conectarme mejor con lo que
pasa a mi alrededor. Eso si salí
con la premisa que me dio un vecino acerca
de la utilización indebida del
espacio público en esta zona.
Entonces, bien focalizado
en esto, ya a unos pocos metros comienzan
las irregularidades, encuentro un puesto
de venta de frutas y verduras, para obtener
información actúo como un
comprador, solamente compro un cuarto
de frutillas, en mi breve parada pude
chequear que el negocio estaba bien surtido
como me dijo el vendedor, eso si los precios
no eran ofertas sino los de mercado (Lita
de Lázzari me hubiera dado un tirón
de orejas)…
Acelero mi marcha consecuencia
del frío y casi sin darme cuenta
estoy en la cuadra siguiente, donde veo
comercios cerrados que servirán
de escombros para otra torre o complejo
habitacional vaya a saber para cuándo…
En la esquina de Bulnes me topo en forma
literal con un cartel sándwich,
ubicado en el medio de una rampa para
discapacitados… hasta donde llega
la voracidad comercial a veces, el tránsito
peatonal era fluido y de nuevo veo otra
mega torre en construcción, camiones
de hormigón elaborado estacionados
sobre la vereda, polvo y ruido propio
de obra, tirando restos de materiales
en los sumideros públicos (no estaba
tan equivocado mi amigo el vecino), ya
en tan solo dos cuadras encontré
la tres cosas que motivaban mi columna,
sin embargo, continúo con la caminata,
las cuadras se sucedían casi en
forma sistemática. Obras ocupando
veredas, puestos callejeros, carteles
que interrumpían el paso, un busto
del Zorzal enjaulado y hasta maceteros
particulares encontraba de todo como en
botica.
Decido aflojar un poco
la marcha y entro al shopping, que lugar
hermoso y placentero. Admirar su arquitectura
y diseño por un momento me ayudo
a no ver las marquesinas de neón
de sus locales, y remontarme imaginariamente
a su época de pleno apogeo, me
tomé un cortado ahí, extrañando
el mítico bar del subte (del que
habla la canción de Sumo). Salto
de Sumo, sin escalas, a la Negra Sosa,
y me doy cuenta que cierto es eso de “cambia,
todo cambia”. Pero si fuera para
bien sería bárbaro, pero
a veces los cambios no van de la mano
de las mejoras.
En la esquina de Jean
Jaurès, ante una repartición
estatal perteneciente al poder judicial,
surgió mi mayor asombro: 70 metros
lineales de shopping a cielo abierto donde
se pueden conseguir desde pequeños
artículos importados, hasta imponentes
relojes dorados, pasando por herramientas
propias de la más surtida ferretería,
películas, CDs y hasta un servicio
de maquillaje y peluquería en la
vereda. Todo esto ocurre a 400 metros
de la Agencia Gubernamental de Control
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
El vecino estaba en
lo cierto, el espacio público es
ocupado para cualquier cosa menos para
que los transeúntes puedan caminar
libremente, el vecino del reclamo tiene
ochenta y pico de abriles y cierta dificultad
motriz consecuencia de un asalto violento
sufrido hace un tiempo atrás en
nuestro barrio. Por eso debemos exigir
a nuestros representantes un cumplimiento
adecuado de la legislación vigente,
y no caer fácilmente en lugar común
y abstracto donde lo de todos es de nadie…
El espacio público
es nuestro, como nos gusta golpearnos
el pecho hablando de soberanía
y banderas, también hablemos de
ésto, por favor, les pido mis queridos
lectores y amigos. No naturalicemos la
invasión del espacio público.
Si existe una línea de reclamos,
reclamemos, aunque tarden 5 minutos por
reloj en atender, reclámenos si
algunos dicen que nuestra ciudad es como
París en Sudamérica, bueno
les tomo la palabra, seguramente en París,
Bruselas o Ámsterdam nadie hace
uso indebido del espacio público.
Eduardo
Scofu
[email protected]
PD. Gracias al interés de Luis
por el tema de esta columna y abrazo grande
para Martín por lo que viene, antes
que el paco tome por asalto las calles
de nuestro barrio.