Paneo sobre beneficios y
empeoramientos del progreso
ESTAMOS MEJOR…
Y PEOR AL MISMO TIEMPO
Tenemos la impresión
de que nunca estuvimos mejor y nunca estuvimos
peor. Así, al mismo tiempo.
Nos referimos a
las sociedades humanas. Que estemos mejor
no debería sorprender puesto que
se supone que la humanidad recoge experiencia
del sufrimiento, recoge conocimiento del
dolor. Sin embargo, estas “cuentas”
no son tan claras porque nosotros, los humanos,
tenemos memorias cortas, por no decir cortísimas.
Y con las renovaciones tecnológicas
estamos permanentemente derrumbando conocimientos
tradicionales y por lo tanto reintroduciéndonos
en parte, en la ignorancia. Por ejemplo,
todas las técnicas milenarias de
cultivo y aprovechamiento del suelo han
sido borradas por la modernidad con increíble
facilidad y rapidez.
Vamos a tratar de
observar este doble juego, esta semisuma,
esta suma algebraica de adelantos y retrocesos
en diversos ámbitos y esferas de
la actividad humana.
ALIMENTACIÓN
Los grandes consorcios agroindustriales
nos quieren hacer creer que gracias a sus
revolucionarias formas de cultivo hemos
mejorado la cantidad y la calidad de nuestros
alimentos. Y es indudable que las góndolas
de cualquier supermercado ofrecen una cantidad
de alimentos de las más variadas
formas y orígenes que nos hacen creer
que hemos dejado atrás el mundo de
la escasez, los racionamientos, la estacionalidad
que en viejas épocas no nos permitían
tener todos los alimentos a mano todo el
año.
Así que la
propaganda de los emporios agroindustriales
parece tener razón. Una mirada más
atenta ve, empero, la contracara de tal
situación; la mentira alojada en
esa semiverdad.
En primerísimo
lugar, porque la abundancia del mercado
no llega a todos. En un país como
Argentina, con la política distribucionista
del actual gobierno, es posible pensar que
le llega a una mayoría. Aunque una
mayoría no son todos y habría
que observar detenidamente quiénes
y cuántos son la minoría.
Pero en otros países, la abundancia
del mercado llega apenas a una minoría.
Pensemos en casi todos los países
sudamericanos, en todos los caribeños,
en toda África, en buena parte de
Asia… y hoy en día, hasta en
el sur europeo.
Pero este aspecto cuantitativo
es apenas un lado del asunto. Está
el cualitativo. Una primera aproximación:
si el hambre era el castigo de nuestros
bisabuelos, la obesidad parece ser el de
nuestros biznietos… Hay una estremecedora
correlación entre abundancia material
y obesidad. EE.UU. está a la vanguardia
de ese proceso. Triste vanguardia. Porque
la obesidad es hija de muy diversos factores,
como el sedentarismo, pero fundamentalmente
de lo que se llama hoy “comida basura”.
En EE.UU. hace algo
más de un siglo percibieron comerciantes
del rubro que la grasa y el azúcar
eran muy apetitosas. Despertaban las ganas
de comer. Y de allí la proliferación
de comidas grasas y dulces. Con los ingredientes
más baratos, claro: aceite de palma
y azúcar. Cuando se vio, la medicina
vio, el destrozo nutricional del exceso
de azúcar, los mismos consorcios
productores de alimentos ofrecieron la “solución”;
los edulcorantes. La amarga historia de
éstos, cada uno más tóxico
que el anterior; sacarina, ciclamato, aspartame,
ha revelado que las soluciones no son tan
sencillas.
De todos modos,
este largo siglo de peripecia alimentaria
también nos ha dado crecidos conocimientos
para saber lo que nos hace bien y lo que
no.
Otro aspecto a tener en cuenta en la cuestión
alimentaria, en la cual nuestros alimentos
actuales son a la vez peores y mejores que
los tradicionales es en su mayor o menor
distancia con la frescura y lo natural.
Puesto que hemos acrecentado de modo avasallador
la urbanización humana -hace un siglo,
la población urbana rondaba el 10%
y consiguientemente la rural el 90%; hoy
en día la población urbana
sobrepasa la rural en el planeta hasta el
extremo que muchas sociedades tienen cerca
del 90% de población urbana y 10%
rural-. Este fenómeno, de la urbanización,
ha alejado al habitantes de su fuente nutricia;
la vida urbana impide o dificulta al menos
mucho la frescura de los alimentos.
Para mantenerlos
comestibles, los alimentos están
cada vez más industrializados, artificializados
con una serie de agregados químicos.
Como se dice ahora, procesados. Con ello,
la parafernalia química se ha enseñoreado
de nuestros tubos digestivos, con edulcorantes,
colorantes, conservantes, estabilizantes,
aromatizantes, estimuladores del sabor,
gelificantes, antibloculantes, de modo tal
que cualquier declaración de ingredientes
suele tener más sorbatos, hidrogenados,
fosfatos, sales, caseinatos, dióxidos,
lecitinas, que alimentos propiamente dichos.
Y el problema es que tales aditivos no son
saludables en sí, sino que apenas
si evitan que los alimentos que ingerimos
nos hagan daño por su falta de frescura…
Gracias a los conocimientos
que hemos ido desarrollando sobre nutrición
y alimentos, podemos decir que en este aspecto
la humanidad ha mejorado, hemos acumulado
experiencia y sabiduría a lo largo
de las generaciones (aun cuando, como dijimos
al principio, hay también un proceso
de destrucción de conocimiento; no
hay solo acumulación…). Ello
explica la importancia creciente de los
alimentos orgánicos, sin agrotóxicos
ni aditivos, por ejemplo (en la medida de
lo posible, claro, viviendo en ciudad…).
MEDICINA Y SALUD
Aquí también tenemos esta
curiosa simultaneidad de mejoría
y empeoramiento.
En Alemania se ha investigado la composición
química de cadáveres de principios
del siglo XX y se han hecho similares relevamientos
con cadáveres contemporáneos
nuestros. Y se ha encontrado que “nuestros”
cadáveres tenían cientos de
compuestos químicos que no existían
en los cuerpos de nuestros abuelos o bisabuelos…
lo cual nos dice, crudamente, que estamos
más intoxicados que antes.
Sin embargo, nuestra calidad
de vida ha mejorado respecto de la de nuestros
antecesores. Sabemos más de nuestros
flujos corporales y sus comportamientos;
sabemos más sobre las propiedades
de diversos alimentos, sobre la importancia
de atender nuestros movimientos…
Podríamos decir
que estamos cada vez más medicalizados
y tal vez eso no sea bueno o lo mejor, pero
sin embargo la medicina ha avanzado muchísimo
en técnicas de diagnóstico
ahorrando sufrimiento y muertes evitables
y, por ejemplo, ha avanzado formidablemente
en cirugía para mejorar extraordinariamente
nuestra calidad de vida y achicar nuestro
sufrimiento en nuestros quebrantos de la
salud.
NUESTRA
BIOLOGÍA, LA ESPECIE HUMANA Y
LA
BIODIVERSIDAD
Existen cada vez más movimientos
para frenar el abuso del hombre sobre otros
seres vivos, fundamentalmente los animales;
combatir la idea de zoológico como
cárcel de animales, la tauromaquia
como abuso del hombre sobre el toro, la
caza mayor como expresión de una
superioridad cada vez más cobarde
y abyecta (fusiles a distancia, p. ej.).
El dentista norteamericano que le tendió
una celada a un león de reserva natural
y padre reciente de varios cachorros, debió
abandonar prestamente Zimbabwe y su sistema
judicial lo ha reclamado como delincuente.
No es para menos, conociendo todo el montaje
de este “cazador oculto”.
Sin embargo, esta “compasión
zoológica” llega tarde. Es
precisamente porque ahora se cuentan los
tigres, leones, osos polares, por decenas,
apenas, que se procura refrenar llegar al
exterminio total (las posibilidades de sobrevida
de una especie con tan pocos individuos
es muy problemática porque la riqueza
genética está muy, muy acotada).
Lo cierto es que junto
con esta solidaridad hacia “nuestros
hermanos animales” estamos hoy en
día en medio de una crisis de la
biodiversidad planetaria que no tiene parangón
durante la vida del hombre en la Tierra,
al punto que los biólogos hablan
de una sexta extinción biológica
que los investigadores han reconocido en
la vida del planeta. Esta sexta extinción,
a diferencia de las otras tiene una causa
antropogénica; es decir, ha sido
procesada por la especie humana. No se conoce
con precisión las causas de las cinco
precedentes, pero se ha verificado que,
por ejemplo, el clima ha desempeñado
un papel fundamental en alguna de ellas
(y en el caso de los dinosaurios que nos
han llegado en forma de petróleo,
la hipótesis más fuerte ha
sido la de un choque con uno o varios meteoritos).
CLIMA
Apuntemos un único asunto: el calentamiento
global. La atmósfera ha sobrepasado
las 400ppm de CO2 en el aire; se sabía
que los valores históricos eran de
no más de 300ppm y que sobrepasarlo
nos llevaba a una etapa de calentamiento
climático, derretimiento de nieves
y de los polos, aumento del nivel de las
aguas… Estamos en ello, como si nada
pasara. Pienso en los músicos del
Titanic tocando mientras el barco se hundía…
TECNOLOGÍA
¿Somos los dueños de la tecnología
o nos hemos convertido en los esclavos,
los dependientes de la tecnología?
La tecnología nos
facilita la vida de modo extraordinario,
pero a la vez nos condiciona hasta hacernos
incapaces de vivir sin sus auxilios.
Pero la tecnología
no es una entidad que se mueve por sí;
hay quienes nos gobiernan a través
de lo tecnológico. Y eso es una grave
cuestión política.
POLÍTICA
Y veamos, sucintamente, el panorama de nuestras
sociedades y de las decisiones que en ellas
tomamos, o toman otros.
Los siglos XIX y XX entrevieron
el fantasma o el sueño del socialismo
como “la solución” a
los inocultables males e infelicidades de
nuestras sociedades.
En realidad, también
el siglo X había sido para muchos
en Europa la hora de la llegada ¡al
fin! de los tiempos que muchos imaginaban
como acceso al cielo.
El socialismo fue entrevisto, más
bien, como el acceso al cielo pero en la
tierra. El motivo era comprensible: las
condiciones de vida en la sociedad “común
y corriente” dejaban mucho que desear.
Atroz esclavitud, avasallamiento, explotación,
y, como diría Knut Hamsun, Hambre.
Sin embargo, el sueño
socialista ha resultado más bien
una pesadilla en casi todas sus realizaciones.
Pero la sociedad “común
y silvestre” a su vez está
resultando “una pesadilla de aire
acondicionado”, parafraseando el título
de una novela dura de Henry Miller.
Por empezar, el gas licuado
que ha permitido la construcción
de instalaciones de aire acondicionado (de
refrigeradores y otros objetos del confort
moderno) son los que han estado deshaciendo
en las últimas décadas la
capa estratosférica de ozono y ello
ha significado y significa la expansión
más que preocupante de cánceres
de piel (una de las enfermedades que más
ha aumentado en los últimos años).
Volviendo a nuestras relaciones,
sociales y políticas, tenemos hoy
un bagaje formidable de experiencias, de
conocimientos con los cuales los seres humanos
podríamos ser capaces de construir
mejores condiciones de vida y sin embargo,
lo que se registra es una minoría
que hoy en día se designa como “del
1%” que tiene más riqueza,
y por lo tanto, poder, que el 99% restante
de la humanidad. Estamos
cada vez más bajo el gobierno de
enormes redes transnacionales que deciden
nuestros programas televisivos, nuestros
modos de apreciar la vida cotidiana, de
tejer nuestros hábitos de consumo,
y eso sí, de hacernos creer que todos
somos muy originales.
Luis E. Sabini Fernández
[email protected]