¿Kafka
no sería porteño?
Franz Kafka fue un genial
escritor de Praga (actual capital de la
República Checa) que incursionó
en diversos temas, con una tónica
alienante. En obras como El proceso plasmó
genialmente la burocracia cruel y sin
sentido, y así heredamos el término
“kafkeano” para referirnos
a un sistema que posee una burocracia
compleja y hasta perversa. Y acá
la burocracia nos golpea a diario y lamentablemente
uno siente que siempre está del
lado del que debe tener paciencia. A continuación
un mero ejemplo...
Para obtener
nuestra pauta oficial como medio barrial
-sumándole a la burocracia normal
de cualquier proveedor que incluye papelería
contable- es necesario presentarse año
tras año para que el medio en cuestión
pueda integrar el Registro de Medios Vecinales
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Entre los requisitos la ley exige derecho
de autor (incluso aunque el editor se
vuelque hacia el copyleft mencionando
fuentes) y eso implica un trámite
un tanto kafkeano y, hoy, costoso.
Lo que hace un
par de años salía 4,50 ahora
nos cobran 70 pesos (aunque el portal
del gobierno dice que sale $6,70). Un
trámite de casi doscientos se nos
fue a casi dos mil pesos de un año
al otro... Pero eso no es lo burocrático,
simplemente refleja una situación
del país. Y dado que el trámite
se realiza en dentro de la órbita
del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación quisimos suponer
que el dinero abonado quedaba para hacer
caminos o que iría a parar a los
fondos del Anses para ayuda social y jubilaciones.
Pero no, según nos explicaron quienes
cobran no son estatales, sino de un sindicato
de autores… Y eso no es todo, se
abona al contado, “tiqui taca”.
A cambio junto con los formularios recibimos
un simple “recibo”. Ahora,
si un comerciante cualquiera da un recibo
y no factura le salta el Afip a la yugular,
bueno, se ve que ante la ley algunos son
más iguales que otros.
Y lo más
delirante: en plena era de la informática
hay que llenar un formulario por triplicado
por cada mes que uno registra (insisto,
para nosotros es obligatorio), lo cual,
como entenderán, lleva su tiempo.
Y sería tan fácil si estuviese
digitalizado... Claro, la opción
es ir mes a mes (para no llenar doce de
un saque), pero eso requiere quitar la
atención del trabajo en sí
o contratar un cadete con todo lo que
eso conlleva… Ojo, el delirio no
termina acá. Una vez entregado
el material le dan a uno un papelito amarillo
para ir al Banco Nación para abonar
una suma irrisoria (unos seis pesos) para
el Fondo Nacional de las Artes lo cual
por lo general conlleva una larga cola
bancaria… Olvidate del homebanking,
Rapipago o esas cosas, y menos aún
que te lo cobren cuando el sindicato cobra
lo otro (que lo incluyan). No, el tiempo
de uno no cuesta nada. Ahora, si uno quisiera
adelantarse y solicita el papelito para
ese depósito buscando así
uno mismo un momento en que el Banco Nación
esté con menos gente… ¡no
te lo entregan! No hasta que no des los
formularios llenos (¡incluso aunque
ya los hayas abonado!). Y ojo, el trámite
no termina sin el recibo de ese último
pago.
Ahora, lo kafkeano
no termina aquí… el Registro
que es anual debe hacerse el mismo día,
ni antes ni después (me explicaron
que aceptan corrimiento de un día,
no más). Incluso está prohibido
hacerlo antes asumiendo uno mismo la pérdida
de días de “estar cubierto”
con el derecho de autor…
Somos conscientes
de que éste es un simple ejemplo
del modo perverso en que se articula la
burocracia en este país. Cada cual
tendrá sus propias historias de
colegios, hospitales, sindicatos y trámites
en general… Lo único que
salva que este tipo de sistemas perversos
no colapsen es que por lo general hay
buena predisposición por parte
del personal. Ahora, cuando eso no está,
uno ve rojo… Porque es mucha la
impotencia y la bronca cuando uno tiene
que ser tan paciente y otros nos administran
uno de los tesoros más valiosos
que tenemos que es nuestro propio tiempo.
Menos mal que
este oficio tiene esta válvula
de escape que implica escribir y publicarlo,
beneficio que reconozco no todos gozan
en esta república kafkeana. Así
que invitamos a enviar sus historias sobre
burocracias ridículas a este medio,
buscaremos publicarlas. (Si llenan el
formulario 353, de color rosa, y lo dejan
en mesa de entrada con el timbrado correspondiente,
jeje.)
Rafael Sabini
[email protected]