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Escritora del Once
María Pia López
y su prosa onceánica
La vecina de Balvanera
publicó Miss Once,
donde entreteje ficción, historia,
testimonio y mitología sobre el barrio
y sus habitantes. También dirige
el Museo de la Lengua (Biblioteca Nacional)
para “contagiar la experiencia de
la lectura a nuevas generaciones”.
Once, “en sus calles se ven todos
los riesgos y un muestrario a flor de piel
del daño”. Parce un tango,
de esos de la vieja escuela, escritos en
cafetines de arrabal, y algo de eso tiene.
Es una frase de la vecina y escritora María
Pia López que aparece en Miss Once,
su cuarta novela, publicada por editorial
Paradiso.
Como el Once, María
Pia es muchas cosas a la vez: nació
en Buenos Aires el 17 de octubre del 1969,
se recibió de socióloga y
doctora en Ciencias Sociales por la UBA,
donde ha dictado clases, es ensayista, publicó
las novelas No tengo tiempo, Habla Clara,
Teatro de operaciones y dirige desde 2011
el Museo de la Lengua (Biblioteca Nacional).
En otras palabras, a María le gusta
leer. Lee mucho. Y no sólo textos.
Recorrer Once también ha sido una
forma de leer para la escritora, quien plasmó
sus impresiones y armó un libro con
un enorme equilibro (como buena libriana)
de voces.
"Me
gustó que lectores y vecinos me contaran
que la novela les modificó la impresión
que tenían sobre el barrio”
Tantas voces forman
el murmullo de una época y de un barrio
pluricultural que asoman en este libro, dividido
en tres partes: “De casa al trabajo”,
la visión personal de la autora; “Historias”,
la ficción; y “Once”, compuesto
por hechos y personajes locales. López,
en el intento, desarrolló la idea de
la estética “Onceánica”
(nombre que toma de una cuenta en Facebook
donde difunde imágenes del barrio),
un rescate de las “texturas, colores
y lo abigarrado de Once”. En palabras
del escritor Daniel Link, “gracias a
Miss Once y a la prosa oceánica (onceánica)
de María Pia, los lectores de otros
barrios somos arrastrados hacia el entusiasmo
por la fundación de libertades".
La presentación
de la novela se hizo el 9 de abril en el Bar
del Centro Universitario de Idiomas de la
UCES (Junín 224). Estuvieron Laura
Rosato, Malena Rey y Osvaldo Baigorria. Desde
ese entonces la repercusión entre colegas
y el público ha sido honda. “Me
interesaba la resonancia barrial, me gustó
que lectores y vecinos me contaran que la
novela les modificó la impresión
que tenían sobre el barrio, incluso
personas que viven en otras partes ahora van
atentos en busca de los personajes que narra
el libro”, se alegra María Pia.
En palabras de Link,
la escritora y vecina “teje las historias
pequeñas y nunca contadas de los actuales
habitantes del barrio: Beto y Mario, que arreglan
celulares; Jenifer, una estudiante de cosmetología
que ha quedado embarazada y recurre a los
servicios de Elba, una docta vecina y clienta
de Mario; Diótima, una prostituta.
Miss Once es una demente, trans y alegórica,
se nos dice, que lo conoce todo y a quienes
todos conocen. Y los inmigrantes judíos,
coreanos, dominicanos que pueblan la fantástica
arquitectura soñada por italianos aventureros
dan a cada centímetro del barrio un
toque al mismo tiempo arcaico y futurista”.
En medio del proceso de
escritura, Pia dio con la “verdadera”
Miss Once: “Una mañana, que estaba
de mal humor, salgo de casa y me cruzo con
una travesti que para mí era lo que
pensaba que era Miss Once: alta, platinada,
usaba boina roja, botas rojas de caña
alta, hablaba sola con un objeto raro. Entonces,
llegué al trabajo y me puse a escribir.
Unas semanas después mi hermano me
dijo que la vio, hablaba con ese aparato raro
con una tal Clarisa (así se llama nuestra
hermana). Nos reímos mucho por la coincidencia.
Yo ya no sabía si ella, la travesti,
era mi personaje o yo me había convertido
en el suyo”.
En este camino, Pia
también comenta tragedias del barrio
y situaciones pintorescas desde el territorio:
“En Once tenés un conjunto de
edificios y de hechos y históricos.
Me interesaba esa otra inscripción
de historicidad”. Aparte, dice, es difícil
apreciar a los “barrios de estación”
(Once, Liniers o Constitución) con
“mirada estética” debido
al “apuro, cierta molestia, la cantidad
de gente, el atiborramiento”. Sin embargo,
en Once están “los edificios
de los grandes arquitectos del art noveau”
de principios del siglo XX: “Se aprecia
una fuerza plástica única en
la Ciudad”. Uno de los edificios favoritos
de María Pia es Casa Grimoldi, de Corrientes
2548. Fue hecho por el arquitecto Virginio
Colombo. Tiene columnas portentosas y talladuras
de leones, que contrastan con la planta baja
y su local de comida rápida.
A nivel social, evoca
que a fines de los noventa, cuando se anunció
la reapertura del ex Mercado de Abasto como
shopping, hubo “un intento muy fuerte
de cambiar la dinámica del barrio,
hacerlo de clase media con consumos clásicos”.
“Hubo una ola fuerte de desalojos y
se cargó contra la comunidad peruana,
a la par del proceso inmobiliario”.
“Sin embargo, no pudieron gentrificar
el Abasto como en Palermo, hoy en los alrededores
del shopping hay un barrio popular”.
Sobre su trabajo en
el Museo de la Lengua cuenta que junto a su
equipo piensan cómo “transmitir
la experiencia de la lectura”: “En
general siento que es cuestión de enlace
entre generaciones, cómo hacer que
otros atraviesen lo que te produjo mucho placer
o que te amplió los horizontes de tu
mundo. Cómo hacer que otros pasen por
esa experiencia, es el eje del trabajo. Cuando
empezamos con las exposiciones pensamos cómo
mostrar que atrás de un libro hay cosas
formidables. Si le das tiempo al libro, aparecen
y son transformadoras para la vida”.
J.M.C.
Revista
El Abasto, n° 183, septiembre 2015
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